Noches sin luna, sin estrellas y sin Venus que nos guía en el firmamento. Atardeceres sin brisas que arrastren la sal de nuestro mar. Las que se pasan a pie de cama, en cualquier hospital, en el caso de miles de gaditanos, el Puerta del Mar en la Avenida.
Noches malditas, mientras el reloj no avanza, y se intenta conciliar breves sueños, si es que el dolor que invade a nuestro ser querido nos lo permite, en sillones diseñados por Torquemada donde nos torturamos la espalda.
Noches al lado de padres, madres, esposas o hijos. Que se hacen más duras, esperando el alta médico, como agua de lluvia cuando se recuperan. Madrugadas apurando los últimos instantes junto a un ser querido que partirá para el viaje desconocido.
Noches donde una ventana bloqueada nos permite ver el tránsito de la vida, donde el mar y la cálida arena se intuye, apenas, un par de calles más adelante.
Noches de ruidos ahogados, llanto de pequeños, llantos avergonzados de adultos, los hombres no lloran. ¿Quién inventaría es frase tan estúpida?, toses, quejidos, pitidos de alarma y timbres de aviso.
Sueños interrumpidos, para suministrar la medicación, de forma brusca por una enfermera que arrastra problemas de su casa, que se siente engañada por una administración traicionera. Despertándonos de forma amable, con una sonrisa, con voz baja: “No despierte usted al pequeño, que podemos darle las gotas mientras está dormido”, “que guapo es, parece un angelito”.
Noches donde la tablet, se transforma en tu aliada, para leer cómics, libros, ver películas a trozos… donde una bebida caliente ofrecida desinteresadamente por un celador te hace ver que aun tenemos esperanzas.
Noches tristes, noches de alegría para el nuevo padre, noches de suspiros, de pensamientos de futuro en breve o a largo plazo. Recuerdos de añorar a quien se fue prematuramente y me hubiera podido echar un gran cable en esas noches.
Noches por las que te das cuenta que mientras estamos bien, tenemos que disfrutar de la luna, de las estrellas, de Venus, de la brisas, y sobre todo, de la compañía.
Dedicado con todo el cariño del mundo para los que han sufrido esas noches, y sobre todo, para todo el personal sanitario que aun recuerda porque eligió esa profesión tan humana, tan dura y en la que ponemos tantas esperanzas, aunque a veces sean imposibles. DIARIO Bahía de Cádiz
buen articulo santa!!