“Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir”. Francisco de Quevedo.
A medida que va transcurriendo el plazo de dos meses que se les concede a los aspirantes a candidatos para la presidencia del gobierno, va notándose el nerviosismo, las premuras, los miedos y las necesidades de conseguir vender sus personas, por parte de aquellos que siguen manteniendo sus esperanzas de gobernar a los españoles. Cada uno de los partidos en liza va agotando sus triunfos en esta incruenta partida para conseguir el premio, si es que se puede llamar así, de ocupar la poltrona presidencial.
Es curioso como, dentro de las variadas estrategias que las distintas formaciones políticas están utilizando, para situarse en el mejor lugar en su carrera hacia el poder; se están produciendo movimientos tácticos que indican que, a medida que se va acercando el fin del tiempo para conseguir los apoyos precisos, el nerviosismo hace que, aquellos que permanecían impávidos esperando el fracaso de sus adversarios, quieran recuperar el tiempo perdido y se apresuran a entrar en esta carrera de despropósitos consistente en creerse que ofreciendo nuevas mejoras, más apoyos, nuevas bicocas, menos impuestos, más trabajo y más remuneraciones a los ciudadanos; van a conseguir que los votos se inclinen a su favor, después de que, todos sin excepción, hayan logrado la gran gesta de que los españoles ya no creamos en las promesas de ninguno de los políticos que, actualmente, ocupan los asientos de las varias instituciones del Estado español.
Ni uno solo de los políticos que hoy se están esforzando en conseguir acuerdos de gobernabilidad, ha mantenido su palabra en cuanto a cual sería su postura respecto a quienes apoyaría, en qué tipo de gobierno participaría, a quienes excluiría de sus apoyos, con quienes nunca se sentaría en un gobierno y con quienes negociaría o no para que, en el caso de no participar en el gobierno, apoyarlos o no desde la oposición.
Empezando por Ciudadanos que, por boca del señor Albert Rivera viene diciendo que nunca estaría en un acuerdo con Podemos, ni en un gobierno en el que ellos participaran de alguna manera, aunque fuera absteniéndose. Primero se mostró dispuesto a una coalición con el PP de Rajoy y, más tarde, se pronunció en el sentido de que Rajoy debía retirarse. Dijo que no participaría en un gobierno de España pero que, puntualmente le prestaría sus apoyos. ¿Ha cumplido su promesa? Pues no señores. Rivera no parece que se oponga a una negociación, menaje a trois, entre Ciudadanos, PSOE y Podemos. Rivera sabe que no puede gobernar solo con Sánchez y necesita que Podemos, al menos, se abstenga ¿qué está dispuesto a ceder a los de Iglesias para que lo hagan? Muy buenas palabras, mucho rechazo a la corrupción y mucho chupar cámara para que se le vea que intenta, a toda costa, llegar a un acuerdo con vistas a una mejora de sus resultados electorales si se tuvieran que celebrar nuevas elecciones legislativas, en el mes de Junio. Créanme, no hay ningún político inocente en esta batalla por el poder.
Los de Podemos a lo suyo. Es cierto que el señor Pablo Iglesias ha cometido una serie de errores de bulto, que han servido para distanciarlo del número dos I Errejón que está muy disgustado. Tampoco parece que, entre sus colegas de las Mareas o de BenComú de Ada Colau exista mucho entendimiento, si tenemos en cuenta como, la señora Colau, picada en su amor propio por las palabras de Azúa que la enviaba a vender pescado a la pescadería, parece dispuesta a formar su propio partido y se sabe que está llegando a acuerdos con Izeta, del PSC catalán, para algún tipo de entente. Tampoco las encuestas le anuncian unos buenos resultados en unos futuros comicios lo que, seguramente, le han hecho rebajar el listón en sus exigencias para una alianza con Sánchez. ¿Llegará a renunciar a apoyar el referéndum catalán por el derecho a decidir exponiéndose a una ruptura con el grupo de Ada Colau?, ¿se verá obligado P.Iglesias a ceder ante el sector más pactista de su partido, el liderado por Errejón? Si esto ocurriera es muy posible que se volvieran las tornas y, el actual número dos fuera el que acabara dirigiendo a Podemos en perjuicio de Iglesias
Y veamos lo que ocurre con el que se juega, en este envite, todo lo que pudiera llegar a representar dentro de su partido, el PSOE. Para Pedro no hay muchas opciones: o sale vencedor en este combate y queda eliminado de cualquier aspiración a cargos importantes dentro de la dirección de su formación. Ello le llevará a ceder y volver a ceder, en un intento de arrastrar a Podemos a su redil y, al mismo tiempo, intentar algo que no le resultará fácil, no sobrepasar las líneas rojas que le puso la Dirección del PSOE integrada por los barones de la vieja guardia socialista. Sabe que tiene a Susana Díaz que le sopla detrás de las orejas y que, algunos personajes de su formación vienen advirtiendo del peligro que supone apartarse de la social democracia para ser arrastrado hacia la extrema izquierda; algo que, evidentemente sucedería si llegase a pactar con Podemos e IU o si, para sumar, precisase de la abstención de los partidos independentistas, un tema que obviamente supondría algunos compromisos con ellos, que le sería difícil explicar a sus compañeros de la dirección.
