“No nos falta valor para emprender ciertas cosas porque son difíciles, sino que son difíciles porque nos falta valor para emprenderlas”. L.A. Séneca.
Es obvio que los partidos de la oposición se han confabulado, quizá no formalmente, pero sí han decidido aprovechar todas las ocasiones que se les presentan para acosar al PP; puesto que no pueden achacarle que España vaya en mala dirección económicamente ni cometa desatinos en sus relaciones internacionales, se han propuesto hurgar en sus interioridades que, desde que se desató el famoso caso Gürtel, este inacabable folletín que los tribunales, se han empeñado en que se convierta en inacabable; no ha pasado mes en el que no se haya destapado un nuevo caso de presunta corrupción de algún miembro de la familia popular o que no se haya puesto en cuestión la honradez política de sus cargos públicos, en lo que respecta a su ejecutoria profesional o en lo relativo a la admisión de donativos para la financiación, supuestamente, ilegal del partido.
Dejando sentado que es evidente que todo el resto de partidos pretenden, por cualquier medio que se les presente, el atacar, descalificar, desautorizar, enfangar, hundir y, en definitiva, intentar que el único partido de derechas que continúa vivo en España y que, por añadidura, es el que mayor número de votos consigue en cada una de las legislativas que han tenido lugar durante los últimos años de esta tambaleante democracia, de la que disfrutamos, actualmente, en nuestra nación; acabe desapareciendo del mapa político de España. Sin embargo, es obvio que las nuevas generaciones que se hicieron con el partido, a partir del famoso descalabro electoral subsiguiente a los terribles sucesos de la masacre de la estación de Atocha del 11 de marzo del 2004; han ido evolucionando en un sentido que nada tiene que ver con el que, los antiguos votantes del PP y de Alianza Popular del señor Fraga, pudiéramos identificarnos, debido a la evolución que, dentro de la formación popular, han experimentado los principios, las ideas, los valores y los comportamientos que vienen promocionando los actuales directivos del partido, con una nueva percepción de lo que debieran ser los objetivos a conseguir.
No debimos de andar tan equivocados cuando, si bien en manos del señor Rajoy, el partido ha conseguido evidentes logros en el aspecto económico y de carácter internacional; ha logrado evitar el rescate de España, a pesar de que su excesiva preocupación por salvar la banca le hizo responsabilizarse de los 40.000 millones que se tuvieron que pedir prestados a Europa, para evitar que muchas de las entidades crediticias españolas acabasen quebrando; también es cierto que, en su excesiva preocupación para intentar congraciarse con los partidos de la oposición, por pretender vender su disposición a pactar con todos y a evitar situaciones en las que corriese el riesgo de perder votos; ha tenido que renunciar a la defensa de temas, incluidos en su oferta electoral, para ir derivando, de las manos de las nuevas incorporaciones de personas jóvenes, hacia ideas avanzadas, olvidándose de sus deberes para sus votantes, no sabemos si para asegurarse sus propios cargos (que también los hay de este tipo) o si para garantizar que, el partido, consiguiera incorporar a otras personas, procedentes de formaciones más de izquierdas, a las que se los ha atraído cediendo en temas más básicos como la Ley del Aborto; la promesa de derribar la Ley de Memoria Histórica; el caso de los matrimonios homosexuales y, por encima de todos, si es que nos queremos referir a la integridad de nuestro país: el grave error en el trato del tema independentista catalán.
Siempre nos ha parecido que Rajoy se ha rodeado de demasiada juventud (poca experiencia en política, ideas demasiado liberales, más impulsivos y propensos a mantener acuerdos transaccionales con otros partidos, para evitar el enfrentamiento, aunque con este tipo de políticas hayan tenido que abandonar, en el camino, jirones de principios, valores, ideales, tradiciones y políticas fundamentales para los que hemos ido votando al partido desde sus orígenes. Evidentemente, estos señores que dirigen el PP, en la actualidad, no parecen tener en cuenta que, hoy por hoy, la mayoría de las personas que vienen sosteniendo el partido, me refiero a los que lo mantienen vivo con sus votos, a pesar del severo castigo que recibió en las urnas, a consecuencia de los casos de corrupción que la oposición se ocupó en ventear por los cuatro puntos cardinales para intentar hacerlo desaparecer.
