El desarrollo en la ciudad de Cádiz del Plan Andaluz de la Bicicleta, elaborado por la Consejería de Fomento y Vivienda, va a suponer un importante cambio de tendencia en las políticas sobre la bici realizadas hasta la fecha en esta ciudad. O así debería ser si atendemos a la intensa operación de marketing llevada a cabo por el Ayuntamiento de Cádiz desde que el pasado mes de noviembre acordara con la Junta de Andalucía el trazado y las condiciones generales de la red ciclista a ejecutar. La firma del acuerdo parecía poner fin a dos años de desencuentros entre ambas administraciones. Sin embargo, las discrepancias posteriores en la interpretación de lo firmado ponen de manifiesto una importante distancia en la forma de concebir el papel que juega y, sobre todo, que puede jugar en el futuro la bicicleta en la ciudad de Cádiz. Y es que mientras el Plan Andaluz propone como objetivo que en el año 2020 el 15% de la movilidad mecanizada sea en bicicleta, el Ayuntamiento de Cádiz no pasa de concebir la bici como un elemento marginal y recreativo dentro del sistema de movilidad urbano. El Plan de Movilidad Urbana Sostenible de Cádiz es un ejemplo de ello al postergar directamente para la próxima generación, dentro de 20 años, conseguir una participación significativa de la bicicleta en la movilidad urbana (menos de un 10% de los desplazamientos mecanizados).
Un simple vistazo al trazado de las vías ciclistas incluidas en el acuerdo permite sacar dos conclusiones fundamentales: que la red ciclista aprobada parece concebida esencialmente para un uso recreativo y turístico y, muy en relación con lo anterior, que está diseñada como un circuito cerrado por el que pasear sin un destino concreto y escasamente integrado en la trama urbana.
Las vías ciclistas propuestas recorren esencialmente el borde costero de la ciudad, lugar de paseo y ocio por excelencia de Cádiz y en el que se sitúan gran parte de los elementos de interés turístico de la ciudad. Además, recorren con detenimiento otros elementos monumentales de obligada visita, como las Puertas de Tierra o la Plaza de España. En cambio, los principales ejes viarios que soportan la mayor parte del tráfico de la ciudad, los conformados por las avenidas Andalucía, Ana de Viya, Cayetano del Toro y José León de Carranza y por las avenidas de la Independencia y Juan Carlos I, carecen de actuaciones en el plan aprobado. Si algún viario requiere la implantación de vías ciclistas segregadas del tráfico motorizado, debido a la intensidad y velocidad que alcanza este, son esos dos ejes. Conviene recordar que la acera bici de la avenida Juan Carlos I no cumple unas condiciones mínimas de transitabilidad, seguridad y conectividad ni cumple la normativa de accesibilidad vigente (Decreto 293/2009, de 7 de julio, y Orden VIV/561/2010, de 1 de febrero). La ausencia de actuaciones en los dos principales ejes viarios es la muestra más evidente de que la bicicleta no ocupa un lugar central en la política de movilidad municipal.
Por otro lado, los trazados se alejan en general de la calzada, dificultando la conexión con puntos de origen y destino. Un ejemplo notorio es la fachada noroeste del casco histórico, en la que se concentran gran parte de los centros universitarios, destino de uno de los principales grupos de usuarios de la bici. En este tramo, la vía ciclista se traza por el Paseo de Santa Bárbara y el Campo de las Balas, en lugar de por las avenidas Carlos III, Dr. Gómez Ulla y Duque de Nájera, haciéndola inútil para los universitarios, que tendrán que seguir circulando por la calzada. En otros tramos, como Plaza de Sevilla, Puerta de Tierra o San Severiano, los enredosos recorridos de la vía ciclista multiplican por tres el trayecto que sigue la calzada e imposibilitan la conexión con algunas direcciones.
