“No deseo que las mujeres tengan más poder que los hombres, sino que tengan más poder sobre sí mismas”. Mary Shelly
Cuando una persona encuentra su modus vivendi descargando sobre sus compatriotas todo lo que durante años ha ido acumulando dentro de sí en cuanto a odio, rencor, resentimiento y lo que es peor, de injustificada animadversión hacia unas personas con las que han estado conviviendo a través de más de 600 años, bajo los auspicios de una misma entidad política, de una misma historia, de unos lazos económicos cercanos, de unos mismos vínculos y de unas buenas relaciones de vecindad; es muy posible que debiera de visitar al psicólogo para que le diagnostique su dolencia e intente hacer que entienda que nadie, en sus justos cabales, debería albergar semejantes emociones y sentimientos con respecto a personas con las que han compartido tantos momentos de la Historia.
La señora Pilar Rahola forma parte, con la larga experiencia que le proporcionan sus 58 años, de esta clase de personas que han encontrado la forma de hacerse famosas mediante la práctica del descaro, el feminismo, el separatismo, el egolatrismo y, por encima de todo, el haberse auto situado, antes de que los demás pudieran pensar en hacerlo, en un plano superior al resto de la gente; una postura que, cuando se trata del resto de ciudadanos españoles, adquiere las características de un desprecio, en ningún caso disimulado, consistente en situarlos en un plano infrahumano de estupidez, incultura, incapacidad, idiocia y dependencia de las razas “superiores” que se han atribuido, a sí mismas, esta supremacía y prepotencia de la que vienen haciendo gala los habitantes de dos autonomías de la nación española, Cataluña y el País Vasco, que hacen gala de encontrase encorsetadas a disgusto dentro de las fronteras de la nación española.
Una tertuliana habitual de todos los encuentros mediáticos de los periodistas adictos a la causa independentista y asidua participante en cualquiera de los foros en los que se intenta promover, encauzar y adoctrinar el separatismo en el pueblo catalán, la señora Rahola, se viene distinguiendo por su intransigencia, su desprecio por los españoles, a los que califica de incapaces de razonar y su dogmatismo que la ha convertido en el anfant terrible de la prensa nacionalista, especialmente desde su columna en el periódico de los Godó, en el que no deja de poner como chupa de dómine a todos aquellos que no creen en la causa catalanista, a los que no duda en tacharlos de incapaces de entender a los catalanes, de no ceder ante las “justas reivindicaciones de los políticos catalanes” y de no “dialogar”, una expresión que todos los políticos catalanes han hecho suya para ocultar lo que verdaderamente se esconde detrás de esta petición al gobierno de España. Y es que, señores, el sentido de dialogar o de negociar o de pactar para los independentistas, como la señora Rahola, no es el mismo que le damos el resto de personas, consistente en un cambio de impresiones entre quienes mantienen el diálogo, o un intercambio de prestaciones y contraprestaciones en los que, cada parte, cede para, recibir algo que desea o de lograr, mediante un pacto, acercar las posiciones de los pactantes de modo que se llegue a un punto de encuentro satisfactorio para ambas partes.
