Quien se empecine en ignorar que, en las pasadas elecciones del 20D, el PP perdió 60 escaños respecto a las anteriores elecciones del año 2011; no hace más que hacerle un flaco favor al partido e impedir que, dentro de esta formación, se inicie, cuanto antes, la regeneración que, una mayoría importante de simpatizantes y miembros del partido, esta deseando que se produzca para que, los millones de los que, en aquellas elecciones le votaron –esperando que sería capaz de devolver a España aquella ilusión y aquellos valores que el gobierno socialista del señor Rodríguez Zapatero había conseguido erradicar con sus nefastas leyes, sus ataques a la moral cristiana y su absurda y desatinada forma de enfocar la crisis, que ha venido asolando el país durante los últimos años, de modo que consiguió llevar la economía de la nación a una situación prácticamente irreversible que le obligó a convocar unas urgentes elecciones –; se sintieran de nuevo ilusionados a regresar al redil de los populares.
Lo cierto es que, si el panorama hasta hoy estaba complicado en toda España, lo sucedido hoy en Cataluña ha acabado por volverlo enrevesadamente volátil, cuando las últimas esperanzas de un humillado y atolondrado Artur Mas, de recibir el apoyo del partido extremista la CUP, han caído por los sueldos desde el momento que, esta última formación política, haya decidido por 27 votos a 29 denegar el apoyo a la investidura del anterior presidente de la Generalitat. Ahora, lo único que queda por hacer es convocar unas nuevas elecciones en Cataluña, seguramente para el próximo mes de marzo, algo que, seguramente, va a crear mayor zozobra en las filas de Junts pel Sí y la necesidad de tomar en cuenta, para que no se vuelva a repetir la misma situación que ha dado lugar a la falta de entendimiento entre ambas fuerzas políticas, la posibilidad de dejar en la cuneta al señor Mas, para buscar otro candidato que tenga mayores posibilidades de consenso con el resto de partidos políticos catalanes.
Se dice que, esta nueva situación, va a resultar favorable para las izquierdas y que, la CUP, es muy posible que aumente su presencia en el nuevo Parlamento que surja de aquellas. No obstante, a quienes no es tan probable que beneficie (a la vista del bajón que dieron en la última etapa de las legislativas) es a la formación de Ciudadanos de A.Rivera, que ya decepcionaron con sus 40 escaños cuando se les pronosticaban muchos más. En este caso, el subidón que las buenas noticias de las encuestas provocó en su líder, señor Rivera, le hizo cometer errores de bulto en su estrategia, arriesgándose al declarar tajantemente que ellos no apoyarían ni a Sánchez ni a Rajoy. Errores que es muy posible que hayan sido debidos a la falta de experiencia del señor Rivera, que es muy posible que, en un futuro, le resten apoyos en la comunidad catalana.
Como el suelo del PP, en Cataluña, es probable que no pueda ser más bajo (359.000 votos), es muy posible que unas nuevas elecciones le pudieran dar a ganar unos votos que pudieran venirle de los votos que perdió en los comicios del 27S y fueron a parar a Ciudadanos, que ahora, desengañados de la indefinición de Podemos y de su imposibilidad de convertirse, por si solo, en bisagra para que otro partido pueda gobernar, hayan decidido volver al redil del PP. Sin embargo, nos encontramos con un situación verdaderamente complicada si, el plazo para la formación del Gobierno en España, finaliza a mediados de marzo y, como es muy posible que pase, no se haya conseguido el consenso para que un gobierno minoritario pudiera gobernar si, como parece casi imposible, no se elimina al irreductible Pedro Sánchez de la secretaría general del PSOE y se le sustituye por otro más propicio a entablar negociaciones con el PP y Ciudadanos, si se tercia, para llegar a acuerdos de gobierno.
Lo que sucede es que, en estos momentos, es evidente que los resultados de las urnas han puesto en una situación delicada a tres de las figuras que han venido siendo los líderes; que se han otorgado, a si mismos, una vez que han perdido credibilidad entre sus electores, el continuar encabezando sus respectivos partidos, a pesar de que es evidente que lo conveniente es que los tres, en aras de un mejor entendimiento en esta España pluripartidista, sea posible que se necesitara, para acabar con los viejos antagonismos, rencillas y posturas cicateras que el enfrentamiento, dentro de la pasada legislatura, han provocado entre ellos; la necesidad de ser sustituidos como candidatos para las próximas elecciones, tanto catalanas como legislativas.
