Si ya se tira de una patera al que no reza al mismo dios, mal podemos creer en que vamos al séptimo cielo. No han tirado, más que de su casa, al que fue icono de ideas y parabienes, que no hay como caer en desgracia para que desaparezcan los amigos, como por arte de magia.
El que “cada palo aguante su vela”, no se decía en el pasado, cuando se reían las gracias del que ahora está descamisado sin pertenecer a Podemos. Ahora a verlas llegar, comiendo pipas en el Parlamento, en las portadas de los periódicos, que no es el barrio de Salamanca fortín que aguante las embestidas de la fiscalidad. Las elecciones mandan y la voz de Montoro tiembla y Pedro se equivoca y yerra, por no saber qué botón pulsar, que en épocas de primavera la astenia juega muy malas pasadas.
Queremos irnos de playa, tenemos la sartén de las tortillas engrasada, nosotros que vapuleamos la factura de la luz, que peleamos aún la peseta, porque no somos consejeros, ni electables, ni deleznables, ni futuro cargo de nada, más que de posar las nalgas, bien asentadas y ver embarrarse al personal.
Malos ratos que pasamos viendo a los que sobreviven, no sacando de contenedores de basuras el menú del día, que eso ya está muy rancio, sino sacándose las vísceras en mitad de un reality show.
La vida se impone, empujas al de al lado que es de otra secta, o de otro clan y lo arrojas con ganas a la despensa del Azul, que es voraz y fagocita como los partidos, a ansias tomar.
A la Díez la empergaminan los mismos que la encumbraron y a la Díaz la embadurnan en sal, que somos caras de la misma moneda y nos traen y llevan en pateras cárnicas de dar y tomar.
La vida no es más que receptáculo que como don no es más que secuela de la palabra maldición. A culo pasado, ya nos hemos olvidado de todo lo que lloramos, de los recortes enfadados, de las colas en el paro, del hambre de comedores y de la indignación, porque ha comenzado el último asalto y la última distracción, pan y circo, para todos y detenciones, y registros y caras largas y amarilla y malos ratos.
Se busca a los desengañados, porque esclavos somos todos de nuestras convicciones, de nuestros deseos y solo queremos que nos den un helado gratis a la puerta de “los italianos”.
Nuestros políticos caben en un pañuelo y se han hecho chancleteables, no cercanos que no lo fueron nunca porque ni salivaron, ni moquearon, ni engriparon cuando hizo calor.
Nos las hemos visto crudas y solos, por eso ahora nos masoqueamos con la descendencia piadosa de una tonadillera, un experto sexual, una mujer desgañitada y otra fauna de una especie que es más tragable que un paterero ejerciendo el voto de castigo de una mortal expulsión. Es mejor sobrevivir en Honduras y que te expulsen con fotos y programas a cuestas, con cuentas saneadas y un posado en interviú, que callados las bocas, muertos de miedo, con niños en brazos, matados a sangre fría que es el agua una vía para la gran solución. Sin grilletes, sin ablaciones, solo quien sí y quien no, que el mundo es una tómbola, ya lo dijo Marisol.
Qué malos ratos hemos pasado para que otros nos pisen y nos ahoguen en la hiel, qué poca victoria para los preferentistas, para los que lo han perdido todo, después de tanto ahorrar, porque el que solo quiere justicia, que le devuelvan lo suyo, rechina de dientes, empuja el andador y seguro que grita un montón de improperios que no pagan alquileres, ni consultas de dentistas, ni implantes, ni medicinas de copago, ni residencia de ancianos, ni asistencia domiciliaria. No es de buen gusto en el barrio de Salamanca, ver a la policía entrando a registrar, ni los fotógrafos haciendo su trabajo, ni a los iconos cayendo en falsete. Qué mal rato, que haya contenedores por llenar y que el menú del día para muchos consista en rebuscar. DIARIO Bahía de Cádiz