En el caso de los políticos catalanes, el término “dialogar” significa que, la parte contraria, acepte de cabo a rabo su propuesta, como está ocurriendo cuando su condición, inamovible, es la de que les permitan hacer un referéndum para decidir (sin que el resto de los españoles puedan intervenir) si desean seguir en España o, por el contrario, declarar unilateralmente su separación definitiva de la nación española. No hay otra opción que estén dispuestos a poner sobre el tablero de negociaciones. La señora Rahola no se corta en utilizar expresiones ofensivas, como cuando maldice a “la prensa de la meseta” o a “la progresía casposa” o cuando habla de” “los catalanes levantan la bandera y en la España eterna desaparecen la política y el raciocinio” (siempre en su postura de superioridad). Es una a la que se le llena la boca hablando de la “judicialización” de la política española, sin embargo no sabemos qué otro medio tiene en Gobierno de la nación, salvo el recurso a sacar los tanques, para hacer entrar en razón a aquellos que no aceptan otra solución para Cataluña que saltarse la Constitución el TC y los tribunales españoles de modo que, libremente, se pudieran salir con la suya y emanciparse de España, para quedar reducidos a un país solitario, rodeado de fronteras y aranceles y excluido ( de eso no hay duda alguna) de la UE.«
Es cierto que hay muchos periodistas que, temerosos de que las cosas se vayan calentando más, son partidarios de ir cediendo, de aflojar la cuerda, de permitir que vayan avanzando en su proceso. Pero estos amantes del “buenismo”, estos que prefieren estar a bien con todos, por si acaso, parece que no saben que estos que ahora piden diez, mañana van a pedir treinta y, finalmente, lo van a querer todo. Cuidado con este tipo de sujetos, porque son muy peligrosos y son capaces de convencer a los más timoratos de que si al país Vasco y a Cataluña se les permite un autogobierno, el tema queda solucionado para España. Están lamentablemente equivocados, no tienen la más mínima experiencia de lo que sucedió en tiempos de la II República y, si la tienen, demuestran no haber aprendido nada de lo que sucedió en aquellos tiempos. España no tardaría en descomponerse, debido a que no tardarían Galicia, Baleares, Canarias y Andalucía a pedir lo mismo y, seguidamente, como un castillo de naipes que se derrumba, irían cayendo el resto de autonomías hasta que no quedase nada de España en pie.
Claro que la señora Rahola no posee el don de la inmensa sabiduría y sabe poco de economía, de finanzas, de deuda pública y de prima de riesgo porque,66 si estuviera medianamente preparada en estas materias sabría lo que está sucediendo en Europa y se enteraría de los peligros que para Europa suponen las políticas del brexit o de lo que sucede en Italia, que parece que no se atreven a convocar elecciones por temor a los “populismo”, o de las posibles victorias de partidos de extrema derecha en Holanda y Francia o quizá fuera capaz de sacar la cabeza de la ánfora catalana para mirar lo que sucede en los EE.UU o valorar las consecuencias de un frenazo de las importaciones con esta nación; seguramente sería más comedida, entendería mejor que el dividir no resulta rentable y que, el empecinarse en establecer distancias con el resto de España, que viene siendo el principal comprador de los productos catalanes, le supondría a Cataluña la pérdida de un 60% de sus exportaciones (si entendemos como tales las ventas al resto de España)
Porque, señora Rahola, en estos momentos lo que menos desean en la CE, lo que más preocuparía en el Parlamento Europeo o lo que peor influiría en las bolsas y en los bancos como el BCE, FMI o el BIE, amén de los bancos centrales de los 28 países de la UE, sería que cundiera el ejemplo de los británicos y hubiera otras naciones que decidieran abandonar la UE y volver a la situación y moneda anteriores a la unificación. Usted siga en su empeño en crear cizaña entre España y Cataluña, usted enseñe a los catalanes que, dejando de cumplir las leyes, es como se consiguen las cosas; usted siga creyendo que CDC o su sucedáneo el PDEcat van a ser los que gobiernen en un hipotético país catalán, si es que es tan ciega que no se da cuenta de que quienes están mejorando son, precisamente, los comunistas de Podemos o lo que es lo mismo,1os de Barcelona en Comú, de Ada Colau, con la posible ayuda de los de la CUP, que no van a permitir que gobiernen el señor Mas o el señor Homs.
O así es como, señores, desde el punto de vista de un ciudadano de a pie, no nos queda más remedio que calificar a esta señora, talludita, que tanto le gusta destacar entre los de sus mismas ideas y que se beneficia de sus ataques contra el Estado español, que le permiten vivir en la opulencia, como una persona indeseable y non grata para el pueblo español; muy perniciosa por hacer creer a los catalanes en sueños utópicos que ella sabe, perfectamente, que no van a materializarse y, finalmente, recomendarle que no pretenda que, por ser famosa a causa de sus perogrulladas en Cataluña, puede permitirse juzgar a los demás como si en sus manos estuviera la posibilidad de hacerlo; porque, aunque no se lo crea, hay muchos españoles que se lo van a recordar en su momento oportuno. DIARIO Bahía de Cádiz