Fue el político y filósofo francés de mediados del siglo XVIII, Joseph de Maistre, quien dijo: “Cada pueblo o nación tiene el gobierno que se merece«. Más tarde el novelista y político, también francés del siglo XX, André Malraux matizó el pensamiento del anterior diciendo “... no es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen”.
En el primer caso, un gobierno es corrupto, por ejemplo, porque el pueblo se merece que así sea y, en el segundo, si es corrupto, es porque se parece a la gente a la que gobierna. Como se puede comprobar, generalizar con estos pensamientos simplistas es absolutamente injusto y nos conduce a pretender responsabilizar de manera intencionada al pueblo del carácter de su gobierno y gobernantes.
Ningún pueblo y su gente pueden ser responsable de que se compruebe que el gobernante elegido sea un incompetente, un sátrapa o corrupto, de lo que si será responsable es que comprobado lo anterior siga ostentando la responsabilidad concedida. Solo y solamente solo en este caso, la responsabilidad debe ser compartida pero, sin duda, en su justa medida.
Bajando a lo concreto y más directo. En la gente de la Sanlúcar del Santo Régimen está en determinar cuánto de responsabilidad tiene en permitir que unos consabidos incompetentes y algún que otro sátrapa cuando no corrupto sigan gobernando la ciudad haciendo lo que no tienen que hacer y no haciendo lo que deben hacer por el bien de la ciudad. En cualquier caso, no son pocos los que se niegan reconocerse en el gobierno local y, aún menos, los que admiten merecer lo que son.
En mayo de 2019 hubo una voluntad inequívoca de cambio que se ha frustrado y los responsables de que estemos donde estamos y no donde quisiéramos estar tienen nombres y apellidos y conviene no olvidarlos.
¿De quiénes es responsabilidad?
En principio, sin duda, es de incapaces que se convierten en gobernantes, funcionarios o servidores públicos. Y también de ciudadanía y sociedad, desinteresadas y pasivas, que se lo permiten.
En resumen, lo que se padece son malos o peores gobiernos, con una administración local cara e ineficiente. Caracterizada, por su poco o nulo avance, frente a evidentes pérdidas y retrocesos, como el cuestionado presupuesto municipal, el descontrolado e injustificado endeudamiento público, y la concesión y privatización de bienes y servicios públicos.
Debe tenerse siempre presente, que el origen y destino de la representación pública, el gobierno y su administración, son ciudadanía y sociedad, que tienen siempre, a fin de cuentas, el derecho a desobedecer, derogar o cambiar normas injustas; a no sostener y padecer malos y peores gobiernos, o caras e ineficientes administraciones, convertidas en refugio y dominio de ineptos, mediocres y corruptos.
Para terminar, basta igualmente recurrir a Joseph de Maistre en otros de sus conocidos aforismos: “Ningún error puede ser útil, así como ninguna verdad puede dañar” y “diviértase y viva cuanto quiera el ocioso, incompetente o corrupto: es su oficio; pero que no venga a fastidiarnos con sus impertinencias sobre la desgracia de quienes no se le parecen”.
Ni lo merecemos, ni nos parecemos, tan solo lo padecemos. DIARIO Bahía de Cádiz