Fueron nueve las coronaciones pontificias que a las imágenes de la reina del Monte Carmelo, otorgó el Papa Pío XII en aquel año de gracia también llamado el de las coronaciones: cinco en México, una en Italia, una en Bolivia, una en Perú y una en España; la nuestra que además coincidió con el séptimo centenario del Escapulario y el de las bodas de Oro del Patronato Oficial de la Marina Naval, Mercante y Pesquera.
Y de la Marina Española que fue coronada el 12 de octubre de 1951, y el honor de esta brillante iniciativa sólo es atribuible a la comunidad carmelitana, a su hermandad, al clero local, al pueblo y a todas las instituciones civiles y militares. Pero citar aquí y ahora a todas las personas y entidades que hicieron posible la Coronación junto a los PP. Carmelitas y a su hermandad, sería imposible en estos cortos espacios, porque fueron tantos y tantos los diversos acontecimientos que se produjeron en este largo caminar, que merecerían cada uno ser tratados aparte.
Pero como cualquier obra de Dios, destinada a su excelsa Madre no necesita mayor protagonismo terrenal, sólo Ellos -Jesús y María- son los auténticos protagonistas, receptores de lo que cada uno individualmente aportó, razón suficiente de sentirse orgulloso y recompensados. Sin embargo sí se precisa imprescindiblemente mencionar a los que por su especial y significativa importancia y participación intervinieron en los actos puntuales de este gran y regio acontecimiento.
Se creó por la junta directiva de la hermandad otras juntas, tales como la junta de pro-coronación, la de honor, la magna, la ejecutiva, la de damas, la de Madrid, la regional. Así que la voz corrió por toda España, la prensa desplegó información más que suficiente, aparecieron centenares de artículos y proclamas a favor de la coronación. Hubo certámenes literarios, pastoral del Obispo de Cádiz, pregón y la inauguración de cincuenta viviendas y dos escuelas bautizadas con el nombre de Barriada de la Coronación, para así perpetuar la memoria del homenaje de San Fernando a la Virgen del Carmen.
La junta directiva de la hermandad del Carmen en aquellos transcendentes momentos la constituía el P. Vicente de San José, director espiritual; Jaime Togores Balzola, hermano mayor; Ramón Fernández Tereul, segundo hermano mayor; Antonio Ristori Fernández, primer fiscal; Gabriel González Camoyano, segundo fiscal; Gaspar Fernández de León, secretario; Rafael Gómez Baeza, segundo secretario; Manuel Díaz-Sutil y Bustillo, mayordomo; Plácido Navas y García de la Vega, segundo mayordomo y los diputados, José María Calderón y Ahumada, Ignacio de Pedre y Otero, Rafael Domínguez Borja y José Sainz de Bustamante como hermano protector.
Las personas que por sus cargos, representaciones o destinos estuvieron presentes en el proceso de la coronación fueron: Fray Bocardo del Purísimo Corazón de María, provincial de los Carmelitas Descalzos en Andalucía; Fray Mariano de San José, Prior del Carmen; Dr. Tomás Gutiérrez, Obispo de Cádiz; Rafael Estrada Arnaiz, Almirante primer presidente de la junta pro-coronación; Carlos Vila Suanzes, Contralmirante, presidente de la junta ejecutiva; Ramón de Ozámiz, Capitán general del departamento marítimo de Cádiz en San Fernando, presidente de la junta magna y los padrinos de la coronación, Salvador Moreno Fernández, Ministro de Marina y Francisco García Raez, Alcalde presidente del Excmo. Ayuntamiento de San Fernando.
El Papa Pío XII, ilustre y ferviente cofrade carmelitano, acogió de tan buen grado la tramitación del proceso de la coronación de Nuestra Madre y Señora la Virgen del Carmen, que el 8 de marzo de 1950, dio comienzo la gestión y el 15 de abril, algo más de un mes, se elevaron a Preces y -el 7 de junio se expidió el Breve- justo a los tres meses de su inicio, lo que constituyó todo un record de celeridad en estas causas de por sí lentas; no se reconoce otro caso igual en la historia de las canonizaciones pontificias, pero en ésta tal vez tenga mucho que ver la intersección de nuestra Madre y Patrona.
Como anécdota cabe señalar que el Breve Pontificio que por error se envió en agosto al Convento de los Carmelitas de Cádiz, fue precisamente el Rvdo. P. Ismael de Santa Teresita, autor del libro de la Coronación que, a la sazón se encontraba en dicho convento, quien tuvo la dicha de traerlo y entregarlo al Prior del Carmen de la isla que lo recibió es de suponer vivamente emocionado.
La coronación ya estaba asegurada, el júbilo y la alegría era inenarrable y el 1 de octubre de 1951, sale otra vez la Madre de Dios y Hermosura de del Monte Carmelo, radiante y cubierta de gloria para dirigirse nuevamente al atrio del Ayuntamiento, en esta ocasión para recibir el más alto honor y distinción pontificia que otorga la Iglesia Católica: la Coronación Canónica.
A las 10,30. Horas de aquella espléndida mañana otoñal, el alcalde de la ciudad, Francisco García Raez. Leía la proclama ante la gran multitud congregada; pueblo y autoridades así como las distintas representaciones civiles, eclesiásticas y militares que venidas de fuera, fueron testigos para la historia cuando el Obispo de Cádiz, Tomás Díez Gutiérrez, ciñó en la frente inmaculada de nuestra Patrona la monumental y artística corona de oro macizo y piedras preciosas, obra maestra del destacado orfebre sevillano, Manuel Seco Velasco que estuvo presente en la ceremonia. La citada corona tiene recogido los escudos de la Orden Carmelitana, el de la Marina y el de la ciudad de san Fernando.
Los padrinos de la ceremonia de la coronación no pudieron ser otros como queda recogido más arriba que el Ministro de Marina, Salvador Moreno Fernández y el Alcalde de la ciudad, Francisco García Raez.
A partir de este fecundo e histórico día, la Virgen del Carmen había añadido al título de Patrona de la Marina Naval, Mercante y Pesquera, y al de la ciudad, el mayor y más alto tributo concedido por la Iglesia a la Madre de Dios, la Santísima Virgen del Carmen, para honra y orgullo de todos los isleños y el de su digno pueblo. DIARIO Bahía de Cádiz