Oficialmente, Dáesh es un grupo terrorista paramilitar insurgente, un proto estado no reconocido de naturaleza fundamentalista islámica, así lo conocemos en Occidente. Y ETA, por desgracia, no necesita presentación. Debo estar siendo poseído por una maldad extraña o tal vez derivada de la edad y la experiencia pero a mí me parece que no pocos medios de comunicación de nuestro país no tratan igual un fenómeno terrorista que otro. Tal vez sea una paranoia pero me huele que es así. Cuando en España asesinaban a alguien, la prensa inmediatamente contaba el suceso y añadía algo así como: en el lugar se han encontrado casquillos del calibre 9 milímetros Parabellum, munición utilizada habitualmente por ETA. Aquel 11-M fatídico de 2004, en el momento en que se supo la masacre en los trenes, los medios no dudaron: ha sido ETA. O sea, antes de que se reivindicaran los atentados, ya se apuntaba a los terroristas vascos con una clara intencionalidad derivada de un postulado básico en comunicación que todo buen periodista sabe: la primera impresión es la que queda. Bueno, pues no veo que suceda lo mismo con el terrorismo de raíz islámica pero ni en medios españoles ni europeos, salvo en los que se les ve que no simpatizan con los “moros”.
Después de tanto muerto por un terrorismo que, a diferencia del de ETA, es mundial e indiscriminado –ETA ha reconocido como error la barbarie de Hipercor y poco más- parece como si, en lo que a la opinión pública se refiere, se corriera un tupido velo mediático entre atentado y atentado islámico hasta que estalla otro y matan a más inocentes. Pero –como ha sucedido con el de Estrasburgo- hasta que no pasa un tiempo, y no corto, la mayoría de los medios que me informan y me deforman no llevan a cabo un tratamiento igual al de ETA que en el infierno esté. Es más, incluso es al revés, los medios que observo proyectan primero el mensaje de que, “al parecer”, se ha tratado de una acción individual de un supuesto tarambana al que le dio por ahí, más o menos como ocurre en Estados Unidos con algunos tarados por una sociedad donde lo que llaman el fracaso es una condena de por vida que hasta les aplicaron a los perdedores de la guerra de Vietnam.
Terrorismo no es concepto periodístico sino político que el periodismo adopta para defender el orden establecido. En Palestina, Hamas lo mismo es terrorista para Europa que deja de serlo mientras que para EEUU e Israel no hay duda: son unos terroristas. Los sandinistas de los años 80 eran terroristas para EEUU y guerrilleros para Europa mientras que el otro bando que combatía contra ellos con el dinero de la CIA estaba formado por militares que luchaban por la libertad –según USA-. Para los sandinistas se trataba de la contra-revolución terrorista y para Europa era “la contra”, simplemente.
Pero en este caso no veo con claridad que se apueste con firmeza en los medios contra el terrorismo mundial que comete el Daesh y derivados. De ser cierto y no estar yo equivocado, ¿por qué sucede tal hecho?, ¿será por lo que intuyo?, ¿será para que no se extienda la llamada islamofobia?, ¿para que no cunda el pánico? Mucho tiene que pasar para que cunda el pánico porque Europa se ha construido sobre toneladas de sangre, aquí tendríamos que conmemorar un día de las Torres Gemelas cada jornada porque hemos sufrido dos guerras mundiales, sin ir más lejos. Me da en la nariz que pesa más lo de la islamofobia, es decir, el pensamiento débil: vamos a no apresurarnos a defender lo nuestro, mejor que ignoremos que en Europa hubo un Renacimiento, una Ilustración, unas revoluciones industriales, una cultura cristiana, etc. que, con todos sus defectos, revolucionaron al mundo –e incluso tienen buena parte de culpa en el nacimiento del terrorismo islámico- pero sobre todo defendamos los derechos humanos de los otros antes que los de nuestros ciudadanos, nuestras familias, nuestros amigos, porque es que hemos sido muy pero que muy malos con los otros, los hemos matado, colonizado, en fin, que merecemos que nos maten.
Por Dios y por Alá, que esté equivocado en mi sospecha porque de lo contrario acaso me encuentre ante el principio del fin de mi propio mundo y no por causa del otro sino de la estupidez propia que, como sabemos por Einstein, puede ser más infinita que el universo. En el caso de ETA, las condenas inmediatas supusieron que equiparáramos a todos los vascos con terroristas, ahí no hubo piedad. Sin embargo, con el fanatismo islámico nos la cogemos con papel de fumar mientras se nos van fumando. Y vamos a ver: o todos moros o todos cristianos o, al menos, prudencia y contraste pero en todo y todo es todo. No soy ajeno a aquello que de positivo nos ha traído la civilización islámica pero yo hablo de sujetos que nada tienen que ver con Averroes o con el califato Omeya de Córdoba, son simples individuos con el cerebro lavado, encabronados en parte por nuestra conducta pero nosotros no somos los malos, desde luego, aquí sólo hay hechos históricos y tirar piedras contra el tejado propio es la mayor ingenuidad que se puede cometer. DIARIO Bahía de Cádiz Ramón Reig