“Dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana; y yo no estoy seguro sobre el universo”. Albert Einstein.
John F. Kennedy dejó escrito para el resto de los hombres la siguiente frase: “El hombre tiene que establecer un final para la guerra. Sino, ésta establecerá un fin para la Humanidad” y es posible que cuando la escribió no se percatara de lo profética que llegaría a ser. No se puede decir que la humanidad desconozca los efectos terribles de los enfrentamientos armados entre los hombres, guerras que se han ido sucediendo desde que el mundo es mundo y, a pesar de ello, demostrando el grado de estupidez del ser humano, se sigue empeñando en reincidir, una y otra vez, en el empeño de conseguir sus ambiciones, de satisfacer sus más bajos deseos y en anteponer su propio egoísmo al bien del resto de los mortales, en solucionar sus desacuerdos y sus disputas con sus vecinos por medio de los enfrentamientos armados, cada vez más sangrientos, cada vez más crueles y cada vez menos comprensibles, si se tiene en cuenta que el número, la sofisticación, el perfeccionamiento y la capacidad para masacrar a más cantidad de personas indefensas de los actuales instrumentos bélicos, se puede decir que no tiene medida.
Cuando parecía que el tema religioso, los enfrentamientos entre distintos credos y los fanatismos radicales que empujaban a los humanos a pretender imponer sus ideas religiosas a quienes tenían otras creencias, se declaraban incapaces de presagiar cualquier tipo de vida en el espacio metafísico o se mostraban convencidos de que no existía ninguna clase de Dios, por medio de la fuerza y no por las argumentaciones, la persuasión o el mismo ejemplo de cómo una persona religiosa entiende la religión y lleva una vida de acuerdo con sus creencias; había dejado de ser motivo de disputas entre los ciudadanos de un país o motivo de enfrentamientos con otros países, de pronto, en pleno siglo XXI, como si se tratara de un remake de las viejas películas sobre las Cruzadas, se reproducen viejas rencillas, se reactivan fanatismos religiosos, procedimientos inquisitoriales, sacrificios de “infieles” y se vuelve al viejo procedimiento de “la tierra quemada” como un medio para aterrorizar al adversario y provocar “conversiones” forzadas de aquellos cuya fe no es tan fuerte como para entregar su vida para defender sus creencias.
Todo aquel fanatismo religioso que se creía que estaba localizado en algunas naciones como Irán, Yemen, Arabia Saudí y otras naciones localizadas en Oriente Medio, a partir de la llamada Primavera árabe parece que ha renacido con una fuerza inusitada a través de determinadas organizaciones que han decidido hacer de su religión, supuestamente islamista, un medio para sembrar el terror en todo el mundo. Los yihadistas del E.I; los componentes del grupo terrorista Boko Haram declarado por la ONU como una amenaza internacional; los miembros de Al Qaaeda ( seguidores de Ben Laden) y los asesinos de Al Shaabab, vinculados a la anterior organización; parece que se han confabulado para extender el terror no sólo en Oriente medio, África, Australia y, más recientemente a la propia Europa, que parece completamente desconcertada ante una amenaza contra la que no sabe como luchar, ya que las tácticas utilizadas por estos grupos islamistas radicales, salvo por lo que respecta al yihadismo del EI, que ha formado su propio ejército y se dedica a luchar contra sirios, irakies, libaneses etc. con una fuerza y unos medios que han asombrado a los que se deben enfrentar a ellos; se basan en comandos perfectamente entrenados, dispuestos a morir por la causa si, con su muerte, consiguen eliminar a un buen número de “infieles”.
Si los de Boko Haram se han especializado en asesinatos a gran escala y con suma crueldad, asaltando poblaciones y raptando a mujeres y niños; los yihadistas reclutan a ciudadanos extranjeros para reforzar sus filas y no dudan en utilizar niños para degollar y decapitar a quienes no se avienen a seguir sus órdenes o no se convierten al islamismo y, los seguidores de Al Shaabab, usan los mismo procedimientos para conseguir aterrorizar a sus enemigos. Sin embargo todos ellos están ligados entre sí y forman parte del mismo plan para conseguir sus objetivos de islamizar y someter a su control a todos los países que ellos consideran que deben quedar sometidos al poder totalitario y teocrático que ellos pretenden imponer, entre ellos España.
Lo que está sucediendo en países como Francia, en la que ya se han cometido distintos atentados que se han cobrado víctimas, con la particularidad de que los yihadistas han conseguido atacar e interferir el canal público TV5 francés Monde, con gran éxito, durante tres horas forzando un cierre de 20 horas de duración. ¿Son estos los bárbaros incultos que nos figuramos o, como parece, disponen de técnicos capaces de una proeza semejante? De hecho estos piratas han amenazado a Hollande y han lanzado proclamas del E.I. En España son ya varias las operaciones de la Guardia Civil y los Mossos, en Barcelona y otras ciudades catalanas, en las que se ha detenido a 10 yihadistas que ya estaban en condiciones de poder atentar contra determinados puntos de la ciudad. Ha quedado evidenciado que en Catalunya existen varios centros de reclutamiento de ciudadanos que parecen dispuestos a convertirse al Islam y entrar al servicio de la yihad donde son entrenados en técnicas terroristas para luego enviarlos, de nuevo, a Europa para formar parte de células terroristas, de pocos componentes, dispuestas a inmolarse si fuera preciso para los atentados que tienen previstos.
Ante semejante estado de cosas nos preguntamos si Occidente, la UE en concreto, esta en condiciones de seguir garantizando la seguridad a sus ciudadanos. Es evidente que existe una intranquilidad manifiesta, tanto en las altas instancia del Estado como en las propias fuerzas del orden, que se ven desbordadas por unas tácticas utilizadas por suicidas que, a diferencia del otro terrorismo conocido hasta ahora, en el que los que perpetraban los atentados intentaban salvar la vida y poder huir antes de que el artefacto deflagrara. Y aquí surge la pregunta, que no nos ha sido contestada desde Bruselas, respecto a la necesidad de intentar evitar que, por nuestras fronteras africanas, sigan entrando inmigrantes entre los cuales se pueden colar, con suma facilidad, sujetos pertenecientes a cualquiera de estas bandas terroristas para unirse a los que ya circulan tranquilamente por las calles de nuestras ciudades.
El hecho de que, sólo en Catalunya, se encuentren concentrados más de 500.000 árabes y que existan 50 mezquitas con sus correspondientes imanes, en algunas de las cuales se sabe que se están impartiendo eslóganes de tipo yihadista; no contribuye, en manera alguna, a tranquilizar a los que residimos en esta comunidad. No se trata, como parece que se quiere dan a entender por alguien, ningún tipo de homofobia contra estos inmigrantes y, es probable, que la mayoría de ellos, sean unos ciudadanos ejemplares pero, señores, el miedo es libre y la sensación de que en un momento determinado puede producirse uno de estos terribles atentados semejantes a los que tienen lugar en países como Siria o Irak, no deja de ser un factor desestabilizante y, en consecuencia, las autoridades debieran de extremar la vigilancia y acabar con cualquier tipo de asociación, como el caso de Els Nous Cataláns que, según parece, se dedican a reclutar para la causa separatista a este tipo de inmigrantes africanos.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadanos de a pie, contemplamos como el peligro ya no nos viene sólo de fuera de nuestras fronteras, sino que, dentro de ellas, ya existen quienes están dispuestos a sembrar de nuevo el terror entre la ciudadanía. DIARIO Bahía de Cádiz