En ocasiones hasta siento una cierta pena por la carga de irrealidad, estupidez y falta de sentido común que vienen acumulando estos que corren, como hacen los borregos, detrás de un líder desbocado, hacia la sima desde la que se despeñaran inevitablemente, sólo porque una avispa clavó su aguijón en las partes blandas del conductor de la manada. Lo curioso es que su animadversión contra España y todo lo español, normalmente personificada en la capital de España, Madrid, les hace preferir inclinarse hacia otras naciones con las que intentan identificarse, con las que preferirían coaligarse o incluso integrarse, antes que admitir que lo más normal, lo sensato y lo más conveniente para Catalunya y los catalanes, es restablecer sus buenas relaciones con el resto de españoles con los que, hasta ahora, y pese a sus diferencias de lengua y de posturas políticas, han sido con los que más comercio han tenido (el comercio con el resto de España, se ha calculad en un 60% de la totalidad de las exportaciones catalanas), con los que más contactos han tenido y con los que más turismo interior han mantenido.
Al parecer el señor Oriol Junqueras, el líder de ERC, entre otras lindezas de las que acostumbra a pronunciar cuando habla del independentismo y de su fobia hacia España; en el año 2008 ya hizo unas manifestaciones de tipo racista que no tienen desperdicio, no solamente por hablar de un tema en el que seguramente no es experto, sino por la forma enrevesada como lo expuso, complicándose la vida de una manera que, aún siendo una muestra más de su absoluto fanatismo catalanista, hasta resulta divertido de leer. En un artículo publicado por Pablo Planas en LD, se habla de cómo, los distintos líderes catalanistas, se han esforzado a través de los años, en desligar a los catalanes del resto de los españoles que ocupamos la península Ibérica, pretendiendo, con escaso éxito, buscar un ADN distinto, como aquel del que presumen disponer los ciudadanos vascos, que los hace diferentes, como raza, del resto de españoles.
Siguiendo criterios que alguien podría encontrarles semejanza con las teorías nazis sobre las “razas superiores” que deberían dominar la humanidad, curiosamente coincidentes con las teorías expuestas por Adolf Hitler, en su obra “Mein Kampf” cuando, hablando del Estado, deja escrito: “En consecuencia, es la raza y no el Estado lo que constituye la condición previa de la existencia de una sociedad humana superior” a lo que añade más adelante: “ Según esto, el fin supremo de un Estado racista consiste en velar por la conservación de aquellos elementos raciales de origen, que como factores de cultura, fueron capaces de crear lo bello y lo digno inherente a una sociedad humana superior…”. Vean lo que el “muy honorable” Jordi Pujol escribía en 1976:” «El hombre andaluz no es un hombre coherente. Es un hombre anárquico. Es un hombre destruido. Es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual». ¿Observan ustedes grandes diferencias de contenido y filosofía entre un texto u otro? Yo diría que ambos podrían haber sido escritos por la misma pluma y la misma mano.
Oriol Junqueras, en el 2008, publicó en el diario catalán Avui lo siguiente: “Hay tres Estados -¡sólo tres!-, donde ha sido imposible agrupar a toda la población en un único grupo genético. En Italia; en Alemania, siguiendo la vieja frontera lingüística entre el alemán marítimo y el continental; y en el Estado español, entre españoles y catalanes” a lo que añadía: “En concreto, los catalanes tienen más proximidad genética con los franceses que con los españoles; más con los italianos que con los portugueses, y un poco con los suizos. Mientras que los españoles presentan más proximidad con los portugueses que con los catalanes y muy poca con los franceses. Curioso…”. ¿Hay alguien que conociendo lo que piensan estos padres del separatismo catalán pueda tener alguna duda sobre los fines secretos que se ocultan bajo este aparente nacionalismo catalán? Alguien que no sea capaz de ver, en todo este tinglado del derecho a decidir, más que un truco para atraer a los catalanes, incluso a los millones de nuevos catalanes que hoy en día constituyen, al menos, el 50% de los habitantes de Catalunya; hacia un tipo de Estado dirigido por quienes se consideran genéticamente superiores a los que “no tuvieron la suerte de nacer catalanes”, pero sí han servido para trabajar en las fábricas, las minas, los campos y las descargas y estibas de barcos, camiones o trenes; para contribuir al enriquecimiento de las mafias burguesas que siempre han tenido en sus manos la llave de la gobernabilidad del pueblo catalán.