Con estas características, la red ciclista prevista, aunque pueda suponer un importante recurso turístico y de ocio para la ciudad, tendrá escasa incidencia en la movilidad ciclista cotidiana, o al menos mucho menor de la que podría conseguirse con ese nivel de inversión. Parece obvio que las vías ciclistas deben diseñarse pensando en los usuarios de la bici si queremos que resulten exitosas. En la definición de esos trazados, sin embargo, ha primado el criterio del Ayuntamiento, que este justifica en la elevada densidad urbana de la ciudad de Cádiz, de que la red ciclista no afecte sustancialmente a la circulación motorizada ni a los aparcamientos en superficie. Es decir, no reste espacio al automóvil privado. Este criterio supone en realidad un grave error de análisis y de visión de futuro, pues la implantación de una red ciclista constituye una importante herramienta para paliar los síntomas de saturación que presenta el trazado urbano. Un dato muy clarificador es que una vía ciclista es diez veces más eficiente en el uso del espacio que una vía de automóviles. Dicho de otro modo, una doble vía ciclista de 2,5 m de ancho tiene tanta capacidad de transporte como una avenida de 25 m de ancho con seis carriles para automóviles.
La implantación de una red ciclista en una zona urbana consolidada como Cádiz requiere inevitablemente la redistribución del espacio viario entre los diferentes modos de movilidad. La situación de partida en Cádiz es que al menos dos tercios de espacio viario están destinados al automóvil, mientras que los acerados incumplen en general el mínimo legal de 1,80 metros de anchura (Orden VIV/561/2010, de 1 de febrero) y el transporte público carece de viario reservado. En contraste, según datos del Plan de Movilidad Urbana Sostenible, menos de un 30% de los desplazamientos urbanos se realizan en automóvil y más del 50% a pie. Dado este enorme desequilibrio, resulta evidente que el nuevo reparto viario debe hacerse fundamentalmente a costa del espacio destinado actualmente al automóvil y no, como pretende el Ayuntamiento, restando espacio al peatón. La creación de vías ciclistas a costa del espacio peatonal, que es lo que la alcaldesa define como “que el carril-bici debe adaptarse a la ciudad y no al contrario”, ha llevado a situaciones de conflicto y de clara ilegalidad en el Campo del Sur y la avenida Juan Carlos I que es necesario corregir.
Pero esta conclusión sobre cómo redistribuir el espacio viario no es sólo la consecuencia lógica de una desequilibrada situación de partida, sino que es un fin en sí misma. El objetivo fundamental de las políticas urbanas en favor de la bicicleta es precisamente reducir la participación del automóvil privado en la movilidad urbana. El tráfico motorizado es hoy día el principal factor de deterioro de la calidad ambiental de nuestras ciudades y la bicicleta representa una gran oportunidad para reducir la presión del automóvil y propiciar una mejora general de la calidad y la habitabilidad urbanas. Y esto se consigue reduciendo el espacio destinado al coche para la creación de vías ciclistas y, sobre todo, mediante medidas de calmado de tráfico, es decir, que reduzcan su intensidad y velocidad (a 30 km/h o menos) para hacer compatible la circulación de la bicicleta en todo el ámbito urbano.
Implantar vías ciclistas tratando de no modificar las condiciones previas de la circulación motorizada o, más allá, como pretende el Ayuntamiento, tratando de mantener las políticas que favorecen la circulación y el aparcamiento de automóviles, lleva habitualmente a que aquellas resulten inútiles. Este es el riesgo que corre el proyecto de red ciclista acordado para Cádiz si no se completa con vías ciclistas en los principales ejes viarios, se mejora el trazado de las proyectadas integrándolo en la trama viaria y se aplican medidas de calmado del tráfico en el conjunto de la ciudad. Quizás en los próximos tiempos veamos a muchos turistas y a gaditanos en su tiempo libre circulando por la red ciclista planeada, pero difícilmente se conseguirá un mayor uso cotidiano de la bicicleta si las políticas públicas no van encaminadas a priorizar aquella y desincentivar el uso del automóvil, si dichas políticas no asumen que las bicicletas no son sólo para pasear. DIARIO Bahía de Cádiz
Excelente artículo. Alguien que piensa, por fin. Gracias por el esfuerzo. Los concejales del PP de la ciudad de Cadiz no creo que puedan seguir la argumentación: es demasiado compleja para ellos. Prefieren seguir enredados en sus delirios catetos, agotados en un discurso insostenible que solo hace daño a la ciudad.
Me parece muy acertada su reflexión. ¿Dónde ha visto los datos del plan de movilidad urbana sostenible? Me gustaría poder consultarlo. Gracias