Los fantasmas y los alienígenas nunca han convocado una rueda de prensa. ¿No se fían de los periodistas? Pues que la exijan en riguroso directo, entonces todo el que quiera podrá acceder a lo que en ciencias de la información se llama base primaria de referencia, no habrá ni engaño ni manipulación, si bien, tras la comparecencia, vendrían análisis, columnas, editoriales, tertulias… Porque ya se sabe que los hechos son sagrados y las opiniones, libres.
Ya está bien de asustar al pobre oficinista, solo en la enorme sede de la empresa, echando horas extras para pagar la hipoteca, con esas apariciones de señores y señoras que ni saludan cuando se manifiestan ni dicen nada de nada por más que uno pregunte: ¿quién anda ahí?, oiga, ¿quién es usted? Vale ya de pasar por detrás de uno como un rayo cuando nos afeitamos y del sobresalto nos cortamos con la cuchilla. Basta de mover sillas y mesas para llamar la atención o de hacer ruido otra vez para asustar. Si tienen problemas creo que con sumo gusto los ayudaríamos cuando aparezcan en público unos representantes de la Unión Mundial de Fantasmas (UMF) y nos digan sus tribulaciones. Seguro que multitud de organizaciones solidarias ya existentes y otras más que se crearían (preparen los bolsillos los gobiernos porque aquí a quien le da por fundar una asociación hay que apoquinarle pasta pública), seguro que tanta solidaridad se volcaría con estas almas en pena y para las que quisieran se les aprobaría una ley de creación de los fantasmas asustones a quienes se les podría pedir que se identificaran como tales.
Y los alienígenas. Si vienen en son de paz que nos digan cómo arreglar este planeta, antes de que nos lo carguemos del todo a base de pedos de vacas y emanaciones de queroseno, entre otras proyecciones calenturientas. Y si han llegado para ocuparnos que empiecen por los malos: Corea del Norte, Irán, Venezuela, Cuba, Bielorrusia, Rusia y últimamente Catar por no cerrar Al Jazeera TV que no deja de dar la tabarra.
También deben hacer un llamamiento a los terrícolas que se les quieran unir aunque a quienes lo hagan se les tache de traidores como a los afrancesados españoles que eran los buenos y han pasado a la historia como malos. La verdad es que, a ciertas alturas de la vida, uno se da cuenta de que los buenos son los malos y al revés. Como cantaba Machín: “la que no es mala/ lo aparenta muchas veces/ y la que es buena, no lo parece”. Mira, que hagan los fantasmas y los alienígenas lo que les salga de sus misterios. DIARIO Bahía de Cádiz Ramón Reig