Karl Marx me impactó en su momento con la determinación de la conciencia por parte de las estructuras que creamos con esa misma conciencia, con lo cual la propia conciencia pasa a un segundo plano. Copérnico golpeó la vanagloria universal del humano, Darwin denigró su vanidad como especie y Freud acabó por rematar la soberbia de un ser que, a diferencia de otros, está doblemente sometido: como animal y como humano, de manera que ser libre es conocerse a sí mismo y a su entorno, algo reservado a minorías, como dirían Schopenhauer y Nietzsche.
Las apreciaciones de estos genios se pueden aplicar al día a día, espero que en la Historia de la Filosofía que la Junta de Andalucía no ha ignorado, le expliquen a los jóvenes estas cuestiones para que comprendan que el mejor libro de autoayuda es un manual de filosofía. Les contaré una historia relacionada con el pensamiento de Marx, dando por sentado que todos los corruptos no funcionan con su conciencia sino que es lo externo a ellos quien actúa, como –otro ejemplo- también actúa en esos hermanos a los que se les acaba la felicidad fraternal cuando de heredar se trata.
Un señor de sesenta años va a un banco a abrir un plan de pensiones. Sabe que el neoliberalismo lo impulsa a ello, ya no va a vivir con lo que le quede como fruto de sus casi cuarenta años de cotización. No quiere nada arriesgado. Sin embargo, una persona –que además lo conoce y no de uno o dos días- lo atiende y lo asesora, él confía en ella por ser quien es y terminan convenciéndole para que se apunte a un plan al que llaman “ambición”. Consiste en que su capital está sometido a renta variable en hasta el 70 por ciento y a renta fija en un 30 por ciento. La Bolsa estos meses va en picado y a su plan de pensiones –que él creía seguro- le han dado un bocado de más de 500 euros.
Luego descubre que lo han engañado y que el consejo que dan los bancos a sus empleados es adaptar cada plan a las características del cliente, a partir de los 57 años ya no se deben aplicar esos planes. La persona que lo ha convencido no funciona con su conciencia sino con sus circunstancias personales externas. El sesentón protesta y lo llama “conservador” (¿quién le ha lavado el cerebro al sujeto?, ¿lo externo?).
Cuando me contaron la historia pensé en que la vida suele funcionar así, que hay que ir por ella con un abogado y un notario, que en eso consiste la crisis de civilización que tenemos y que por eso esta forma de vivir o acabamos con ella o ella acabará con nosotros. DIARIO Bahía de Cádiz Ramón Reig