Cinco siglos de la nación española no pueden ser destruidos por unos cobardes separatistas.
Tenemos la impresión de que se quiere contemporizar con quienes no se cortan un ápice cuando se trata de enfrentarse al Estado para pedirle ,¡qué digo! exigirle con malos modales, que se rinda ante sus desafíos como si, en realidad, quienes dispusieran del poder, de los medios, del apoyo democrático y de los recursos materiales y legales para hacer cumplir las leyes de la nación fueran ellos y no, como es evidente, la nación española, en su conjunto, enfrentada ante una comunidad que pretende presentarse como si, en realidad, en esta desigual partida de naipes, ellos tuvieran todos los triunfos y España se viera indefensa ante ellos.
Lo que sucede es que, lo queramos reconocer o no, quiera el Gobierno del señor Rajoy admitirlo o prefiera seguir aparentando que domina la situación; pretendan algunos partidos políticos dulcificar la amenaza y otros prefieran ignorarla, por estimar que la postura de los secesionistas catalanes favorece sus proyectos para España; el caso es que, cada día que pasa, cada acción que emprende el Gobierno para dificultar el progreso de la deriva independentista de Cataluña, la respuesta que se recibe por parte de los nacionalistas, siempre constituye una réplica mordaz, amenazante y belicosa, sean todos los que apoyen el camino hacia la independencia de España o sean algunos que, no obstante, son los más combativos y forman el núcleo duro que, incitados por los anarquistas de la CUP, la formación que podríamos decir que tiene, pese a su poca representación parlamentaria y sus escasos seguidores, la llave para obligar, al parlamento catalán, a que siga empeñado en su obsesión separatista por mucho que, desde todos los servicios jurídicos y asesorías de dentro y fuera del Parlament, se viene denunciando la imposibilidad de que se lleve a cabo este referéndum, ya que no existe apoyo legal alguno que permita afrontarlos desde la legalidad.
De hecho, ya son demasiados los sujetos integrados en las altas esferas del Gobern catalán y de las instituciones que colaboran con él en la locura que les hace insistir en su empeño, sin que tengan la menor contención, se atengan al más mínimo sentido común o respeten la legislación vigente que utilizan como arma de ataque las diatribas con las que, sin el menor rubor, insultan, amenazan, desautorizan y critican cualquier medida del Estado para impedir que sigan manteniendo su intención de llevar a cabo la consulta que, el TC y el Parlamento español, han advertido que sería desde todos los puntos de vista ilegal y contraria al ordenamiento jurídico español. El nuevo conseller de interior de la comunidad catalana, el que ha sustituido al que manifestó, con toda claridad, la imposibilidad de llevar a término un referéndum que carecía de la más mínima legalidad; un tal señor Joaquin Forn, precedido de la fama de ser un fanático del separatismo, ya ha anunciado que, pese a todo, los mossos que ahora dependen de él “no sólo no llegaremos a impedir el referéndum, sino que será todo lo contrario: facilitaremos su participación”. Otro de los más intolerantes con los catalanes que no quieren la separación de Cataluña del resto del país, el conseller de la Presidencia, Jordi Rull, se ha despachado a su gusto comentando las medidas del Estado para vigilar cada euro que se gaste la Generalitat, de los que recibe del FLA, en gastos para el referéndum, cuando se ha apresurado a amenazar: “Si colapsan económicamente y financieramente Cataluña, España se hundirá, así de claro”. Curiosamente, para este individuo, el impedir que se invierta en la preparación del referéndum ilegal, puede provocar que Cataluña se hunda económicamente y financieramente ¡Cuesta entender que alguien pueda desbarrar e una forma tan absurda! Este mismo conseller, ha insistido en su argumentación, hablando de que “Hacen un discurso del miedo porque ellos lo tienen y ven que no podrán frenarlo… Las amenazas no nos frenan, sino que nos estimulan para hacerlo mejor” ¿Miedo, a qué? A cuatro bocazas que, si tuvieran tiempo para pensar en lo que hacen, si fueran capaces de valorar sus errores de cálculo o si tuvieran dos dedos de sentido común y no fueran siervos de su locura, seguramente se darían cuenta de que quienes están en la picota, bailando en la cuerda floja y más cerca de la cárcel que de la presidencia de la Generalitat, son precisamente ellos.
