No conozco las leyes pero es de suponer que los jueces las aplican porque ésa es su obligación. Desde luego, la de juez debe ser una profesión dura, como la de periodista, ambas a la cola de la consideración de los españoles. Las dos están por los suelos, en opinión de los ciudadanos. Comprendo perfectamente esta opinión cuando yo mismo me sitúo desde fuera en el pellejo y en la mente del llamado ciudadano común. Otra cuestión es considerar diversos factores relacionados con el contexto en el que estos quehaceres se desarrollan: presiones por todos lados aparecen y lo peor es que incluso en esta llamada democracia muchos se pliegan a ellas, señal de que algo de falso encerrará la situación y, lo que es, lo es sólo en apariencia.
Dicho esto, vuelvo a la posición del ciudadano común y entonces no entiendo dónde está la justicia en no pocos casos delictivos en España. Ley, sí, justicia, no. Condenas endemoniadas no ya por robar una gallina sino por intentarlo y Farruquito por ahí, libre ya desde hace tiempo, tras haber atropellado y matado a una persona, conduciendo un coche ajeno, sin los papeles en regla, negando auxilio y sin poseer carnet. Pero, claro, como Farruquito es gitano hay que callarse o hablar en voz baja, como cuando Franco, no sea que encima le metan a uno en la cárcel por incitar al odio étnico o racial. Te matan a un familiar y encima cállate.
La Pantoja “limpia” dinero y la vemos casi más tiempo fuera que dentro de la cárcel. Esto me recuerda a aquellos servicios militares que cuando te enchufaban ibas poco por el cuartel o te colocaban en las oficinas en lugar de en el campamento con el fusil.
Ortega Cano tiene también su libertad. El hombre va borracho por ahí, en su auto, mata a otro conductor que no tenía culpa alguna pero ya goza de libertad a medias pero libertad. Y alguna prensa celebrando este espectáculo –el de Pantoja y el de Ortega Cano- pobrecitos, qué desmejorados se les ve, menos mal que Ortega ya tiene una nueva novia que le dé cobijo y lo centre porque este hombre es el perfecto ejemplo del que se tiene que enfrentar a los toros para demostrarse algo a sí mismo, por ejemplo, que con el toro de la vida ni ha podido, ni puede ni podrá.
Y los familiares del señor al que la negligencia de Ortega Cano le produjo la muerte, a callar, a morderse la lengua, es la ley y punto. Si te la tomas por tu mano como el caballero que le asestó dos o tres tiros con una pistola de perdigones a su hijo, adicto a la droga y maltratador habitual, acabas en la cárcel y el muchacho puede seguir jodiendo. Es comprensible esto de meter en la cárcel al que se toma la justicia por su mano porque el monopolio de la violencia lo tiene el Estado y su justicia, no la gente, si se dejara la cosa así esto sería un caos autodestructivo, por eso Obama quiere quitarles las armas a sus ciudadanos, algo que nunca logrará porque aquel país se construyó con sangre y se mantiene con el equilibrio del terror y ni por ésas. Por cierto, hay que decir una vez más que no es el mejor país del mundo a menos que se refiera Obama cuando lo dice al mejor país del mundo para embrollarlo todo y no resolver nada, para eso sí es el mejor país del mundo.
La condena que piden para el propietario de la sala de fiestas de Madrid donde se produjeron las muertes de la Noche de Halloween es ridícula y, por lo demás, de sobra sabemos que la Infanta Cristina no acabará en la cárcel, que las cabezas de turco serán su esposo y el socio de su esposo. Los abogados de la infanta persiguen la doctrina Botín, otro ejemplo de ley pero no de justicia porque, en pocas palabras, sirve para que el presunto delincuente se vaya de rositas porque el Estado se pone de parte de quien es un elemento esencial de la estructura real de poder y ya se sabe que el Estado pertenece al Poder y no a los ciudadanos. ¿O es que creemos que el Estado somos todos y que Internet es de todos? Si así fuera, haga usted justicia consigo mismo y deje de pensar tonterías.
Al delincuente Julián Muñoz se le somete a juicio cuando el hombre ya tiene bastante condena porque está más para allá que para acá pero al señor Botín (que en paz descanse) y a otros no, esos que se vayan a casa con un pequeño coscorrón y sean buenos aunque estén como rosas (o estuvieran en ese momento como fue el caso de Botín). Así es esto, señoras y señores, en la vida real ganan los malos, los buenos sólo vencen en el cine y con trabajo pero al menos vencen. DIARIO Bahía de Cádiz