Si la esperanza del mañana se apoya en los niños de hoy, flaco favor se está haciendo a este país, si el futuro de España dependerá de unos niños cuya energía y salud se está debatiendo porque los fondos destinados para su alimentación son escasos, no quiero ni pensar cómo será de adultos una infancia abatida por el hambre.
Solo Rumanía supera la vergonzante pobreza que envuelve a los niños españoles, que los organismos oficiales tratan de envolver con palabras carentes de realidades que les avalen.
Tiene tela por donde cortar este nuevo atolladero que la ministra de sanidad y defensores de lo indefendible, favorecen y aceptan como bueno y válido, aclarando que el fondo extraordinario para la infancia, está repartido con profundo criterio “objetivo y decidido por consenso”.
La Unión Europea, fuera de esta geografía se ve como un poderío reforzado por la fuerza de poderosas potencias, la UE hace donaciones de grandes cifras de euros, construye escuelas y ejecuta toda clase de operaciones en los países del tercer mundo, el Caribe y otras latitudes, como calificar que deje a su merced a sus propios pupilos, negándoles el derecho de crecer sanos y bien nutridos.
No lo entiendo, la caridad se dice en mi tierra, comienza en la propia casa, o los programas de ayuda de la UE, son pura demagogia, o algo escapa a mi entendimiento.
Reto a la señora Ana Mato, ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, a probar esa última denominación de su alto cargo, ministra defíname lo que para usted significa IGUALDAD, si esa palabra verdaderamente existe para ustedes, o es un ornamento que se oye bonito, pero solo aparece en el papel y de seguro tampoco cuenta en su cheque de 15 y último día de mes.
Quisiera que alguno de esos personajes de cuello almidonado, explicara al pueblo español en que consiste la igualdad, si por ejemplo comparásemos el desayuno de sus hijos, con la primera comida servida en los hogares humildes, en muchos de los cuales ni un café con la clásica magdalena pueden tomar, menos aún cereales, mermelada, palmeritas o Colacao.
La situación es lamentable, estamos hablando de cientos de niños cuyos padres carecen de trabajo, no cobran y por consiguiente no pueden comprar comida, ni dar de comer a sus hijos.
Y estamos en Europa, me estremezco ante estas situaciones que estoy constatando, no me lo cuenta nadie, mis propios ojos ven la desesperación de los hogares, la impotencia de los padres, que pena por Dios, cuanta inconsciencia de estos dirigentes que están dando ante el mundo la peor visión de la marca española que debe ser primero la gente y luego todo lo demás.
Señores, tengan un poco de vergüenza y depositen en otras manos los poderes del Estado, manos que puedan trabajar por el bien común, olvidándose de intereses propios, bien buscados, algunos aparecerán.