La Sanlúcar del Santo Régimen es el resultado de una intrincada red clientelar tejida denodadamente durante años que afecta cualquier ámbito hasta el punto de haber pasado de ser un medio o herramienta utilizada para perpetuarse en el poder municipal, para convertirse en un fin en si mismo. Históricamente este tipo de ambiente ha sido el propicio para que determinado tipo de organizaciones delictivas se implanten en la sociedad y extiendan sus tentáculos con métodos nada aconsejables para una convivencia sana y democrática.
Hay síntomas inequívocos de lo avanzado de este proceso en la Sanlúcar del Santo Régimen. El partido político que sustenta al gobierno local y, por ende, muchos de sus honestos militantes, hace tiempo que es mero espectador y solo sirve como marca electoral para dar la cobertura legal al régimen. Esto es, pasó de herramienta política para dar solución a los problemas de la ciudad a ser utilizada como exclusivo sustento económico de su responsable y ya, por último, a tan solo una marca electoral, todo ello sin solución de continuidad. En este sentido, es muy llamativo y sintomático que una determinada ONG, muy subvencionada, haya sustituido al partido en lo de ser la cantera de cargos políticos en el Ayuntamiento, actuando como lobby político y social y la de sustento económico de sus responsables que va colocando peones con objeto de acaparar poder o influencia. De tal manera, que el partido es ya un subalterno de esa ONG y el alcalde es más alcalde por nominación que por función.
Esta red clientelar esta presente en cualquier ámbito y es ya tan absorbente que el propio alcalde, principal artífice del clientelismo originario, ahora da síntomas de estar siendo victima del monstruo engendrado. Ya rodeado de serviles a otras causas, está siendo presa de sus intereses creados y parece contentarse, dado que no tiene otro sustento económico, de estar en el cargo, pero no en el poder. Las políticas e iniciativas se las marcan esos otros que tras bambalinas se llevan los beneficios en la impunidad gracias a que han conseguido que el alcalde claudique agachando la cerviz, sobre todo, de los que provienen de esa “industria” boyante que se da más que nada en esa alejada barriada olvidada tradicional granero de votos de su partido.
En la red clientelar establecida en su primigenia regía el premio y castigo como métodos para comprar voluntades o doblegar actitudes adversas a sus intereses. Hoy la red clientelar y el clientelismo establecido como fin en sí mismo, utiliza métodos menos sutiles y refinados, pero más contundentes y, como el miedo es libre, tiene mas efectividad.
En la Sanlúcar del Santo Régimen, el partido que sustenta al gobierno y sus militantes absortos en su practica nulidad y el alcalde sumido en su soledad y sumisión son peones y deberían saber que llegado el momento serán sacrificados para poner otros más útiles en su lugar. Y si no lo saben alguien se lo debería decir, pero en esa red clientelar no encontrará nadie que se preste a ello por razones obvias y siempre habrá quien insatisfecho tenga la oportunidad y ocasión de pasarles debidas facturas. DIARIO Bahía de Cádiz