“Una pequeña trouppe de funcionarios estatales de la Seguridad Social gestiona casi la mitad del gasto público. La gestión de la Seguridad Social sólo cuesta al año algo más de cuatro millones de euros. Claramente, sus funcionarios son los más productivos y eficientes de España. Si todo el Estado funcionara como la Seguridad Social seriamos una Alemania Meridional.”
Esta afirmación la realizaba Juan Antonio Rodríguez Tous, Profesor de Filosofía y escritor, dentro de un análisis sobre los Presupuestos Generales del Estado para el año 2013. Rodríguez Tous ha sido director de Er, Revista de Filosofía (1985-2005) y premio Ignacio Aldecoa de literatura (1992). Profesor de Pensament Modern y Contemporani en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona de 1994 a 2005. Columnista habitual de El Mundo de Cataluña (1996-2005) y en la actualidad de El Mundo de Andalucía.
El Sistema español de Seguridad Social y su historia no es el tema que me ocupa hoy, pero no está de más recordar que la gestión de la Sanidad, que es lo primero que se nos viene a la cabeza cuando hablamos de SS, la tienen encomendada las Comunidades Autónomas y es la Secretaría de Estado de la SS (dentro del Ministerio de Empleo) la encargada de poner en práctica el mandato que el artículo 41. de la Constitución española -entre otros- que establece: “los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad.”
Para no aburrirles, les incluyó un enlace donde pueden comprobar la cantidad de premios de diversa índole recibidos por los Organismos que componen la SS en este país, premios a la labor desarrollada por los funcionarios que allí trabajan: http://www.seg-social.es/Internet_1/LaSeguridadSocial/HistoriadelaSegurid47711/PREMIOS2008/index.htm
Para su orgullo sepan que las Direcciones Provinciales de Cádiz son de las más reconocidas y premiadas. Entre otras cosas, han exportado al resto del país modos de hacer. Ideas e iniciativas nacidas aquí, han sido adaptadas al resto del territorio nacional como ejemplo de eficacia y excelencia.
Por otro lado, y como en muchas ocasiones ha dado cuenta la prensa local, existe una larga tradición entre sus trabajadores de contribuir con los diferentes colectivos que tratan de paliar necesidades de nuestros conciudadanos. Es uno de los primeros teléfonos que suenan cuando Cáritas, Vicente Ferrer, Banco de Alimentos, Cruz Roja, comedores sociales como Virgen de Valvanuz, Asociaciones de familiares de enfermos mentales o de cualquier otra índole y un largo etcétera, tiene una situación de emergencia o simplemente necesitan ayuda. Los centros públicos de enseñanza de la provincia pueden dar fe de como los trabajadores de la Seguridad Social acuden año tras año (sin cobrar un euro por ello, por cierto) a explicarles a sus hijos de qué va esto del Estado de Bienestar, de cuales son sus derechos como ciudadanos y por supuesto, de cuales son sus deberes.
Cuando, con gran alborozo por parte del resto de los ciudadanos de este país, el Señor Beteta dijo que a los funcionarios se les había acabado el café y el periódico y se instauró la jornada de cuarenta horas, los funcionarios de la SS no lo notaron porque la llevan haciendo toda la vida. Cuando se habló de modernizar la Administración e imponer el trabajo por objetivos y con criterios de calidad, los funcionarios de la SS no se dieron cuenta porque llevan trabajando así desde hace innumerables años. Su sueldo anual depende del cumplimiento de esos objetivos.
Eso sí, les redujeron el sueldo igual que a todos los demás y les mermaron sus días de vacaciones igual que al resto. Criterios de eficacia y eficiencia que cumplían, cumplen y cumplirán no fueron razones suficientes para tan siquiera darles una palmadita en el hombro. Cuando “España iba bien” también les congelaron el sueldo. Y lo más lamentable es que siempre se realizó con el aplauso del resto de los ciudadanos de este país. Siempre.
