Hace unas semanas asistí a una charla impartida por un directivo de la empresa Ferrovial, en ella hizo referencia a algunas de las impresionantes obras de ingeniería que esta empresa familiar española ha realizado en países como Canadá, Estados Unidos o el Reino Unido. Me llamó mucho la atención los problemas que habían tenido en Canadá con la construcción de la Autopista 407 que circunvala la ciudad de Toronto y que ha ayudado notablemente a la descongestión del tráfico en una de las zonas de mayor tránsito rodado de Norteamérica. En un proyecto con una inversión superior a los 3.300 millones de euros, los problemas más graves en su gestión no fueron técnicos, ni económicos, sino políticos. Según explicó, el partido político contrario al que estaba en el gobierno de la ciudad, se posicionó en contra del proyecto con argumentos tales como que habría que pagar por utilizar la autopista una vez hecha y que era una empresa extranjera la que la iba a gestionar (la duración de la concesión para pagar la inversión hecha es de 99 años). La oposición utilizó el proyecto como bandera contra el partido en el gobierno y sembró toda clase de dudas sobre la viabilidad, oportunidad, solvencia, legalidad y honestidad del mismo, consiguiendo que la infraestructura, que hoy tiene un éxito y aceptación total en la ciudad, se retrasara enormemente en su ejecución, con el notable aumento de costes y riesgos que ello supuso.
El Puerto no es Toronto, ni los parkings proyectados en nuestra ciudad son una inversión de más de tres mil millones de euros con una concesión de 99 años. Pero sí hay grandes similitudes. Los partidos políticos de la oposición también se opusieron ferozmente a unas infraestructuras que son más que necesarias en la ciudad; también tomaron el proyecto como bandera contra el gobierno local; también sembraron todo tipo de dudas económicas, legales y morales sobre el mismo; también lo han retrasado todo lo que han podido a base de argumentos falaces; pese a no haberse iniciado aún la obra, también han incrementado su coste con informes de abogados que sólo venían a ratificar lo que ya sabían: que un contrato firmado es de obligado cumplimiento y que si una parte no quiere cumplir lo firmado tendrá que indemnizar a la parte que sí cumple.
“Todo está atado y bien atado”, decía, parafraseando a Franco, el líder de la oposición, hoy inesperado alcalde, para justificar que no le ha quedado más remedio que aprobar la licencia de obra de los aparcamientos, pese a sus reiteradas promesas de que no se construirían. Que todo esté atado en un proyecto de tanta importancia para El Puerto, no sólo es lógico sino deseable, lo contrario hubiera sido una temeridad por parte de sus gestores, porque los imprevistos en estos casos pueden salir muy caros; de ahí que los contratos, todos los contratos, se hagan a conciencia y contengan penalizaciones para los incumplidores. Resulta, como no podía ser de otra manera, el proyecto es legalmente intachable y el Sr. de la Encina tiene que cumplirlo o pagar la indemnización prevista si no lo quiere cumplir; algo que sabía desde el minuto uno, su formación jurídica debe llegar hasta algo tan básico.
Sin embargo, nos encontramos que, contra toda lógica, contra el más mínimo sentido de la responsabilidad, se aferra a su soberbia y sigue con la pantomima de “lucha contra los parkings” buscando argucias para retrasar su construcción, sin importarle lo más mínimo el coste millonario que esto puede suponer para un Ayuntamiento de recursos ya escasos. Y como la Justicia es lenta dice “que el marrón se lo coma otro”, haciendo gala de su enorme cinismo, cuando el único responsable del “marrón” es él. Porque él es el que ha llevado la situación al límite para que la empresa constructora se plantee demandar al Ayuntamiento. Sólo él, personalmente, debería responder por actos que tienen justificación alguna, pero se va a escudar en el cargo de Alcalde que ostenta, de manera que la responsabilidad y el pago caerán sobre la institución que representa.
Hay que recordar que el Sr. de la Encina votó que sí al Plan de Movilidad que contemplaba la construcción de estos aparcamientos y estuvo presente en la Comisión de Investigación sobre el proyecto que él mismo propuso; siendo ya Alcalde, ha solicitado fondos a Europa (EDUSI) para la construcción de aparcamientos en el centro de la ciudad; pero ese mismo Sr. de la Encina boicotea el proyecto de aparcamientos que se encontró “atado” y listo para su ejecución, por el simple hecho de ser un proyecto del anterior gobierno local. Sabe que los aparcamientos son necesarios, lo sabe cualquiera que pase por la Ribera del Marisco y vea la caravana de vehículos en busca de un sitio donde estacionar y a los peatones cruzando como pueden entre los coches, una estampa ya desterrada de la mayoría de las ciudades. Es más, el propio De la Encina no duda en utilizar los subterráneos de las poblaciones vecinas, de los que después, legalmente, nos pasa el gasto a los portuenses. Pero, sin pudor alguno, antepone su sillón de mando y su ego a los intereses de la Ciudad, sin importarle las consecuencias de sus decisiones.
“A mi me quedan tres años, y esto en el Juzgado pueden ser 8 ó 10 años de espera, que el marrón se lo coma otro”, con ese comentario demuestra que utiliza la Alcaldía en su propio interés, no trabaja por el bien común, de lo contrario no diría que pague el que venga detrás. Desprecia que los que pagamos somos los portuenses. De seguir por este camino insensato, al final de la “gestión” del tripartito, reconvertido en bipartito, no tendremos más que dos grandes agujeros: Uno en la entrada de El Puerto y otro en las arcas municipales. En vez de problemas resueltos, tendremos problemas añadidos.
Conclusiones de la charla sobre Ferrovial fueron que las infraestructuras públicas son necesarias, porque mejoran la vida de los ciudadanos, y que los políticos también son necesarios, porque garantizan el sistema democrático que da estabilidad y seguridad a los países, pero sólo los buenos políticos. Buenos políticos son los que no engañan ni utilizan a la ciudadanía ni a las instituciones en su propio beneficio, buenos políticos son los que actúan con responsabilidad y honestidad. El Sr. de la Encina, durante este año de gobierno, ha demostrado que carece de esas virtudes. DIARIO Bahía de Cádiz
ARTÍCULO DE: Consuelo Lorenzo (Concejala del PP en el Ayuntamiento de El Puerto)
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