Donald Trump es tabernario en su lenguaje, lo acusan de machista, homófobo, xenófobo…, y por eso lo detestan pero a mí me gusta que no firme tratados comerciales que aumenten la dictadura del mercado, que recele de la concentración mediática, que critique a unos medios con intereses extraperiodísticos (si lo sabrá él que es empresario longevo). Me agrada que le haya dicho a Europa, oye, págate tus cañones que yo tengo que aumentar el gasto militar y nuclear en mi país. Es repugnante que hable de países de mierda pero no caigamos en la trampa del discurso de los demócratas que se limitan a tacharlo de racista cuando en realidad los países atrasados lo son en gran medida porque la mayor mierda del siglo XX y de lo que va de XXI es la agresividad USA, impulsada por republicanos y demócratas. No me gusta Hillary Clinton, mata sonriendo, me gustan más las personas que van de frente.
Trump hace teatro contra Putin pero sujetos así son necesarios en el mundo, contrarios a relativismos, partidarios de ponerse una vez colorados que cien amarillos. Los amarillos tampoco me caen mal, me parece lógico que Corea del Norte fabrique bombas atómicas mientras las tengan los demás y que China la proteja. Lo que hoy está de moda –a nivel micro y macro- es condenar al que destaca, no admitir lo que llaman prepotencia para bajar a todo el que defienda su personalidad a la docilidad de la masa en el seno de una democracia falsa (sin estabilidad laboral ni conocimientos humanísticos no hay democracia).
El Holocausto fue terrible pero acaso ha llegado el momento de hablar intensamente de las actividades judías desde 1945 hasta hoy, ¿o es que en verdad estamos ante el pueblo elegido por Dios y nunca peca?
Me imagino que si hay quien canta “a quien le importa lo que yo diga o haga”, no le importe que todos nos apliquemos el himno y podamos hacer o decir lo que proceda.
Siempre he apoyado los derechos de la mujer pero quisiera saber qué cambios esenciales se han dado durante el mandato de Janet Yellen en la Reserva Federal USA, cuáles en el FMI con Christine Lagarde y en Alemania con Merkel, ¿se nota esa sensibilidad femenina tan especial con el otro o estamos ante meras continuaciones de la porquería que hemos inventado los hombres, como hizo Margaret Thatcher? ¿Otro mundo es posible? ¿Sí? ¿Quién lo está construyendo? ¿Syriza? ¿Podemos? ¿El Papa? ¿O Warren Buffet y sus colegas, incluidos los grandes empresarios jóvenes en camiseta y sin corbata?
La herejía también es emprendimiento. DIARIO Bahía de Cádiz Ramón Reig