Rajoy, Sánchez y Mas, cada uno por distintos motivos, parece que están necesitados de que sean reemplazados por sangre nueva, figuras carentes de antecedentes que los pudieran relacionar con casos de corrupción, de haber cometido errores tácticos o de ser el que ha provocado, en Cataluña, esta locura del independentismo que, a la vista está, no tiene ninguna posibilidad de conseguir sus objetivos y si, que todas estas intentonas infructuosas lleven a los catalanes y a su autonomía, a una situación insostenible y, mucho más, si en las próximas elecciones de marzo resulta que la conjunción de Barcelona en Comú de la Ada Colau (Podemos) y la CUP consiguen resultados que les permitan concertar pactos para librarse de Democracia y Libertad ( CDC) y ERC, si es que ésta no decidiera hacer causa común con los dos partidos comunistas para tomar, entre los tres, la iniciativa de conseguir una Cataluña progresista libre, en forma de República de Izquierdas Catalana. Cosas peores se han visto y, cuando hay poder de por medio, en muchas ocasiones, tienen lugar las alianzas más inverosímiles.
Si en España ocurriera algo similar a lo que ha sucedido en Cataluña, que obligase a celebrar unas nuevas elecciones legislativas; no queda nada claro que, a pesar de haber manifestado su intención de continuar como candidatos a la figura de Presidente del Gobierno, el señor Rajoy por el PP y el señor Sánchez por el PSOE; las bases de ambos partidos y sus respectivos “barones” estuvieran de acuerdo con amoldarse, una vez más, a dejarles la iniciativa a sus anteriores líderes que, en sus últimos intentos, no han conseguido otra cosa que fracasar e ir perdiendo votos y escaños, que los han situado en la difícil situación en la que actualmente nos hallamos. Creemos que el señor Rajoy se ha equivocado cuando, el mismo, se ha autoproclamado como próximo candidato si hubiera una próximas elecciones sin, previamente, haber contado con el beneplácito de las bases, muy disgustadas por las debacles en las europeas, en las autonómicas y municipales y ahora, el 20D en las legislativas, en las que el bajón ha sido de 60 escaños, una pérdida que en otro país de nuestro entorno hubiera sido suficiente para que el presidente del PP hubiera presentado su renuncia o, al menos, poner a disposición de sus votantes el puesto que actualmente ocupa.
Si tenemos en cuenta la forma poco seria y menos efectiva con la que se han tratado los asuntos de la corrupción, verdaderamente escandalosos en muchas ocasiones, los bandazos que se han dado en el caso Bárcenas, los desmentidos que se han producido que, posteriormente, han tenido que ser revocados y el daño que todos ellos han causado a la credibilidad del partido; es evidente que se impone una regeneración en la que se depuren todos aquellos dirigentes que, de alguna forma, aunque fuere indirectamente o por haber incurrido en responsabilidad “in vigilando”, siendo sustituidos por otros, no necesariamente jóvenes, cuyos currículos sean garantía de que no puedan ser acusados de ninguno de estos delitos que tanto irritan a una ciudadanía, a la que se le han venido exigiendo sacrificios y apretarse el cinturón a causa de la crisis, que, evidentemente, no puede aceptar que los haya que se lucran robando en sus puestos en la administración o en otros cargos públicos.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la desagradable percepción de que, en la derecha y en el PSOE, no se está haciendo lo posible, no se toman las decisiones o no se han enterado todavía de que, de seguir peleándose entre ellos y empeñándose en no hacer los relevos precisos, los únicos que van a sacar tajada, que se van a hacer con el poder y que nos van a llevar a la situación de Venezuela, serán los de Podemos y, el resto de partidos de la izquierda, que llevan camino de ir haciéndose, paso a paso, con el poder en varias autonomías; de modo que, cuando llegue el momento, van a dar el salto al gobierno de la nación. Una situación que, como españoles y como miembros de la derecha, no quisiéramos que llegara a producirse. DIARIO Bahía de Cádiz