Últimamente tengo especial interés en observar la conducta de las victimas profesionales. Gracias a las redes sociales, es tal la cantidad de testimonios escritos que he atesorado que voy ya por la tesis doctoral sobre el tema. A esto le sumo las conversaciones del devenir diario y no hay resquicio que se me resista.
La victima por antonomasia carece por completo de capacidad autocritica. Jamás tiene la culpa de nada de lo que le pasa. La culpa es de los demás, del injusto sistema o de su mala suerte. El mundo se conjura contra ella y todo lo bueno que les pasa a los demás es por esa buena fortuna de la que ella o él carecen. Por supuesto y sobre todo y por encima de todo, ellos lo merecen absolutamente todo, todo, todo.
Si tratas de enfrentarlos a la realidad te odiarán para siempre porque es muy difícil con la penita que dan que nadie te comprenda. En una ocasión trate de hacerle ver a una compañera, absentista profesional, que si tenías un problema recurrente de bronquitis y te tomabas los antibióticos como te daba la gana (nunca toma lo que él medico prescribe y en cuanto se encuentra mejor lo deja) no sólo perdía efectividad el tratamiento, además las cepas se hacen resistentes y los antibióticos iban a dejar de funcionar. Por supuesto que cada uno puede hacer con su salud lo que le dé la gana, pero no es ese el problema. Si los antibióticos pierden eficacia la pierden para todo el mundo, no solo para el que los utiliza mal. Si por hacer lo que quieres sin pensar en nada ni en nadie pasas seis meses al año de baja, esos seis meses vives del resto de los españoles que hacen un uso responsable de los medicamentos.
Pero claro, encima de que está enferma tú vienes con semejantes consideraciones y eres la mala malísima ¡La pobre!
Cuando soportan carros y carretas de sus parejas -cosa que sabes porque a la víctima le encanta relatar sórdidamente todos sus sufrimientos- lo justifican a renglón seguido por ese amor tan grande por el que sus cónyuges están poseídos y que les obliga a actuar así de malamente ¡Los pobres, qué culpa tienen ellos de inspirar tales pasiones!
Tienen todos los dolores, las enfermedades más dispares, el colesterol alto, la tensión por las nubes y los nervios fatal, y te lo relatan con todo tipo de escatológicos detalles. Su sueldo también es muy injusto para lo que ellos valen y esto suele hacer que trabajen, los que trabajan, lo imprescindibles porque ¡para lo que me pagan!
Como el sistema es muy injusto y funciona muy mal, suelen ser habituales de las Urgencias hospitalarias, saltándose Centros de Salud y listas de espera. Eso sí, la culpa seguramente será de los emigrantes que nos colapsan los servicios sanitarios.
En realidad, y como su vida es muy triste, no tienen empacho ninguno en pasarse las bajas laborales de evento en evento con el fin de alegrarse un poco la vida tan terrible que les ha tocado vivir. Todo tiene una justificación que los demás no comprenderéis porque tenéis suerte.
Como tenéis tanta suerte os tocará hacer el trabajo que ellos no hacen, pagar los impuestos y las cotizaciones que a ellos les permiten costear su mala suerte. Encontrareis urgencias abarrotado cuando de verdad lo necesitéis y el fondo de las pensiones saqueado de pagar tantas bajas laborales.
Como la suerte os acompaña desde que nacisteis aguantareis a sus hijos gritando y saltándote encima en los restaurantes mientras los vuestros aguantan quietecitos y sin molestar ¿Por qué? Porque habéis tenido mucha suerte con vuestros niños ¡Qué culpa tienen ellos! ¡Son niños!
Son poseedores de todos los traumas, con ellos justifican cualquier cosa. Maestros del chantaje emocional, sacan un rédito que ríete tú de los usureros.
¡Hay que ser mala persona para cuestionar tanto sufrimiento! ¡Desde luego Susana, con la suerte que tú tienes! DIARIO Bahía de Cádiz