Sin embargo, hay algunos factores sobrevenidos a este minucioso entramado del separatismo catalán, que es posible que la “astucia” del señor Más y el fanatismo de Junqueras no hayan alcanzado a sopesar debidamente cuando han planificado el panorama soberanista en Catalunya. El primero ya está superado. Fue cuando intentaron venderle al pueblo catalán que: si Catalunya se separaba de España, seguiría como nación independiente dentro de la órbita de la Unión Europea. Hoy en día ni el más cazurro independentista se lo cree. El segundo consiste en lanzar la especie, falsa y fácilmente demostrable, simplemente consultando los datos de la Hacienda Pública nacional, de que España robaba el pueblo catalán. Contrariamente a lo dicho por Mas y sus secuaces, Catalunya es de las que más dinero recibe del Estado español, no sólo en cuanto a la financiación regulada por la ley sino que, aparte, a cargo del FLA, en dos años acaba de recibir más de 40.000 millones de euros para poder pagar a farmacias, Seguridad Social etc., sin cuya ayuda la comunidad catalana haría ya tiempo que hubiera suspendido pagos. Una cantidad que resulta ser la más alta de las recibidas por ninguna del resto de comunidades autónomas del país. La solidaridad, uno de los principios establecidos en nuestra Constitución de 1978 es, como se puede comprobar, de ida y vuelta; porque lo que se paga de más, suponiendo que así fuera, por una parte después se recibe en forma de apoyos especiales o subvenciones por otros canales.
Y aquí vamos a referirnos a la obcecación, la virulencia, la rabia y el odio con el que parece que, una parte importante de los catalanes, se oponen al uso, la enseñanza y la preservación del castellano o español, como se quiera denominar; aunque estén convencidos, a pesar de que no lo digan, de que no habría dificultad alguna en que ambas lenguas conviviesen pacíficamente en el territorio catalán. Prefieren que se estudie el inglés (algo en lo que podríamos convenir como tercer idioma), el francés, el italiano o el chino, antes de que se de ni una sola hora de castellano y, aún menos, que se impartan asignaturas en el idioma nacional. Aparte de que estas limitaciones al idioma patrio constituyen una infracción constitucional, tal y como vienen afirmando reiteradamente los tribunales de Justicia españoles; es una verdadera memez, un ataque a la preparación de los alumnos catalanes y una estupidez monumental ya que, el Español o castellano, es el idioma de más de 600 millones de castellano hablantes y, por si fuera poco, es una de las lenguas que más avanza en naciones como los EE.UU que, cada día, se va acercando más al idioma nacional: el inglés.
O así es como, señores, como desde la óptica de un ciudadano de a pie, no podemos menos de denunciar como, desde las instituciones catalanistas, no sólo se ataca directamente a la unidad nacional, sino que se pretende instaurar un régimen dictatorial y absolutista, en el que las libertades de los ciudadanos que se queden en Catalunya, en un supuesto de que consiguieran la independencia, iban a quedar en manos de verdaderos xenófobos, dispuestos a aplicar a raja tabla sus procedimientos neo nazis para afirmar en Catalunya la superioridad de la raza, por encima de los españoles que en ella residimos. Lo que nos lleva, una vez más, a estar pendientes de lo que haga nuestro Gobierno que, por lo visto, sigue empeñado en retrasar cualquier reacción, quizá ante la timorata reacción del TS y TC, que parece que cada día están más remisos a decir, claramente, que en Catalunya lo que hay es una verdadera insurrección en contra del sistema democrático español. Veremos las consecuencias finales de tal comportamiento. DIARIO Bahía de Cádiz