Esa es la cuestión. Una asignatura pendiente que tenemos los españoles, causante de enfrentamientos hace más de un siglo. Partidarios de uno u otro arquetipo de gobierno. Lo vivimos ayer con las armas y hoy con un gobierno, compuesto de políticos, conservadores, liberales y social demócratas, que se disputan entre ellos, el poder. Diríamos, unas derechas e izquierdas, que cada cuatro años, uno de ellos sale elegido, por mayoría absoluta.
Si es cierto, que se necesita una reforma de la Constitución, para que en la actual monarquía, tenga cabida en el juego político de la democracia, con carácter electoral. Pues si bien la Constitución habla de que España es un Estado Social y Democrático “bajo la forma política de Monarquía Parlamentaria”, genera cierta incertidumbre, en una parte de los ciudadanos, al considerar que la monarquía no alcanza un alto nivel institucional, por no haber sido remitido este punto a un consenso de los ciudadanos. Faltando con ello al art. 92 en la que se dice las decisiones políticas, de especial transcendencia “podrán” sed remitidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos.
¿Es que no tiene la democracia los instrumentos necesarios para haber previsto la continuidad de la monarquía en este país, sometiéndolo a un referéndum? Y es que la ciudadanía (como es natural) preocupados por el bien económico y social, impone más atención en estos últimos asuntos.
De aquí, que no se le haya prestado la debida importancia a la forma de gobernar un país. Cierto es que tanto Monarquía como República, lo importante es conocer de antemano, en qué clase de hombre dejaríamos las riendas del poder sin que nos ocurra este revés que ahora pende sobre todos los españoles y que pronostica un futuro oscuro y nada bueno para la mayoría .
Démosle un voto de confianza a Felipe VI. No desahuciemos la monarquía y a sus inquilinos a pesar de que uno de sus miembros se haya visto envuelto en un asunto delictivo. Porque si obramos de esta forma, antes tendríamos que desahuciar a centenares de dirigentes políticos que están llenos de mierda hasta las trancas y que han sido muchos de ellos, elegidos democráticamente en las urnas. Y si tengo que elegir, prefiero un rey actual, políticamente preparado para saber llevar su regencia a buen fin y mantener a los españoles unidos, bajo una misma bandera, que a cualquiera de los elegido por la mayoría, y que, hasta la fecha, seguimos sin encontrarlo.