Aprovechando una habitual y pésima noticia a la que ya estamos acostumbrados, la subida del paro, sobre todo en la provincia, y la comunidad, que me vio crecer y que tantas veces he defendido, tanto dentro como fuera de sus fronteras. He decidido hablar de una lucha, un argumento, una guerra que he intentado lidiar desde que hago uso de las redes sociales (RRSS), que en el caso de Linkedin, la red profesional por excelencia, se da de manera continuada y, casi, como norma. Hace uno o dos años, además de mi particular defensa del talento (#SíHayTalento), lancé una reflexión a la red de redes, con el único motivo de que algún curioso o curiosa la leyese, el derecho a la contestación, así, de paso, intentaba paliar ese martilleo constante que me provocaba el asunto e intentaba que, por la teoría de los seis grados de separación, llegase a quien tenía que llegar.
Hoy, para mi sorpresa y agrado, puedo decir que la llamada de atención ha llegado. No se ha sumado uno, sino muchos, de los profesionales que han hecho de mis palabras su estandarte, de manera digital, sin beneficios ni derechos de autor, para exigir el derecho a la contestación. Para aquellos que no saben de lo que estoy hablando, el derecho a la contestación es simple, es un sí o un no, es un mensaje automático en el que dice: ‘mantendremos su currículum en nuestra base de datos’; es un texto en el que pone ‘recibido, valoraremos su candidatura’; y, por encima de todo, es un ‘gracias’, por el esfuerzo, por las ganas, por no desfallecer en la búsqueda, por enterrar el desánimo a cambio del desentierro del ímpetu.
El derecho a la contestación queda muy alejado de las palabras de los charlatanes, SIN o con muy pocos escrúpulos, que con cada subida de desempleo, se dedican a repetir: ‘eso es lo normal’, ‘en febrero, siempre tenemos esas cifras’ o ‘pero los números son mejores que los de hace 20 años’, mientras enchufan a su primo, a su yerno, a su amiga, hijo o hija en puestos para los que no valen (bueno, si valen, para cobrar), y que por ende, sacan de la ecuación a mi vecino, amigo o familiar, sobradamente preparado y con mejor expediente académico, así como espectacular forma de ser y de trabajar. Y pido perdón por este párrafo, pero es que ‘me toca mucho los huevos’ (doble perdón), que se juegue con el ánimo de las personas, con la educación de mis hijos y con la necesidad de, los que cada día, se levantan con el único aliento para sobrevivir. Si no, que se lo pregunten a las madres, padres y alumnado del colegio Francisco Fernández Pozar de Conil, vendidos al mejor postor por un puñado de votos, por el simple hecho de reivindicar una educación de calidad para sus hijos e hijas. Señores, y señora, de la administración, con el futuro de mis hijos no se juega, y queremos que esto les quede bien claro.
Fuera de argumentos y noticias que me ponen especialmente negro, vuelvo a mi tema, el derecho a la contestación, y la atención, que le están prestando muchos de los profesionales que exponen sus quejas, sobre todo en Linkedin. Y es que, en vez de publicar y publicar ofertas de empleo, los ahora tan ‘modernamente’ denominados recruiters, podrían dedicar una hora de su valioso tiempo a contestar, por educación, por empatía, por altruismo. Así, los que ‘modernamente y no tan modernamente’ se denominan desempleados, ahora y hace veinte años, se darían por satisfechos. No se trata de agradar al prójimo, aquí de lo que se trata es de ayudar, de animar, de transmitir las fuerzas necesarias para no tirar la toalla y de seguir, apoyando a las personas, a tu gente y, por qué no, a tus contactos, bien sean de Linkedin, Facebook o Twitter.
La verdad, no sé por qué se les llama profesionales del Recruiting Tools, cuando realmente son lobos. Los lobos, bajo máscara de recruiters, que hacen de la necesidad de las personas un negocio, que son capaces de vender tu alma al diablo por aprovecharse del poco aliento que te queda, que te niegan el plato de comida, a cambio de que trabajes gratis, y que se nutren, de la sangre de los paisanos que lo están pasando mal, ofertando y ofertando, sin sentido y, por supuesto, sin contestación, encaminando al abismo a las personas luchadoras que cada día buscan un horizonte con el que iluminar su vida. Un desastre.
Ya sabes, si eres un profesional o, al menos, está en tu intención serlo, la próxima vez que una de esas personas, que se encentran demandando un empleo, te remita su CV, contesta. Te aseguro que lo agradecerán y, quién sabe, quizás algún día necesites una respuesta de ellos. DIARIO Bahía de Cádiz Vicente Marrufo