“Mi pragmatismo consiste en saber que, si golpeas tu cabeza contra la pared, es tu cabeza la que se romperá y no la pared.” Antonio Gramsci (1891 – 1937)
Seguramente habrá muchos ciudadanos que no estarán de acuerdo con lo que voy a decir y, es posible que estén en lo cierto, pero, como ya se ha convertido en costumbre para mí, no me voy a dejar intimidar porque algunos piensen que desvarío u otros me tachen de viejo carca que es, al fin y al cabo, lo que soy desde hace ya unos cuantos años.
Se trata de que, en esta España de indudable estado de desconcierto, en la que se ha puesto de moda una verdadera persecución, especialmente por parte de una izquierda, que se quiere presentar como “redentora”, “desfacedora de entuertos”, “justiciera”, declarada defensora de la ética, colocándose la aureola de ser la paladina en la lucha contra la corrupción en la política; se ha venido incurriendo en un cierto macartismo o lo que se conoció como “caza de brujas” en la que, aquellos mismos que hablan de la judicialización de la política, están utilizando la pantalla del puritanismo, de la “limpieza moral”, de la intolerancia y la intransigencia, para poner en tela de juicio a sus adversarios políticos ( una práctica que, por cierto, se ha extendido a jueces y fiscales de tendencia izquierdista) utilizando para ello la brocha de las heces que tan buenos resultados les viene proporcionando, desde que han aprendido a usarla contra aquellos a los que quieren derrotar.
Dejando aparte aquello de que los hay que “ven la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio” y que, si fueran investigados, es posible que salieran oscuros secretos que los pondrían en evidencia o, si hubieran tenido oportunidad de gobernar o de ocupar cargos de importancia, quizá no se hubieran mostrado tan escrupulosos con las leyes si hubieran tenido la oportunidad de meter la mano en las arcas públicas; lo cierto es que llevamos en este país en donde la Justicia parece que, cuando se aplica, lo hace con suma lentitud de modo que, juicios como el del caso Gürtel contra miembros del PP, llevan perjudicando al partido en el Gobierno desde hace la friolera de más de catorce años, un tiempo excesivo hasta para un caso tan complejo como éste; con la particularidad de que, durante este lapso temporal, el PP ha estado sometido, ininterrumpidamente, a los ataques más feroces por parte de los partidos de la oposición lo que, desde mi punto de vista, se puede equiparar a la pena que les pudiera corresponder por la presunta culpabilidad que se pudiera llegar a derivar de tan larga e injustificada duración de la causa que se está juzgando.
Durante años hemos tenido la ocasión de escuchar a personas de gran categoría hablar de la “razón de Estado”, una frase originaria del gran Maquiavelo y que fue Giovanni Botero quien desarrollara el concepto como doctrina (Della Ragion di Stato, 1589), “para referirse a las medidas excepcionales que ejerce un gobernante con objeto de conservar o incrementar la salud y fuerza de un Estado, bajo el supuesto de que la supervivencia de dicho Estado es un valor superior a otros derechos individuales o colectivos.” En su nombre, estados como los EE. UU de América se han hecho con sus inmensos dominios y no hay gobierno que se precie que, invocando este “derecho”, no haya utilizado los servicios de inteligencia para conseguir enterarse de aquellas cuestiones que, de una forma u otra, puedan afectar a los intereses nacionales. ¿Se trata de una práctica estrictamente legal? Pues es difícil, en muchas ocasiones, aceptar que, en realidad, lo sea ya que en este tipo de tareas el oscurantismo, el secretismo, el intrusismo y los métodos éticamente incorrectos suelen ser instrumentalizados, para conseguir sus objetivos, por aquellos a los que solemos calificar de espías. No obstante, en todo el mundo se acepta que todas las naciones tengan sus propios servicios de inteligencia.