Lo cierto es que, por mucha fe que pretendamos mantener en la integridad de quienes han venido dirigiendo las finanzas del partido, de los que han ejercido diversos cargos públicos en las distintas Administraciones públicas de toda España o en los que han ostentados cargos de responsabilidad en los ayuntamientos en los que han participado; debemos reconocer que ha llegado un momento en el que, ha sido tal la magnitud de la avalancha de denuncias que se han ido sucediendo a lo largo de los últimos años; tal el número de personalidades del partido que vienen siendo imputadas en distintos casos de presunción de corrupciones o actividades ilícitas que, por mucho que pretendamos aferrarnos al principio de la presunción de inocencia o en aquello de “in dubio pro reo”, ya nos viene resultado más difícil pensar que existen tantos jueces, fiscales o policías que se dejen manejar por la presión de los partidos aunque, desgraciadamente, sabemos de algunos cuyas ideas nos permiten pensar de ellos que, la imparcialidad no es precisamente la virtud que guía sus actuaciones judiciales.
Como ya hemos comentado otras veces, este partido de derechas o centro derechas, como se quiera, tiene la necesidad urgente de una catarsis, que tuvieron ocasión de ponerla en práctica en el último congreso del partido y desaprovecharon la ocasión, convirtiéndolo en un mero acto de pleitesía al señor Rajoy que, es posible, que tenga bastante responsabilidad en la degradación del partido que dirige. Es necesario que, sin falsos pudores, sin dejar rincón por revisar, sin contemplaciones y con energía, se lleve a cabo una limpieza a fondo de las bodegas del barco popular, que se limpien a fondo de los detritus acumulados en su interior y que se eche lastre, todo el necesario para que la flotabilidad del partido quede garantizada aunque, para ello, sea preciso echar fuera de él al 50% de sus socios, y ello aceptando que, la recuperación de los valores del partido y el mantenimiento de sus ideales y principios éticos y morales, le obligue a permanecer en la oposición un tiempo, el necesario para que los españoles, que una vez creyeron en él, vuelvan a otorgarle su confianza al encontrar, en el nuevo y remozado PP, aquellos alicientes atractivos que hicieron que, en un tiempo pasado, decidieran otorgarle su voto.
Muchos vemos en el actual PP un partido acosado, a la defensiva, agobiado por su minoría, indeciso en la toma de decisiones, mojigato y excesivamente cauteloso cuando se trata de acabar con la insurrección catalana, abierto a nuevas ideas acerca de temas como es el aborto, la reproducción, los matrimonios gay, la adopción por los gay, la memoria histórica, la protección de la lengua castellana, el mantenimiento de una educación de calidad (parece que se está plegando a lo que, tantas veces se ha criticado, como es el permitir sacar el diploma del ESO con dos suspenso y una nota inferir a 5) etc. Como ya advertimos numerosas veces (todavía esperamos que salgan adelante los PGE) un gobierno en minoría, cuando se tiene a toda la oposición enfrente (el apoyo de Ciudadanos nos hace pensar que sólo fue para evitar que se convocaran elecciones generales, algo que, a Rivera, en aquellos momentos, no le convenía en absoluto) y se van perdiendo, uno tras otro, la mayoría, por no decir todos, los temas que va presentando el gobierno para su aprobación en el Parlamento. Ahora las cosas van cambiando, los socialistas, poco a poco, si logran superar el obstáculo de las elecciones, pudieran recuperar parte de su electorado ante el aparente estancamiento de Podemos, lo que permitiera que, dentro de unos meses, los situara en una posición mejor para afrontar unas nuevas elecciones, si es cierto que éstas pudieran celebrarse a los dos años de esta legislatura.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con pena y, a la vez, con gran preocupación, como el partido en el que pusimos todas nuestras esperanzas, va cayendo en una dinámica que más parece que lo va a convertir en una nueva social-democracia que en mantenerse en la centralidad, conservando sus atributos como un partido de derecha democrática, que es lo que necesitamos para esta España, peligrosamente escorada hacia una izquierda extrema, que ya está empezando a mostrar sus armas para acabar, en cuanto se lo permitan, con nuestra democracia. De nosotros va a depender. DIARIO Bahía de Cádiz