¿Pero que le ocurre al PP del señor Rajoy? Nos es difícil entender lo que se esconde detrás de su empecinamiento en mantener enhiesta su propuesta de que: no cabe otra solución que un acuerdo entre el PP, el PSOE y, si ellos quieren, con Ciudadanos; todo ello bajo la presidencia de don Mariano. O lo que buscan es unas nuevas elecciones, para intentar mejorar sus resultados, confiando que el resto de partidos los empeoren o bien, esperar a que, incapaces de conseguir otros acuerdos, los socialistas de Sánchez decidan rendirse y ofrecerse para la gran coalición. Improbable, muy improbable, debido a que el repudio al PP de los socialistas no es un capricho individual de Sánchez, sino que ha sido ratificado por el resto de dirigentes y las encuestas que se han ido haciendo dicen que esta postura es compartida por un 80% de los militantes socialistas.
Tenemos la impresión de que don Mariano ha entrado en una especie de trance quijotesco que le hace “mantella y no enmendalla” al que, como meros ciudadanos de a pie, no le acabamos de encontrar el sentido, cuando vemos que, contrariamente a lo que nos estuvieron diciendo durante los últimos tiempos de su gobierno, el tema del déficit público parece que no ha sido tan favorable como se nos explicaba y, aunque ya sabemos que se ha conseguido rebajarlo del 9% que nos dejaron los socialistas al 5’2% del PIB, es evidente que no se nos ha dicho la verdad sobre lo que sucedía con él. El señor Aznar habló claro y, el mero hecho de ver la frialdad con la que le trató el señor Rajoy, ya es suficiente para entender que, en las palabras del antiguo presidente y actual presidente de honor del partido, cargadas de sentido común y sensatez, había una advertencia a cerca de que, el actual rumbo del PP, nos iba a llevar a su plena destrucción. En realidad, tenemos la sospecha de que don Mariano ya ha agotado su prestigio y que, quizá, fuera hora de que diera el paso a quien estuviera mejor posicionado para recoger la maltrecha herencia del señor Fraga, para devolverle al partido el prestigio que ha perdido a causa de la corrupción y el incumplimiento de sus promesas electorales; tomando las riendas de una formación que nunca debió desviarse de sus valores y objetivos que lo caracterizaron durante muchos años.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, se tiene la impresión de que nadie se preocupa, en la actualidad, del futuro de la nación ni del bienestar de los ciudadanos. Por el contrario, es obvio que todos los partidos se disputan, a cara de perro, el poder y, en esta disputa, van dejando jirones de los avances que se habían conseguido durante los cuatro años en los que se han aplicado medidas muy duras, se han declarado en quiebra cientos de miles de empresas y autónomos y, el desempleo, se ha venido cebando sobre millones de trabajadores y, en muchos casos, sobre millones de familias que han tenido a todos su miembros en paro. Es evidente que, de seguir por estos derroteros, lo que va a suceder que cuando tengamos gobierno, aún suponiendo que no sea de Frente Popular, será que el mal ya estará hecho y vamos a contemplar, impotentes, como todo lo conseguido con el esfuerzo de todos los españoles, se va a perder por el sumidero de la incompetencia de aquellos a los que votamos en su día. DIARIO Bahía de Cádiz