Será la astenia, pero los políticos me aburren un huevo. Me asquea el juicio de Porto y Basterra, las lágrimas de ella y los brazos cruzados de él. Me da pereza y hastío el principio de curso y la misma gente y las misma charlas y las mismas caras. Ya ni las groserías de Gran Hermano nos dan mecha, porque estamos fosilizados y a punto de vomitar verdín.
Son las hormonas mañaneras que apuntaban ya en la época de Manu Garro, y que él llamaba gripe de la columnista.
La doblez sí que me renueva los ánimos, eso y la mala baba, por no llamarla mala láctea, que reparten algunos sin dosificar desde los parvularios.
Ya dijo Cela que con sobrevivir nos bastaba, que no era sino traducido del gallego, no que quien aguanta llega, sino que si la lluvia radiactiva de la mala sangre de algunos no te supera, estás a un capicua del cielo.
Es curioso porque la gente no se afana en llegar, ni en prosperar, ni en ser más grande y mejor persona, sino en jorobar a cuantos más y más profundamente, mejor.
A los niños no se les mete en deportes, para que estén sanos sino, o para quitárselos de encima, o para presumir, o porque creen que serán Paus de tirar balones que ellos recogerán convertidos en euros. Esa fe en el fin, les vale para maldecir, patear y verborrear en arameo en gradas estupefactas, animando a sus proles a imitar a Conan machacando cabezas o pateando nalgas a lo Van Damme, todo sea que el seleccionador vea al angelito haciendo proezas.
Tampoco es rara la amistad para copiar deberes o el estudiar con otro al que luego ni saludas o pelotear al empollón justo antes de los exámenes, que ya se sabe que los empollones, los gorditos y los diferentes en las aulas, desaparecen en épocas de farándulas, excursiones y otras inventivas que nada tengan que ver con los estudios.
Tengo el estomago revuelto de aguantar tanta estulticia, de la Porto llorando, del Basterra detrás y de tener que tragar que digan que no se haga un juicio paralelo. Pues sepan, que yo voy a hacer lo que me dé la gana y voy a decir lo que me apetezca.
Cuando el de la grada empiece a barrenar, le miraré fijamente a ver si Medusa me infunde poder y lo convierto en calicha que prevenir a incautos derrochadores de verborrea agresiva y sectaria. Lo de los Dioses me lo callo que con la que está cayendo, diez mentiras en cien dias me parecen fantasía, en un país polítizado con plasmas en declarativas y panfletos propagandísticos que costaron unas gónadas. La igualdad no está en tapar al maromo con una mesa camilla, sino en que planche y saque la basura.
Pero ya saben, no me crean, es la astenia y las hormonas que me pueden, como a los primeros las sandalias o a Moisés, las tablas. DIARIO Bahía de Cádiz