Banderas rotas en el horizonte, estandartes por tierra, algunos abatidos, otros simplemente abandonados entre decepciones y lamentos. El mundo, que es lo mismo que decir la vida, es más sencillo cuando llevamos una brújula, aunque no supiéramos cómo funcionaba, ni siquiera sabíamos a ciencia cierta si funcionaba, pero nos creímos que era verdad cuando decía dónde estaba el norte, y eso, al menos nos permitía ir, aunque no supiéramos hacia dónde.
Nos creíamos semi dioses por hacer transiciones ejemplares, equidistantes. Equiparamos vencedores y vencidos, pero olvidamos a los torturados, desaparecidos, encarcelados, y a la vez, como había que ser eso, “equidistantes”, olvidamos también a golpistas, torturadores… Los hechos nos dijeron que seguía habiendo dos clases de muertos, de asesinados, los suyos y los nuestros, y que no valían lo mismo, y que no se les consideraba por igual. Muchos se escandalizaron, se rompieron las vestiduras cuando José María Bandrés habló de líneas y de quien estaban a cada lado, cuando decía que en un lado estaba él, con los torturados, y al otro lado el ministro del interior con los torturadores.
Tiempos convulsos, tiempos de incertidumbres, tiempos de búsqueda de lo nuevo, del futuro que es presente sin brújulas que nos engañaron ya de rumbo; pero también tiempos en los que los protagonistas tienen cara, mirada a los ojos, y están en la calle, al lado.
A veces incluso nos equivocamos, no sabemos, caemos en trampas mediáticas teledirigidas de discusiones estériles. Parece que quieren demostrar que todos son iguales, que no hay mirlos blancos, y algunas veces tienen razón, pero es entonces cuando simplemente poniendo frente a frente a dos “iguales” se pone de manifiesto, que de iguales nada.
Y, recuperando a José María Bandrés, si trazamos una línea imaginaria, a un lado estaría por ejemplo el expresidente uruguayo José Mujica, en el otro, no sé, Donald Trump por ejemplo, simplemente no son iguales, simplemente no son lo mismo, y en el lado de Mujica de la línea, estaría yo.
Siguiendo con la línea, en un lado estarían alcaldes y alcaldesas como Teófila Martinez, Ana Botella, Rita Barbera…, en el otro Manuela Carmena, José María González o Antonio Romero, y yo estaría en el lado de estos últimos. Por supuesto que entiendo que no son la perfección, que se equivocan y meten la pata, seguro, pero que quieren que les diga, cuando en la cola de cualquier evento en Cádiz, me encuentro con el alcalde que guarda su turno como un vecino más, le siento cercano, me siento al lado suyo de la línea. DIARIO Bahía de Cádiz Fermín Aparicio