Permítanme que me presente, soy nuevo aquí, con el permiso de esta casa, DIARIO Bahía de Cádiz y con el de los lectores, a los que me encomiendo desde hoy. Intentaré estar a la altura, aunque será difícil, de los buenos amigos y profesionales que ya forman parte de ella, estando ‘Alikindoi’ de lo que pasa, como Carlos Alberto Cabrera, incluso rebuscando en mi ‘Fondo de Armario’, para lo que pediré consejo a Rosario Troncoso.
Antes que nada, advertirles que no me gusta el fútbol, no soy muy amante de las series, tengo desactivadas las notificaciones del Whatsapp y soy de esas pocas personas que no ha visto Braveheart, ni Stars Wars. Tampoco las tengo en mi lista de tareas pendientes. Por contra, disfruto con una buena lectura, agradezco los momentos de soledad y suelo desayunar un café muy cargado, con su correspondiente paracetamol.
Me defino, aunque me cuesta, como un humilde soñador, que apuesta por la integridad de mi gente, su talento y su forma de vivir la vida. Además, a pesar de que nunca he sido creyente, sí que tengo una fe enfermiza en las personas, sobre todo por aquellas que aportan una buena conversación, sin tapujos, sin nada a cambio, por el simple hecho de acercarse a mí, sin que para ello sea necesaria ningún tipo de aprobación.
Así, creo que del párrafo anterior voy a poner título a la columna que tan amablemente me cede este medio, que apodaré ‘Soñando’. No porque sufra somnolencia, más bien todo lo contrario, sino porque nací con el gen de emprendedor, no de esos que sólo están compuestos de tinta y papel o espacio y ondas sonoras, sino el que se cocina con carne, hueso, sangre caliente e ilusión, aderezado con unos gramos de locura, que apuesta todo a una, que siente, prueba y sueña, con que algún día su idea sirva para construir un mundo un poco mejor.
Cuento, al menos eso espero, con un séquito de amistades, unas más, otras menos, un grupo cerrado, un batallón de opiniones, que me ayudará a traducir las líneas que cada semana plasmaré en este diario. Batiburrillo de reflexiones, brainstorming que lo llaman ahora los entendidos en técnicas de creatividad, con las que expresaré no sólo mi mundo interior, sino mi peculiar visión de lo que ocurre en el exterior. Asimismo, siempre intentaré acompañar mi pluma de una canción, previsiblemente de Bunbury, en un esfuerzo por generar adeptos a su música y hacerlos entrar en trance.
Y al final, como diría Enrique, permíteme que te invite a mi despedida, en esta nueva aventura. Prometo seguir dando vueltas por el barrio, no importa que no merezca más tu atención. Te mostraré como se hacen las cosas en mi familia, así me enseñaron que las hiciera yo. No importa que tengas algo mejor que hacer, intentaré atarte con todas mis fuerzas, a ver si así, podemos quedarnos juntos toda la vida. Gracias. DIARIO Bahía de Cádiz Vicente Marrufo