Tenemos la pobre impresión de que nuestros políticos, más que intentar acercar posiciones, más que preocuparse por la situación en la que están poniendo a España y a los españoles y más que sentir la responsabilidad que están asumiendo sumiéndose en batallas fraticidas en las que ponen a los ciudadanos en el brete de tener que asumir posturas y enfrentamientos que los alejan entre sí en lugar de juntarlos; simplemente por cuestiones personales, partidistas, ideológicas o egoístas de los líderes de los partidos, incapaces de anteponer la razón, el sentido común, la tolerancia y el bien colectivo a sus particulares visiones de la situación política, social, económica y financiera de este país, que, mientras los separatistas no consigan dividirlo, todavía lo conocemos como España.
No le arriendo la ganancia a SM el Rey en este trance de tener que hacerse cargo de la ingrata tarea de intentar poner orden en donde, en gran parte gracias a las tácticas evidentemente leninistas utilizadas por el señor P.Iglesias de Podemos y la absurda terquedad del señor Pedro Sánchez del PSOE, la cuestión de constituir un nuevo gobierno capaz de inspirar confianza en Europa, de ser aceptado por la mayoría de españoles y de tener la preparación, la capacidad, la generosidad y la firmeza para ocuparse de los principales problemas a los que ha de hacer frente nuestro país, como pudieran ser el conseguir la confianza de los inversores, acabar con los intentos secesionistas de aquellos que se valen de la debilidad de las instituciones en tiempos de discordia para intentar avanzar en su utópico camino hacia la secesión definitiva de España, mantener las buenas relaciones con Bruselas y evitar enfrentamientos inútiles con la CE que, como se ha demostrado suficientemente, acaban siempre en fracaso y con graves perjuicios para todos aquellos temerarios que lo han intentado.
No sabemos si, como hay ya voces que lo están pidiendo, el sacrificio personal de los actuales líderes del PP y el PSOE, cediendo la iniciativa a otros miembros cualificados de sus respectivos partidos, podría ser una solución para la situación actual. Es posible que sí, no obstante hay un pero importante. ¿quién debería ocupar su puesto en cada formación o quién estaría dispuesto, en las actuales condiciones, a asumir esta responsabilidad, sabiendo que una parte de sus votantes pudiera decidir no aceptar su solución al no tener el respaldo de las urnas? No hay duda de que, si el Rey no consigue acuerdos de investidura para alguno de los aspirantes, si no hay los respaldos suficientes para tener la garantía de que se podrá constituir un gobierno sólido, con garantías de estabilidad, capaz de recobrar la confianza del pueblo y decidido a seguir en la tarea de la recuperación de nuestra nación; lo más probable sería que se volvieran a convocar unas nuevas elecciones que, por otra parte, no quiere decir que, de ellas, pueda salir un nuevo mapa político mejor, más definido, menos atomizado o fanatizado que el resultado que se consiguió, como consecuencia de los comicios del 20 de Diciembre pasado.
En todo caso es necesario que se empiecen a definir, abandonen sus posturas equívocas y se presten a aceptar el papel que parece ser que los votantes decidieron asignarles en las pasadas elecciones, de intermediarios, negociadores, orientadores y diplomáticos, estos señores de Ciudadanos, con su líder, Albert Ribera, al frente. Si bien es cierto que no alcanzaron el número de votos suficientes para ser decisivos en la aritmética parlamentaria, también lo es que, hasta ahora, parece ser el único partido idóneo para hablar y razonar con las dos partes enfrentadas, a cara de perro, que parecen no encontrar quien sea capaz de convencer al señor P.Sánchez, del PSOE, de que la opción de aliarse con Podemos, sería el peor de los acuerdos que se podría conseguir para gobernar la nación española. Nadie puede ser llamado a engaño con respecto a estos comunistas bolivarianos, que irrumpieron en la política como elefante en cacharrería y sus intenciones, que nunca han pretendido ocultar, aunque si disimular, no tienen nada que ver con conseguir mantener las buenas relaciones que, hasta ahora hemos sido capaces de sostener con la CE y que nos han ayudado a que, los inversores foráneos, hayan seguido manteniendo su confianza en España, para seguir aportando sus capitales.
El señor Rivera sigue empeñado en mantener su neutralidad, algo que le ha servido para llegar donde está, pero es evidente que va a tener que mojarse y demostrar de qué lado está, si con los constitucionalistas, proponiendo las reformas que tenga en mente hacer o si con los anticonstitucionalistas, como es el caso de los separatistas y el grupo Podemos, que parecen decididos a dinamitar, en pro de no se sabe que libertades, todo lo que, hasta ahora, se había conseguido recuperar de los destrozos que nos trajo la pasada crisis mundial. No parece ser lo que más pueda beneficiar al partido de Ciudadanos sea que, todo este proceso acabe en unas nuevas elecciones, en cuyo caso parece que, según las encuestas, podría sufrir un importante recorte de votos. Tiene, no obstante, la oportunidad única de explotar su buen entendimiento con P.Sánchez para limar asperezas, razonar posiciones y convencerle de que, un gobierno de coalición sería lo más beneficioso para España, incluso con la posibilidad de que el mismo Albert Rivera fuera el candidato de consenso para la presidencia, como garante de que las reformas que consideran esenciales, se pudieran acordar dentro de un gobierno, sólido y estable, en el que, tanto el PP como el PSOE, con sus actuales dirigentes u otros que, cada formación, pudiera elegir, (si es que las posturas irreconciliables de Rajoy y Sánchez fueran la razón determinante que impida un avenimiento amistoso entre sus respectivas formaciones) pudieran participar con un reparto apropiado de ministerios, en función de los resultados electorales que, cada uno de ellos, haya obtenido el 20D.
La persistencia y el empecinamiento en seguir dando golpes contra el aguijón, a los únicos que beneficia es a los secesionistas catalanes, que se regocijan ante la posibilidad de un gobierno débil, en manos de comunistas, que les han prometido su ansiado referendo pero que, en definitiva, lo que pretenden es ir creando división entre los pueblos de España, para ir alcanzando posiciones de fuerza que, más adelante, les dieran la posibilidad de acaparar el poder, absorbiendo lo que queda del PSOE y poniendo en práctica los mismos procedimientos totalitarios y absolutistas que, su benefactor Nicolás Maduro, ha conseguido imponen en una Venezuela a las puertas de la quiebra absoluta y con el pueblo condenado a la miseria.
Entre tanto es obvio que la situación de nuestro país, sin que se puedan tomar decisiones de importancia, sin un gobierno que pueda afrontar los más inmediatos problemas y que infunda confianza, tanto en la UE como entre los inversores que están expectantes, con sus inversiones en stand by , inquietos y tomando precauciones, como ha sido la retirada de España de más de 41.000 millones de euros desde primeros de año; no puede seguir en esta situación de interinidad que, como no, también está perjudicando el desarrollo de nuestras empresas y las inversiones que las perspectivas favorables de nuestra economía y las exportaciones hacían aconsejables y que, no obstante han sido suspendidas a la espera de qué clase de gobierno acabe dirigiendo la política y las finanzas de nuestra nación.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, observamos entre pasmados e inquietos, como van pasando los días, los políticos siguen lanzándose los trastos a la cabeza, la seguridad jurídica se está poniendo en cuestión y las normas constitucionales pendientes de que los anticonstitucionalistas se las salten a la torera e impongan su régimen dictatorial, antes de que los españoles seamos capaces de reaccionar para impedirlo. DIARIO Bahía de Cádiz