Si cualquiera de ustedes se molesta en hojear la prensa catalana, se apercibirá de que no ha bajado ni un ápice su apoyo al señor Mas y a toda su camarilla separatista; si bien ahora insisten en lo de la candidatura “única” con ERC y el resto de partidos que siguen apoyando el “derecho a decidir”, hablando de que el “astuto” don Arturo ha conseguido ponerse por encima de su rival, el señor Junqueras, en cuanto a la intención de voto de los catalanes. ¡De algo le tenía que servir haberse puesto al frente de la desobediencia al TC y el haber protagonizado aquel gesto chulesco, mezcla de don Guzmán el Bueno y de Santa Juana de Arco!, mediante el cual se declaró responsable absoluto de aquel simulacro de votación, sin garantía alguna de que se celebrara con las debidas medidas de control y honestidad, que protagonizaron menos de un tercio de los posibles votantes catalanes. Algo se ha conseguido desde el punto de vista de la Justicia cuando, por fin, los fiscales han acordado querellarse contra él y algunos de sus colegas por cuatro presuntos delitos.
Pero seguimos sin ver lo que piensa hacer el señor Rajoy y su gobierno ante la evidencia de que, lo del 9N, nada más ha sido un hito en el camino que se ha propuesto el presidente de la Generalitat catalana, acompañado en esta operación por los mismos que le apoyaron en la convocatoria de la consulta, declarada suspendida por el TC. Y en todo esto no podemos dejar de tener en cuenta el papel que intenta representar el señor Pedro Sánchez del PSOE, que parece empeñado en sacar réditos para su partido de este tema catalán, cuando no hace más que acusar al gobierno de Rajoy de “inmovilismo” pero no, por supuesto, de aquel inmovilismo del que le acusamos quienes quisiéramos la aplicación inmediata del artículo 155 de la Constitución española; sino de otro tipo de concepto, distinto, cuando lo que se le exige desde el PSOE y el PSC es que “dialogue” con el gobierno catalán en busca de una solución, que ellos denominan tercera vía, que para el señor Pedro Sánchez tiene una clara solución consistente en un cambio de la Carta Magna por el que se convirtiera a la nación española en un nuevo Estado federal.
Aunque ya lo hemos repetido en distintas ocasiones, nos parece que el señor Sánchez, aparte de las ganas de incordiar al PP; de adquirir protagonismo ante los decepcionados seguidores del PSOE y de buscar hacerse notar como alguien que tiene ideas nuevas que proponer (si bien se guarda, sospechosamente, las que deberían ayudar a sacar a España de sus dificultades de financiación, de endeudamiento o de reducción del déficit fiscal, por ejemplo) para intentar quitarles protagonismo a los de Podemos del señor Pablo Iglesias, su rival más directo, junto a IU, para las elecciones que se avecinan en Mayo y para las legislativas del próximo año. En todo caso, cuando desde tantos ámbitos de la política y del mismo catalanismo se pide, insistentemente, que se produzca un diálogo entre los separatistas y el Estado español, sería conveniente que se aclarara a los españoles ¿de qué, en concreto, se debería dialogar?, ¿existen temas, que ya no se hayan tratado exhaustivamente, de los que se pueda tratar, si se descarta el de la independencia?, ¿acaso se sigue pensando, por algunos, que se debería aflojar la espita en el caso de una financiación especial para Catalunya? Y, para concluir ¿se han valorado las consecuencias, para el resto de autonomías españolas, de un trato específico y exclusivo para la comunidad catalana?
Partiendo de que muchos estamos convencidos de que, en el estado en el que se ha enquistado el problema independentista de la Generalitat y en el enconamiento en el que se han instalado, no sólo los políticos, sino una parte importante del pueblo de Catalunya; ya no se está hablando de un tema económico como primer objetivo de los separatistas si no, más bien, de intentar sacar el mayor provecho económico del Estado español, mientras ellos se dedican a crear un estado paralelo, con sus instituciones propias como preámbulo a lo que ellos ( no sabemos en lo que realmente se basan para ello) tienen proyectado que pueden llegar a conseguir, en un plazo determinado, que, sin duda, consistiría en constituirse en una nación independiente aunque, y en esto parece que confían, manteniendo sus lazos económicos con España, lo que les ayudaría mucho a poder acercarse a las otras naciones europeas, aunque quedaran excluidos de formar parte de la CE. En los sueños caben las mayores fantasías.
Lo verdaderamente lamentable, lo que acaba con las esperanzas de cualquier ciudadano que confiaba en que los malos tiempos de la recesión ya se estaban acabando; es que la evidente ceguera o excesivo miedo a que se cree un conflicto nacional, con motivo de las aspiraciones independentistas de algunos sectores; la pretensión de que todo se solucione por si solo, sin que se produzcan situaciones difíciles que tener que afrontar y, más el deseo que la convicción, de que, mediante política sumergida y acuerdos bajo cuerda, se van a solucionar las diferencias entre catalanes y españoles o entre vascos y españoles. Con este método lo único que está consiguiendo, el actual Gobierno, es prolongar una situación que, a medida que pasa el tiempo, se está agravando y sigue consiguiendo más apoyos del pueblo indeciso de Catalunya, amenazando con que, en un momento determinado, explote el descontento cuando ya, el ponerle remedio, resulte más difícil y, posiblemente, más traumático.
Se insiste, desde muchos ámbitos políticos, en que la solución al problema de los nacionalismos es más política que judicial. Es posible que aquí nos encontremos ante un juego de ajedrez entre las dos partes, Gobierno y Generalitat, en el que, en ocasiones, aparte de la reflexión, la anticipación, el cálculo y la imaginación, se precisa una cierta dosis de osadía y firmeza. En este caso el Gobierno siempre ha ido a remolque de lo que han ido haciendo los nacionalistas; siempre sus reacciones, débiles e insuficientes, han ido precedidas de una jugada planteada desde el Gobern catalán. Nunca el Gobierno nos ha sorprendido con una iniciativa, con una táctica que sirviera para poner en un apuro a quienes han pretendido descolocarlo en múltiples ocasiones. Por ejemplo, en el tema informativo, en lo que hace referencias a la situación a la que conduciría una hipotética independencia de España, de sus consecuencias económicas, financieras, sociales; de su exclusión de la UE, de sus dificultades monetarias y de financiación; de sus problemas arancelarios y de las dificultades en la que cualquier gobierno catalán se encontraría para poder atender los costes de Salud, Seguridad Social, transportes públicos, pago de pensiones, financiación de medicinas, costes estructurales y, por encima de todo, sus problemas en liquidar una deuda que sobrepasa los 62.000 millones de euros.
Durante todo el tiempo que viene durando este tira y afloja del Estado y la comunidad autónoma catalana, el Gobierno ha sido incapaz de contestar con argumentos, con cifras, con ejemplos y con estudios e informaciones generalizadas a través de los medios de comunicación, especialmente desde las TV, dirigidos a los ciudadanos de Catalunya que, curiosamente, no han tenido más información que la demagogia catalanista y separatista, mediante la cual se les ha machacado continuamente la idea de que España vivía a costa de los catalanes; que España los oprimía y que les estaba robando; cuando, hace poco, hemos tenido ocasión de comprobar que, quienes les han venido engañando y robando, los tenían muy cerca, en sus políticos más distinguidos, incluso en un presidente de la Generalitat y su familia. O así es como, señores, desde el punto de vista de un ciudadano de a pie, vemos como tenemos un Gobierno incapaz de pararles los pies a los que pretenden cuartear al país. DIARIO Bahía de Cádiz