“Beber por beber, ¡qué importa! hacerlo sin moderación”, responden los jóvenes al dialogar uno con ellos. “Nosotros somos los hijos de la desesperanza, donde cada incomodidad tiene su asiento; somos los hijos del trabajo, que nunca encontramos. Los desheredados de la fortuna del siglo XXI, donde hemos sido abandonados al viento” terminan diciendo. ¡Qué triste es morir siendo joven!
Cierto es que “el botellón” lleva entre nosotros (España)… hace unos veinte años y nadie es capaz de erradicarle… Se suele comprar el alcohol en los chinos (sus tiendas), tiendan que cierran más tarde, cuyos productos son más caros que en los supermercados. Cuando entre los menores va un mayor de edad, éste adquiere las botellas de alcohol, para más tarde recibir una buena propina…
Y esto es así, para nuestra desgracia y la de nuestros jóvenes. El uso y abuso de los tóxicos ha sido utilizado y está demostrado hace miles de años por ciertas religiones, sectas, medicinas y distintos poderes establecidos por las personas, para obtener estados de predisposición hacia los mensajes o teorías que predicaban los “súper-hombres” o “líderes”, y así conseguir el mayor número de prosélitos.
El hombre nació libre, es libre y creador, y no debe someter su voluntad e inteligencia a los estupefacientes y al alcohol, para que éstos le produzcan fiesta, concentración y descanso, todo de manera artificial. El cuerpo humano tiene en su interior más de 400 productos químicos que son capaces de dar alegría, tristeza, sueño, amor, odio, etc., pero de forma natural; todo movido por nuestro propio intelecto.
Nuestros jóvenes suele hacer un fondo común para la compra de alcohol, y consumen ginebra, vermut, vodka, ron… Un sin número de alcoholes que, mezclados entre sí, son como una bomba de relojería que penetra en nuestros cuerpos, haciendo verdaderos estragos en nuestros riñones, cerebros, corazones…
“Y es que las victimizaciones de los jóvenes –ya entre bandas rivales, ya entre mafias que se dedican al tráfico de órganos vitales del ser humano para trasplantes…–, obedecen a múltiples causas: los adolescentes están abandonados por los gobiernos de turno de estos países, y, además, no encuentran ni encontrarán respuestas claras a entornos familiares adecuados para la convivencia, al mundo de las escuelas para la enseñanza, al mundo del trabajo…”, piensa uno.
El tomar alcohol se ha convertido en una droga fácil de obtener: Vemos -con mucha tristeza- que miles de jóvenes se agrupan durante las noches de los viernes y los sábados para consumir alcohol -droga actual del cerebro humano-, en grandes cantidades. Es “la litrona” o “el botellón” una gran diosa a la que rinden pleitesía chicos y chicas: cada vez más jóvenes, con el consentimiento de los padres, con el consentimiento de las autoridades de turno que, aunque teniendo leyes aprobadas al respecto, hacen mutis por el foro. Estos hábitos nocturnos están llevando a nuestra juventud al deshabito del estudio, a la falta de energía e interés por el trabajo, a perder ilusión por la vida…, consiguiendo que sus hígados se conviertan en esponjas de la muerte: la cirrosis a la vuelta de la esquina les espera… ¡Drogas y más drogas del diablo!
Como diversión, “beber por beber”, hace que nuestros jóvenes se sientan mejor… A la vuelta de la esquina se encuentran practicando el ya famoso “botellón” en todo territorio español, que entorpece sus riñones y sus cerebros, para dejar de estudiar para el mañana… Mientras las autoridades hace mutis por el foro, sin saber desterrar el último para siempre.
La delincuencia juvenil –violenta y criminal- se está convirtiendo, y ahora es así, inexplicablemente, en una especie de tragedia. Antaño, los jóvenes dirimían sus cuitas mediante los puños; actualmente, estos emplean sus navajas y armas de fuego (harto difícil de escudriñar de donde proceden), matándose los unos a los otros…Son demasiados jóvenes para entender que ‘la muerte’ es irreversible, y la llevan a cabo en un abrir y cerrar los ojos. No podemos olvidar el mundo de las drogas en que están inmersos: ¡qué nadie lo olvide! Todo lo mencionado implica meterse de lleno en el mundo del dolor.
Los jóvenes de hoy en día que, persiguiendo una euforia artificial, manipulan distintos tipos de drogas para escapar de la rutina y salir de la realidad -aunque esta última la tienen muy negra por la falta de trabajo-, corren el riesgo de mantenerse, momentáneamente, en el mundo de aquellas, para terminar en la soledad y los silencios de sus propias muertes…
Vivimos en un mundo falso en el que tan sólo existe el ‘aquí y ahora’. Y es que la clandestinidad de las drogas fomenta el crecimiento de individuos sin escrúpulos, que se dedican a venderlas y transformarlas. Para prevenir que el/la joven se droguen, ha de fomentarse un buen entendimiento y comunicación entre padre-madre-hijo. DIARIO Bahía de Cádiz