Por eso, en ocasiones, nos planteamos si esta situación de continua presión mediática, de intensas pesquisas para mirar debajo de las alfombras de determinados partidos o de estar cuestionando, de forma sistemática, algo que todos sabemos que se ha utilizado por todos los partidos que, de una forma u otra, han pasado por el gobierno de la nación, solo que, unos no han querido sacar las basuras de los otros o han considerado que estaba feo recriminar a los adversarios aquello que, se sabía positivamente, era practicado por la mayoría y otros, en cambio, han estado buscando, con avidez y malas artes, para utilizar el tema de la financiación (algo que hace tiempo que debía de haberse dejado claro en nuestra legislación) como arma arrojadiza contra los que ostentaban el poder. Algunos de los más interesados en el tema, de los que más revuelo levantan y que más se rasgan las vestiduras, los señores de Podemos, con su líder, señor Pablo Iglesias, al frente como santón inquisitorial del más puro estilo, de una colección de engañabobos que, habiendo recibido importantes aportaciones, millonarias dádivas, del señor Maduro de Venezuela, ahora pretenden presentarse como virtuosos cenobitas, legitimados para pedir cuentas a los demás de aquello, en lo que ellos y su formación, están hundidos hasta el cuello.
Lo cierto es que el politiqueo, los intereses de partido, las martingalas comunistas, los que con su deslealtad y burdas maquinaciones están intentando la independencia de Cataluña o aquellos que sienten que se van difuminando perdiendo peso en el panorama español; se agarran, como náufragos a un salvavidas, intentando, presumiendo de ser los caballeros andantes que, como el Amadís de Gaula, tienen la misión de preservar a las doncellas de caer en manos del dragón, como ocurre con Ciudadanos, que nadie sabe hacia dónde van y si de dónde vienen: de ser un partido creado para luchar contra el independentismo catalán y luego, aprovecharon el momento de la caída del PP, pretendió abarcar más de lo que podía, presentándose a las generales en las que, como era de esperar, no consiguió más que un puesto de comparsa.
La razón de Estado demanda, en esta ocasión, que cesen todas estas batallas de desgaste, que los políticos acaben de arrastrarse en el fango en búsqueda de confrontaciones inútiles con sus adversarios políticos y que, todos, tomen conciencia de que estamos en un momento de nuestra historia en el que, si fuéramos capaces de dedicar todos nuestros esfuerzos a gobernar el país; en poner orden en nuestras cuestiones internas; en evitar dar la sensación, ante la UE, de que nos estamos dedicando a destruirnos unos a otros; en aprovechar la evidente oportunidad, que nos está brindando el brexit inglés, de ocupar el lugar de la GB y formar parte de los países europeos capaces de liderar al resto, en una circunstancia única de luchar por unidad de Europa, cuando es más necesario que nunca enfrentarse a los peligros que la amenazan desde fuera como son el EI y Rusia en pleno rearme; lo que va a requerir( como nos piden desde los EE.UU), un esfuerzo para reforzar la OTAN y un incremente en los gastos militares de los países que formamos parte de la misma.
En caso contrario, si nos dejamos engañar por voceros de partidos, cuya única finalidad se centra en acabar con el sistema político democrático, precisamente invocando a la democracia como justificante de su empeño en cargarse las instituciones para, partiendo de cero, llevar al país a uno de estos “paraísos comunistas”, que tanto abundan en Suramérica y que se caracterizan por sus desastrosos resultados, en manos de sistemas totalitarios y absolutistas dirigidos por verdaderos dictadores, atentos sólo a defender sus propios intereses aunque, para ello, deban recurrir a esquilmar a sus ciudadanos, privarles de sus derechos, hacerse con el poder omnímodo y asumir todos los poderes del Estado reduciendo al parlamento y a la justicia a meros peones a su entero servicio.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, estamos convencidos de que España no va a poder soportar, sin que fallen todos los sistemas que garantizan nuestra seguridad y permiten que el orden y las libertades individuales se mantengan, toda esta legislatura, si no se toman las precauciones necesarias para que se mantengan en el poder los partidos constitucionalistas; se gobierne con el apoyo de todos el país y se dejen de lado los intereses partidistas, en tanto que la nación no consiga reafirmarse en su recuperación, recobre la estabilidad económica y siga firme en su alianza con el resto de Europa, como única forma de que consigamos mantener la actual tendencia de reducción del desempleo y reactivación de toda nuestra economía. En caso contrario, mejor será que empecemos a rezar. DIARIO Bahía de Cádiz