De una forma retorcida, al Partido Popular le conviene el avance de Podemos. Entre otras cosas porque siempre será mejor pelearse en el Congreso con un partido radical de izquierdas que con el PSOE, apareciendo así el PP como una fuerza política moderada, de derechas pero tendiendo al centro. Así es como siempre han querido mostrarse; enfrentados a Pablo Iglesias y los suyos, los populares se convertirán en los paladines de la sensatez y del sentido común. Sólo así se explica que se hable tanto de ellos en 13 TV. Iglesias, como fenómeno mediático, fue una creación de la extinta cadena Intereconomía. Y, por cierto, alguien debería recordarle al señor Iglesias que uno de los últimos que emplearon la guillotina fue Adolf Hitler, otro fenómeno de los medios que había en su época. Se recuerda poco que el Tercer Reich, durante su breve existencia, le cortó la cabeza mediante la guillotina a 16.000 alemanes. En cualquier caso, la derecha está aplicando con la izquierda la estrategia de “divide y vencerás”, puesto que todo hace suponer que el ascenso de Podemos en las próximas elecciones tendrá lugar, en primer lugar, a costa de un descenso en los votos del PSOE.
Y en el PSOE lo saben, así que Pedro Sánchez, creativamente, ha intervenido “por sorpresa” en el programa televisivo Sálvame. A fin de cuentas, se podrá decir de este programa lo que se quiera; que es telebasura, que incita los más bajos instintos que anidan en todos nosotros, etcétera. Pero lo que es indudable también es que todos los días Sálvame es visto por un buen montón de espectadores y Pedro Sánchez, actuando exclusivamente en función del cálculo político, hace bien en dirigirse ahí, con la intención de recabar votos. En los reality shows podría haber un buen caladero electoral esperando a que alguien, con suficiente visión, lo explote. Pero a mí me gustaría que el ejemplo dado por Sánchez como fenómeno mediático no se quedase solamente en eso, sino que se prolongase más allá. Puesto que en esos programas suele utilizarse la “máquina de la verdad” —el diccionario de la RAE aún no admite el vocablo polígrafo como sinónimo de este invento— para comprobar si un determinado personaje mediático le ha puesto los cuernos a otro con un tercero, y cosas por el estilo, estaría bien que los candidatos a convertirse en el próximo presidente del Gobierno de España se sentaran ante el detector de mentiras y viéramos qué hay de cierto en sus promesas electorales, si piensan cumplirlas o engañarnos otra vez. Seguramente, nos llevaríamos más de una sorpresa con sus respuestas. O quizá no. DIARIO Bahía de Cádiz