Hay un país en el mundo donde se ha perdido la sensibilidad por el prójimo, quizás solo en la época de la Inquisición se superaba la inhumanidad que hoy en día campea en España.
Parecería mentira, pero es tristemente cierto que aquí la conciencia se duerme, es como si un opio generalizado nos poseyera para hacernos inertes y permanecer casi indiferentes ante los escalofriantes descubrimientos que cada día engrosan la lista de la corrupción.
Posiblemente esa inercia no sea otra cosa que la manera en que Dios se apiada del pueblo español y lo vuelve apático para que sienta menos angustia por la situación que se vive, de ser así, no queda más que agradecer la bondad del Divino y simplemente seguir viviendo hasta que cesen los latidos. Amante como soy de la Historia como ciencia, recuerdo que siendo muy niña escuché en boca de mis hermanos mayores una frase que se me quedó grabada, aunque ignoro quien la dijo, pensaba no se si realidad o ficción, que la frase en cuestión era de Pedro el Ermitaño, sin embargo no he podido constatarlo.
Sin más preámbulo comparto aquella frase que se ajusta a lo expresado anteriormente: “Mi vida en la tierra es una peregrinación y mi cuerpo es tan débil que moriré al primer intento, la muerte será para mi un descanso”, obvio el motivo por el cual fue dicha, no es el tema que nos ocupa, pero puede ajustarse a la perfección a este estado de cosas que conmueven a quienes tienen ojos para ver.
Me preocupa España, pero en este caso mi mayor preocupación es Cádiz, donde según se dice, desde 2009 en una institución gubernamental, se registran casos de enfermedades muy graves.
El solo hecho de la existencia de una denuncia en este sentido debería ser suficiente para que se ordene una investigación bajo la inspección de un organismo sanitario entendido en la materia.
La Subdelegación del Gobierno ha permanecido sorda, ciega y muda ante el pedido de los trabajadores de una revisión a este hábitat.
Lo primero debe ser la gente, la preocupación para que el lugar de trabajo esté suficientemente saneado y en condiciones habitables que no represente peligro en ningún aspecto.
Sin embargo cualquiera diría que a nadie importa nada, será cuestión de sálvese quien pueda y como pueda, que aquí el tiempo de casi todos los funcionarios en casi todas las dependencias, se utiliza para acarrear millones de euros y luego llevarlos a un paraíso fiscal donde proporcione beneficios y permanezca sin peligro.
El Gobierno no responde al llamado de la Junta de Personal General del Estado en Cádiz y es, señores, que los superpoderosos gobiernistas tienen mucho en qué pensar y lo que menos interesa es la salud ni nada relacionado con la gente del pueblo. DIARIO Bahía de Cádiz Miuris Rivas