Gracias a una amiga escritora que me abrió los ojos, he llegado al increíble y fascinante mundo de las “it girls” a través de sus blogs. He leído consejos impagables y disfrutado de una prosa emocionante y delicada. Mi vida ha empezado a cobrar sentido y mi feminidad ha poseído todo mi ser como una revelación.
Ahora sé que cada mañana, como la Pataki, al despertarme, me asomaré a la terraza y admiraré la increíble salida del sol bañando el horizonte en un rojo de fuego, amplificado por el mar (sic) aunque no esté allí en Australia, sino en Cádiz y mi churri no sea Thor.
Me he preguntado, junto a otra gran bloguera, y madre de hijo de futbolista, por qué son tan importantes para las mujeres los detalles de nuestros chicos y “con detalles no me refiero a grandes regalos ni flores, no. Sino a esas pequeñas cosas que nos alegran los días. Una nota en la nevera o en el ordenador del trabajo, un mensaje bonito de buenas noches, una canción con significado en el coche, un sms bonito cuando menos te lo esperas o simplemente una mirada que lo dice todo cuando te acabas de arreglar y estás con mil dudas.”
Nunca podré agradecer a mi amiga lo suficiente que me haya puesto en el camino de tanta sabiduría. Como ella dice, resulta muy estimulante saber qué debes ponerte para esperar a tu marido cuando llega a casa, después de una dura jornada de trabajo. Los outfits imprescindibles de la temporada, las líneas cosméticas recomendables para cualquier edad y la sencillez del saber estar en cada ocasión, son recomendaciones indispensables para cualquier “mujer mujer” que se precie.
Por tanto, creo haber encontrado mi camino y voy a poner mi bagaje, mi experiencia en los más selectos círculos sociales, mi “savoir faire” y mi elegancia natural al servicio de todos ustedes. No me den las gracias, lo hago gustosa en la creencia de que enriqueceré sus insulsas y monótonas vidas provincianas.
En tanto elijo el look de mi blog y las diferentes secciones que conformarán el mismo, con la ayuda de diseñadores multiplataforma que lo hagan asequible y lo pongan en valor, trataré de ofrecerles un avance de cara a las próximas fiestas y los innumerables actos sociales en los que nos vemos inmersos, centrándonos en una de las reuniones inexcusables de estos días: La comida y/o cena de empresa.
Todas nos hemos visto en alguna ocasión con ese desasosiego tan femenino del ¿qué coño me pongo? ante este agradable evento anual. Si bien este desasosiego se ve claramente disminuido con el paso de los años, es bien cierto que cuando llevamos poco tiempo en la empresa, es posible que esta amena y placentera reunión, sea esperada por nosotras como la ocasión pintiparada para conseguir intimar con algún objeto masculino de nuestros deseos.
Evidentemente queridas amigas, nuestra vestimenta en ese caso no puede ser la misma que la que debemos imponernos si por el contrario, lo que pretendes es poder poner una separación mínima y elegante entre tú y aquel o aquellos encantadores compañeros de trabajo para el que el objeto de marras vienes a ser tú misma.
En ambas situaciones, es esencial una distinción de base que no delate nada más vernos nuestras aviesas, aunque legítimas, intenciones. Nunca es recomendable para el primer caso -y ni que decir tiene del segundo- esa tan extendida costumbre de utilizar dos tallas menos por más seguras que estemos de nosotras mismas. Resulta ciertamente ordinario y poco efectivo no dejar nada a la imaginación del sexo opuesto (ya sé que mucha no tienen las criaturas, pero tampoco hay que dejarlo todo claro nada más entrar por la puerta del restaurante).
En ambos casos debemos tener en cuenta que la sencillez, tanto en nuestro “outfit” como en nuestra expresión verbal y no verbal, es lo más adecuado para salir airosas de cualquier contacto con el otro sexo. Lógica pura aplicada a las relaciones con seres tan encantadoramente primitivos, queridas.
El uso de tacones es doblemente adecuado en este tipo de reuniones informales ya que además de estilizar las piernas y dotarte de una longitud que, no nos engañemos, no tienes; sirven de arma casual y casual (en su acepción fashion) para frenar contundentemente esas aproximaciones incomodas que el exceso de alcohol en sangre propician. Siempre desagradable esa sensación de proximidad física en el momento de la exaltación de la amistad, máxime cuando la confusión propia del estado etílico lleva a no respetar status ni condición. Es en ese momento cuando un tacón de aguja, queridas mías, obra milagros convenientemente clavado en el pie que acompaña a ese o esa adorable compañera de laburo.
Por último, recomiendo fervientemente autonomía de movimientos, es decir, vete con tu propio coche, moto o teléfono de taxis grabadito en el móvil, por si tienes que hacer mutis por el foro si la cosa comienza a tomar derroteros de confidencia beoda que, bonita, mañana tienes que seguir trabajando en el mismo sitio y viendo las mismas caras… DIARIO Bahía de Cádiz