Vilipendiados, insultados y ahora, causantes de todo lo malo que aqueja a la sociedad; los funcionarios aguantan a diario que cualquiera se atreva a decirles cómo, cuándo y dónde deben hacer su trabajo. Les repiten una y otra vez que ellos “les pagan el sueldo”, como si los trabajadores de lo público no pagarán impuestos religiosamente.
Aquellos que agachan la cerviz en el banco y tragan con ruedas de molino ante los desmanes políticos, se atreven a llamar lacra a los funcionarios, por mencionar alguna de las lindezas que se les dedica a diario.
Todo esto viene a cuenta de lo publicado por el “ciudadano” Karlos Puest, adalid de las causas justas, en sus redes sociales los pasados días. Una asociación de trabajadores “privada”, pagada con cuotas de sus miembros, decide comprar en Navidad un par de botellas de vino para sus asociados, al igual que compra juguetes para la fiesta de Reyes que celebra todos los años y con los que obsequia a los hijos de sus socios. Hasta aquí todo normal, el pecado, el grandísimo pecado, es que esta Asociación la componen funcionarios.
El literal fue el siguiente (con fotos de las botellas que se descargaban desde una camioneta al local de la Asociación. Lástima que cuando se cargan y descargan cientos de kg de alimentos no haya nunca una cámara): “¿eso para ke es?…kien lo paga ???!!!…cadiz en miseria … ¿y se gastan nuestro poko dinero?… ¡¡¡EN ESTO!!!…NO HIJO NO… REZAD PORQUE LA GENTE NO TOME PALOS Y PIEDRAS…REZAD.”
Por supuesto, la cascada de comentarios ofensivos fue enorme y no la reproduzco por respeto a los funcionarios que allí trabajan, pero lo realmente preocupante, creo que es la llamada de este individuo a la violencia contra gente que solo ha tenido el mal gusto de empeñar parte de su juventud en prepararse una oposición.
Cierto es que, como en cualquier colectivo de trabajadores, hay de todo, pero ese ahora no es el tema. El tema es que como Funcionaria del Estado español, estoy empezando a cansarme de que todas las frustraciones, indolencias y fracasos de otros se paguen con nosotros. Como Funcionaria de este país me hartan las continuas faltas de respeto, los calificativos peyorativos y que me digan cómo tengo que hacer mi trabajo los que no saben hacer la “o” con un canuto. Como parte de un colectivo de trabajadores, que al menos ha demostrado ganarse un puesto con pruebas objetivas, me carga que, tanto los políticos como los demás trabajadores me utilicen de moneda de cambio.
Al menos tengo el privilegio de pertenecer a uno de los pocos sitios, que aún con todos sus fallos, contribuye a ayudar a los ciudadanos decentes de este país. A mí y a la inmensa mayoría de mis compañeros, no se nos olvida que antes de poner un pie el primer día en nuestro trabajo, tuvimos que jurar o prometer la Constitución.
Sería interesante que alguna vez alguien nos pidiera disculpas por tanto insulto y menosprecio. Tal y como están las cosas deberían considerarlo como puro egoísmo porque si alguna vez los funcionarios se hartan, entonces es cuando van a darse cuanta de lo que es tener problemas serios.
(Y por cierto, con mi dinero me compro las botellas de vino que me da la real gana, comparto mis ingresos allí donde considero y si lo considero. No amenazo a nadie ni consiento que se me amenace. Soy mayor de edad, dignidad y gobierno y me atengo a las consecuencias de mis actos y palabras. Les recomiendo a los que tratan de dar lecciones morales a los demás basándose en la nada que traten de informarse antes de ofender gratuitamente a tanta gente y por favor, aprendan a escribir, que causa muy mal efecto.)
Otra vez me he levantado macarra. ¿Será que lo soy? DIARIO Bahía de Cádiz
Muy buen artículo