Si bien, el Gobierno, parece que sigue preso de sus limitaciones, de su forma de gobernar basada en aguantar lo posible y de no tomar medidas que pudieran perjudicarles en unas futuras elecciones, no parece estar dispuesto a actuar con energía y rotundidad para parar enérgicamente cualquier nuevo intento de amenaza o extorsión. En cuanto a la ciudadanía e incluso en la catalana, ya se empiezan a notar movimientos de cansancio, muestras de que el tema catalán ya está agotado y, en consecuencia, deseos de que se acabe de una vez con tanta reclamación, poniendo orden en una comunidad que no parece dispuesta a aceptar la democracia española. Es cierto que, como parece que sería lo normal ante una situación en la que se está poniendo en evidencia el intento de un golpe de Estado para romper la unidad de España, el Ejército permanece tranquilo lo que, según nuestro criterio, no quiere decir que no esté en alerta observando lo que está sucediendo en Cataluña.
Puede que haya pasado desapercibido y que muchos ciudadanos no hayan reparado en ello, pero, con motivo del pasado día 18 de julio, conmemoró la efeméride de aquel día en el que, hartos de los crímenes que iba tolerando una República en manos de politicastros de izquierdas, se produjo el alzamiento del Ejército de Marruecos. Un texto escueto pero rotundo, una circular difundida por el Ejército de Tierra, causó el enfurecimiento de un diputado de Podemos, un tal Julio Rodríguez, que quiso denunciar el hecho. El texto de la circular era el siguiente: “En este día de 1936, oficialmente, se inicia en toda España un alzamiento cívico-militar, en el que participa la mayoría del Ejército. Es un día importante en la historia de nuestra patria que merece ser recordado, para que las generaciones futuras eviten que se produzcan las circunstancias que propiciaron el levantamiento bélico. Los pueblos que olvidan su historia están irremisiblemente condenados a repetirla”. Es imposible decir en menos palabras algo tan evidente, real desde el punto de vista histórico y aleccionador en cuanto a recordar que la situación insostenible de aquellos días, la falta absoluta de autoridad, los desórdenes callejeros, los crímenes de las brigadas cenetistas y de la FAI y el comportamiento del gobierno frente populista de la República y del señor Companys en Cataluña, fueron los causantes de que en España se impusiera el terror y, en consecuencia, la necesidad de que alguien se hiciera cargo de la situación para evitar que el país cayera en manos de las hordas comunistas del Kremlin. Franco se ocupó de ello.
Ya no queda tiempo para componendas, es obvio que todos los intentos de hacer entrar en razón a estos secesionistas catalanes han fracasado y que el Gobierno y la señora vicepresidenta han errado en su estrategia. Ahora ya no caben más contemplaciones, ya no queda otro recurso que enseñar a quienes incumplen las leyes o amenazan con hacerlo, lo que les espera a si no acatan la Constitución, no obedecen a los Tribunales o no se sujetan al imperio de la Ley; pretendiendo crear un estado dentro de otro estado y amenazando a los legítimos gobernantes, elegidos democráticamente por el resto de ciudadanos de la nación, con enfrentarse violentamente al Estado de Derecho. El destino de estas personas no debe ser otro que el de comparecer ante los tribunales para responder de sus delitos y recibir la pena correspondiente a todos los delitos que, en sus acciones ilegales, han acumulado. Su destino la cárcel.
O así es como señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, creemos que ha llegado el momento en el que se hace imprescindible, para conservar nuestras tradiciones, el respeto por nuestros valores, la estabilidad de nuestra democracia, el orden de nuestras calles y la unidad de nuestra nación, España; que, por parte de que quienes tienen la misión de velar por nuestra patria e impedir que las fuerzas que desean su desintegración se salgan con la suya, se tomen las medidas oportunas para cortar por lo sano cualquier intento, tanto comunista como separatista, en el que se pretenda atentar contra nuestra Constitución o valerse de artimañas y triquiñuelas para maquinar, solapadamente, las intrigas y maldades encaminadas a provocar el desorden, el temor, la inseguridad y la destrucción de lo que durante tantos años de paz y de orden, España, ha conseguido para sus ciudadanos, no precisamente gracias a esta izquierda radical y destructiva que intenta acabar con todo nuestro acervo cultural, para acabar conduciéndonos al “madurismo” venezolano. DIARIO Bahía de Cádiz