Si tienes una deuda con el fisco de más de un millón de euros, debes estar temblando porque te van a mandar una carta petitoria, para perjuicio de tu crédito social. Tal es así que creo que en las procesiones se va a notar mucho el temblequeo, y en los colegios públicos, ya se dice que hay algunos padres que andan temerarios.
Si se confunde política con caridad, si la solidaridad va en sobres encurtidos con siglas de partidos, en vez de en platos de comida, no es de extrañar que los colegios anden empiojados.
La Educación no existe porque a nadie le importa un pimiento y la señorita Pepis ya está en edad de jubilación y aún dando clase de interina. Luce las medias del corte inglés, las niñas de lame y cose y las madres a las puertas del patio, presumiendo de “no sé qué”, enlutaditas y sin nota.
Celia Soriano se hará mayor y tendrá que esperar que estas maestras de pega, que no sacan oposiciones, dejen de dar morcilla y se vayan a su casa, como ya hicieron muchos que se perpetuaron en los colegios, sin haber dado el callo y encima exigiendo privilegios. La de religión hace cálculos de procesiones y su sustituta cursillos de a cincuenta y cincuenta euros, que ahí no valen oposiciones sino el dispendio de la iglesia. Dinero pagado no por todos, sino por nosotros, que somos los que damos la peonada, los que pasamos horas en pie rezando para seguir trabajando, para seguir preparándonos y para que un día no estallemos y se escuche la traca hasta en camposanto. No somos poseedores de un millón de euros, lo mismo por eso no somos estafadores ni corruptos, y si nos ponen una multa, aunque sea de tráfico, la pagamos porque estamos acostumbrados a pagar, hasta cuando no debemos.
Deberíamos limpiarnos las legañas de los ojos y ver claro, poner los pies en cabestrillo y hacer una cabriola, todo fuera para que esos malnacidos de piñón batido, dejaran de jodernos y se fueran a Constantinopla, a hacerse unas manoplas con las que masajearse la hiel. Qué estamos un poco hartos y un mucho cansados, es el estribillo de una chirigota que se agota en la letra que nunca escribirán de tener un millón de euros, aunque sea estafados al Estado y avisados por carta petitoria y descrédito social.
Carnavales sin avales, estafas de corruptos, muermos sociales que no valen para ná, más que para vegetar, vampíricos asesinos de sueldos, de avances y origen de desterrados y subsidiados, de gente anónima a la puertas del paro. Un millón sin pagar, un millón y otro más para sanidad, para educación y opositores que nunca ocuparán puestos de interinos, que salen baratos y son de saldo, como la cultura que se nos desangra por los vericuetos de un sistema que nadie puede salvar, si no nos ponemos con cubo y pala, como locos, a fregar. DIARIO Bahía de Cádiz