Nadie puede discutir o rebatir que el turismo es la industria más volátil y especialmente sensible a cualquier eventualidad social y económica, sea de la índole que sea y que, se quiera reconocer o no por motivos de miopía política, es una industria que aporta escaso valor añadido, además de ser un sector en el que la precariedad laboral es lo predominante.
Un país en el que la industria del turismo supone más del 13% del PIB, no es de extrañar que con tal abultada dependencia, cuando se da cualquier circunstancia social y económica interna o externa, sea el país cuya economía más sufra de manera más acusada las consecuencias y sea el país que más tarde en recuperase de tales efectos.
No hay que referirse mucho atrás en el tiempo para ver como determinadas circunstancias afectan al sector turístico y, por ende, a la economía de España. Basta recordar como la amenaza terrorista internacional y los atentados sufridos en nuestro pais mermó de forma meridiana el sector turístico. Pasado la amenaza, nadie quiso ni recordar ni poner solución a la fragilidad de nuestra economía en este sentido.
Más recientemente, ha sido la pandemia Covid la que puso de manifiesto de una manera más manifiesta la fragilidad de la industria turística. El hundimiento del turismo ha hecho que la crisis económica originada haya tenido más incidencia en nuestro país y cuando empezamos a ver cierto horizonte despejado, la injustificada invasión de Ucrania por Rusia y la guerra desatada en ese país con las consecuencias económicas y sociales han dado al traste con la recuperación económica que se presagiaba. Todos los sectores productivos se están viendo afectados, sin duda alguna, y sobre todo el turismo, y al depender el PIB nacional tanto de este sector, volveremos a ver que nuestro país se vea especialmente afectado por las consecuencias económicas de la guerra y de las sanciones impuestas por la comunidad internacional a Rusia y nuevamente seremos quienes tardaremos mucho más tiempo en recuperarnos.
Ninguna de estas circunstancias ha servido para hacer reflexionar a los gobernantes para evitar la excesiva dependencia que nuestro tejido productivo y nuestra economía tiene del Turismo, más allá de lamentar y justificar la debacle económica y social.
Los que no lo quieren o no les interesa verlo porque pondría de manifiesto su incapacidad e incompetencia para, no solo dar consistencia al mercado turístico español mediante una regulación más estricta evitando la estacionalidad y otros condicionantes, sino para apostar por otros sectores productivos que aporten más valor añadido y no sean reductos de precariedad laboral, para reducir la excesiva dependencia que nuestra economía nacional tiene del turismo en general y del sector servicios en particular, son los mismos que después se rasgan las vestiduras lamentando la fragilidad de nuestra economía
El cortoplacismo de unos políticos que sólo se preocupan en obtener réditos políticos rápidos que puedan garantizarles seguir en el cargo que ocupan, es la verdadera rémora que hace que no avancemos y sigamos instalados en la precariedad y la inestabilidad, al supeditar en gran medida nuestro tejido productivo a la volatilidad de la industria turística. DIARIO Bahía de Cádiz