No cabe la menor duda que no sólo la libertad de expresión sino cualquier otro tipo de libertad, entendida como tal, constituye el más preciado de los dones que dispone el hombre libre.
Otra cosa es el empleo lógico y racional de dicha libertad que pasa por el respeto a la sociedad, a las instituciones, al propio individuo y el respeto hacia nosotros mismos.
Hoy enarbolando la bandera de la libertad de expresión, no existe el menor pudor ni ningún reparo de hablar, cantar o escribir cualquier cosa bajo no se qué fines ni propósitos que no sea el de atraer la atención, establecer la polémica o confundir al personal, aunque para ello utilice el insulto y el desconocimiento supino de lo que se pretende decir, cuyos resultados no llegan más allá supongo, que el de la propia desestima, descalificación y autodefinición del que habla, canta, escribe, rompe, quema o actúa en esos términos.
Por otra parte, los medios de comunicación en general reflejan en cada momento la situación de la sociedad y hacen ecos de estos despropósitos, de esa llamada libertad de expresión, de la crítica no siempre constructiva y del retrato y la caricatura a veces, desmesurada e hiriente.
La libertad de expresión y las demás libertades son algo más digno, noble y limpio que la de empeñarla y empañarla con tantas necedades carente del buen gusto y del estilo que producen y transmiten las cosas bien hechas, razonadas y argumentadas.
Por favor no ensuciemos esta libertad, asumámosla, administrémosla y respetémosla porque es así como se construye la auténtica libertad y no con tantos improperios y majaderías. Pero eso sí, alguien y sin señalar a nadie ni citar ejemplos algunos y recientes porque están en la mente de todos, tendrán que actuar y poner freno a tan desmesuradas actuaciones para que no queden impunes.
Con este artículo llegada las navidades y como viene siendo habitual cada año, me despido de mis lectores hasta después de reyes, deseándoles a todos que pasen unas muy felices navidades. DIARIO Bahía de Cádiz