Dar comienzo a alguna actividad, requiere programarla, conocer por anticipado, cual será la duración de esta (tiempo) y voluntad y esfuerzo para llevarlo a cabo. Un trabajo, un curso escolar, un viaje, unas relaciones personales, una investigación un proyecto, etc.
Calcular su duración y problemas, que habremos de superar para culminar bien el trabajo, requerirá ciertos conocimientos y la fortaleza y tesón necesario para que culmine felizmente. Realizarlo con esmero y precisión será un acicate que le dará a ese trabajo, garantías para quedar satisfecho de él.
Y como cada uno de ellos, se repetirá, una y más veces, será ventajoso tomar buena nota, de cuanto nuevo nos reporte la actividad que estemos realizando, para que en próximas ocasiones contar con ellas, si es preciso.
Y aunque parezca, que cualquiera de estas tareas ha finalizado y tomado nota hayamos de como se ha ido realizando el trabajo, no siempre será aplicable a otros trabajos de la misma índole. Por ejemplo los plazos de ejecución del trabajo, pueden variar, por muchas razones, al aplicar novedosas fórmulas, técnicas, medios, conocimientos, que puedan facilitar o dificultar la nueva tarea.
Todos ellos tienen un tiempo de finalización, que nos hace saber que el trabajo ha llegado a su fin. Y al igual que a una peonza al bailarla, gira velozmente cuando la fuerza que se le ha dado, va acabándose estas tareas de la misma forma se comportan, cuando se van acabando.
A veces la parada es súbita, otras más lentas, pero el final todas ellas terminan archivándose en nuestra mente.
Un objeto, una bola, o algo que se arroja, mientras se le impulsa la hacemos mover, recorrer un espacio de tiempo, hasta que pierde fuerza y termina parándose.
Los seres vivos que pueblan la tierra, desde que nacen hasta que mueren, tienen marcado un recorrido, una ruta que hacer, si encuentran obstáculos para realizarlo, procuran superarlos, de alguna manera y si no lo consiguen, quedan atrapados en ellos.
El ser humano provisto de inteligencia tiene más recursos para superar los obstáculos que se le presenten, si no se dejan llevar por la desidia, el desánimo o la falta de ilusión, es como cerrar los ojos y caer en un pozo. Por ello, es necesario no dejarse invadir por estos trastornos del estado de ánimo, y evitar así, una incapacidad total o parcial que nos lleve al desastre.
Un principio y un fin, pero entre ambos, siempre hay una actividad que realizar, en la que habremos de poner toda nuestra energía y voluntad, para que el cuerpo aguante, pues este es por naturaleza indeciso y ambiguo, y puede hacernos desistir de aquello que hayamos empezado. DIARIO Bahía de Cádiz