Suena a sarcasmo y precisamente no fino, y más aún a burdo choteo que el consejero de Justicia del gobierno de Díaz Ayuso, el ex juez Enrique López, proclame y defienda la independencia de los jueces y la suya propia en la convención itinerante que ha montado el PP de Pablo Casado.
La secular politización y la instrumentalización política de la Justicia en nuestro país y el propio currículum del citado ex juez, en modo alguno, pueden avalar sus palabras. Vamos por partes.
Ejemplo de lo primero, es el propio CGPJ, cuya renovación lleva en “stand by” más de 1000 días y es precisamente por motivos políticos. El PP, ahora se niega a aplicar el método de elección del organismo de gobierno de los jueces que aprobó en su día precisamente porque tenía mayoría en el parlamento. Ahora que no la tiene la rechaza proponiendo que sea la elección directa por los jueces porque cree que entre los jueces hay mayoría conservadora afines a sus intereses políticos que le dan más garantías en la resolución de los numerosos casos de corrupción abiertos por resolverse en el Tribunal Constitucional, Audiencia Nacional, Tribunal Supremo y otros tribunales.
De tal manera, de todos es sabido, que de antemano se puede predecir sin equivocación el sentido de una sentencia según caiga en manos de un determinado juez o tribunal y ello nada dice a favor de la independencia de la Justicia en nuestro país.
Respecto al ex juez Enrique López, conocido también como el juez “genovés” como se suele decir, siempre habla un cojo. El juez López tiene un largo currículum de dudosa imparcialidad en sus decisiones judiciales y actividades que contradice de buena manera lo que proclama ahora sin despeinarse.
Siendo magistrado de la Audiencia Nacional y después de hacer algunos méritos y algunos intentos fallidos, al final consiguió que M. Rajoy lo nombrara miembro del Tribunal Constitucional por el cupo reservado al gobierno, a pesar que ni por currículum ni por requisitos de antigüedad podía en esa etapa ser miembro del mismo, teniendo que dimitir un año después.
Poco más tarde es reincorporado como juez de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional de una manera poco ortodoxa y siendo apartado y recusado por sus propios compañeros de la Audiencia Nacional de algunas piezas separadas del caso de la Gürtell.
Con motivo de la instrucción del caso Kitchen se ha conocido, y él mismo ha reconocido, que ejerciendo de juez en la Audiencia Nacional puso en contacto al entorno de Luis Bárcenas con el abogado del PP.
Ya como Consejero de Justicia del gobierno de Díaz Ayuso, dicen que se encarga de asesorar a la presidenta sobre los problemas judiciales que la merodean en Púnica, Aval Madrid o las responsabilidades derivadas de su indolente gestión sobre el coronavirus, así como, de utilizar sus contactos en la derecha judicial para favorecer los intereses de la propia Ayuso.
Sus fluidas relaciones con el PP le sirvieron para compaginar durante años su actividad judicial con la de trabajar como ponente y/o asistente para la Fundación FAES de Aznar.
Lo anterior descrito es tan solo un sucinto resumen que bien refleja el sui gerenis concepto de independencia judicial y que con toda la cara dura posible manifiesta el susodicho.
Cuentan que Nicolás Zarkozy, expresidente de la república francesa condenado por corrupción, abandonó España tras participar en la itinerante convención del PP de Casado y al conocer que ha sido de nuevo condenado por un juez francés, esta vez, por financiación ilegal, se lamentaba amargamente diciendo “que pena que los jueces franceses no sean tan independientes como los españoles”. DIARIO Bahía de Cádiz