Papelillos, alegría, pitos y popurrís, carruseles, desfiles callejeros y esto es carnaval. Cadiz está en fiestas, la ciudad se desborda y se desdobla, pero este año más y mejor.
Después de los encuentros y desencuentros, más los segundos que los primeros, después de utilizar a los familiares asociativos, de manejar estamentos corporativistas y viejunos, de meteduras de pata como aquella del pacto del agua, o las lecciones magistrales del gurú de economía municipal que importamos allá del río San Pedro, este carnaval se lanzan en tropel contra el ayuntamiento con la “ocupación” de los palcos.
Y es que hasta hace poco la “clase” eran los auténticos okupas de lo que no debiera de haber dejado de ser lo público, y confundieron administrar y gestionar con disfrutar, sí, disfrutar, pero sólo “familias” y adyacentes -ves eso es una cosa que tenía claro la rubia, sabía cómo tapar la boca a través de compartir de forma ordenada la okupación de palcos y procesiones-, aunque ciertamente tampoco hubiera hecho falta ná, la boca la iban a mantener cerrada.
Todo empezó con los emuladores locales de los Marhuendas, Arcadis y demás, que lanzan informaciones sin contrastar -grandes profesionales como se ve- y a partir de aquí, lo más rancio, cuál coro de Julio Pardo, cantan y propagan, eso sí, en el mejor de los casos diciendo como reseña, del blog del Arcadi Local… ¡por la corona del Nazareno!, que diría mi amiga Carmela, y son capaces de montar una Fede de compra y venta de entradas, y aquí no pasana.
Qué ofendidos aparecen en la tele, tan ofendidos, que su mirada pasa de la profundidad de la transcendencia intelestual, a la proximidad -así parece más ofendido, y hasta la gomina del Mercadona se muestra incapaz de mantener su flequillo en su sitio-. La mirada, el flequillo al desaire, la cara de malote… todo un tipo para salir a la calle esta semana, aunque al menos ya puede contar a sus nietos, “a mí me cantaron una copla desde las tablas del Falla” – sin querer me salió un pareado, se lo dejo de gratis a alguna agrupación callejera que anda falta de rimas y hasta de ritmos-.
Yo recomiendo tener cuidado con los fijadores y gominas del Mercadona, no hace mucho leía que algunos de los productos no están muy testados y puede producir reacciones por debajo del cuello cabelludo, es decir, entrando casi en interferencias con las conexiones neuronales, no vaya a ser que nuestros anhelos de pillar alguna dirección general, o “negocio”ado en general se vea trucada por ese tipo de problemas y no haya más remedio que aguantar carnaval tras carnaval coplillas que nos recuerden los cuatro mil euracos que nos metemos en el bolsillo.
Pero bueno, a no preocuparse, no están la Sra. Pelayo y la Sra. Martínez tan tranquilas, después de todo, aquí paz y después gloria, y como cantaba el nano, “después vuelve el rico a su riqueza, el pobre a su pobreza y el Sr. cura a su misa… vamos subiendo la cuesta que arriba en mi calle “SE ACABÓ LA FIESTA” y el carnaval también se acabará, seguro. DIARIO Bahía de Cádiz