Recuerdo desde pequeño acudir con mis padres a las manifestaciones que se organizan cada año contra la base militar estadounidense en Rota. A pesar de los esfuerzos denodados por diversas organizaciones (mi familia incluida) por hacerme entenderlo, mis primeras intuiciones no fueron antiimperialistas, ni siquiera pacifistas. Estaba acostumbrado (o como diría el yanqui promedio, “used to”, “usado para”) a que Estados Unidos tuviese presencia militar internacional. Mis propios profesores me llevaron allí de pequeño a contemplar los navíos. No, yo comprendí lo que era una base militar, específicamente la de Rota, cuando comencé a entender las imágenes de la guerra.
Y siento un profundo terror al respecto.
Como muchos y muchas ya sabéis, Trump ha lanzado hace escasos días un ataque sobre Siria. Todo esto cae lejos, ¿verdad? No tanto. Como algunos medios han publicado[1], el ataque se realizó desde el USS Porter y el USS Ross, dos navíos destructores que… ¡oh! Están atracados en Rota. La base militar, esa que todos defendíamos porque “generaba empleo”, ha resultado, como era previsible, un enclave táctico para la Defensa norteamericana.
¿Cuál es la importancia que tiene esto para el gaditano promedio?, os preguntaréis. Es enorme: todo aquel que haya visitado alguna vez la base sabe que los soldados norteamericanos entran y salen del recinto, están en convivencia con los alrededores. Implicar la base de Rota en la guerra de Siria es traer los intereses geopolíticos a suelo andaluz. Podríamos aducir enseguida que es asunto del ministerio yanqui, y que sabemos que es casi imposible entrar armado en una base militar.
Pero dos más dos no es un cálculo complejo: evidentemente no se va a perpetrar un ataque contra la propia base, pero recapacitemos; la situación en Siria, tanto por el lado gubernamental como por el de los terroristas, necesita que Estados Unidos saque sus manos del territorio. Y lo harán vía diplomática, poniendo en riesgo, como han hecho hasta el momento, a la población civil. Está en riesgo nuestra propia seguridad por permitir que los soldados norteamericanos compren en nuestros supermercados, beban en nuestros bares, paseen por nuestras calles. Si el ISIS o Bassar al-Assad quisieran desacreditar la presencia estadounidense en territorio europeo y con ello librarse de una posición clave para Trump, atacarán a la población civil: a nosotros.
No podemos permitir que se viole a un país extranjero desde nuestro propio territorio andaluz, no sólo por motivos humanistas (“por España y la Humanidad”), sino porque los implicados no son los norteamericanos, sino el pueblo gaditano en este caso. ¿Demasiado descabellado? Recordemos los ataques terroristas de los últimos tiempos (todos contra civiles ajenos a la geopolítica) y recordemos los motivos: intervencionismo militar. Y contra las proclamas de muchos partidos conservadores y conspiranoicos, la Historia se hace anécdota: nos damos cuenta en un revés de que el verdadero peligro… está en casa.
Recuerdo desde pequeño acudir con mis padres a las manifestaciones que se organizan cada año contra la base militar estadounidense en Rota. Cargaron contra ellos los medios, las gentes, los partidos interesados. Y sin embargo, nunca les faltó razón. DIARIO Bahía de Cádiz
[1] http://www.20minutos.es/noticia/3007061/0/destructores-base-naval-rota-ataque-base-aerea-siria/