La Sanlúcar del Santo Régimen es la Sanlúcar de los incompetentes e inútiles gobernantes, la de la recurrente compra de voluntades, del amiguismo y de los estómagos agradecidos, del conmigo o contra mi, del premio a los sumisos y el castigo a los críticos, de las arbitrariedades administrativas, de las mentiras y medias verdades, del doble gobierno y doble en ineficacia, en desidia, despreocupación e indolencia, la de los oportunistas, holgazanes, arribistas, advenedizos y gandules, pancistas.
También es la del todo vale, de las continuas chapuzas, del circo y pandereta, de la sempiterna y crónica suciedad, de las playas contaminadas, de los servicios que no sirven y de los que no existen, de los abusivos impuestos y tasas, de las barriadas desatendidas, de los baches y socavones, de las infraestructuras abandonadas.
Del mismo modo, es la de la falta de oportunidades para los jóvenes, la de búscate la vida como puedas, la de la desesperación, la del paro, pobreza y exclusión social y del narcotráfico campante, la de las ocultas colas del hambre y de la beneficencia como alternativa al derecho, la de unos cada vez más medianos sectores primarios, la de un turismo desregulado, accidental y estacional, la de los tercermundistas polígonos industriales.
Igualmente, lo es de la falta de transparencia, de las cuentas municipales falseadas, del capitalismo de amiguetes, del pelotazo, del chanchullo y del fraude, la de los medios de comunicación locales comprados con dinero público, la de las asociaciones sin ánimo de lucro que funcionan como partidos y los partidos que funcionan como agencia de colocación, la del transfuguismo a tiempo parcial consentido, mimado y mantenido con las subvenciones municipales y de los asaltas cielos hipócritas y los patrioteros de salón y pulseritas, la de la cueva de Ali Babá en que se ha convertido la corporación en toda su extensión, la del chantaje como recurso para seguir disfrutando de estatus y privilegios, la del tanto valgo por lo que sé y callo.
La de las promesas incumplidas año tras año, en este año, es la del fiasco de la celebración del V Centenario frustrado y la Capitalidad Gastronómica para beneficio de unos pocos y no para la mayoría social, de la inexistente oferta cultural, de un teatro que no lo es, de un Palacio Municipal en ruina, de un patrimonio histórico y monumental que se cae a pedazo y un medioambiental descuidado, la de los pestilentes aliviaderos, la del ruido y el desorden urbanístico tolerado para los fuertes y despiadado con los débiles.
Como no, es la de las externalizaciones y privatizaciones de servicios que no funcionan, la del desamparo de los necesitados, la de una mayoría social desestructurada, la del tejido social cómplice cuando no, resignado a su suerte y destino, la de las redes clientelares, la del inexistente movimiento vecinal y la de la indomable y numantina resistencia.
Un Santo Régimen al servicio de unos pocos en contra de una mayoría social silente, adormilada, cansada y rendida ante tanta manipulación, construido a la imagen y semejanza de un mediocre político rodeado de otros no menos mediocres que han conceptuado el poder local no como una herramienta para mejor la ciudad y la calidad de vida de los ciudadanos y sí, como un fin en sí mismo, a modo de sustento económico, que de ninguna forma podrían obtener fuera de la política.
En definitiva, es lo que hay, y en manos de esa mayoría social decente y honrada está poder cambiarlo en menos de año, luego no cabrá lamento ni desazón. DIARIO Bahía de Cádiz