“Advierte que es desatino / siendo de vidrio el tejado, / tomar piedras en la mano / para tirar al vecino”. Miguel de Cervantes.
Es posible que, en algún punto del universo, los caprichos de la física hayan sido capaces de crear un caos cósmico que pudiera comparase al que, en estos momentos, estamos soportando los españoles, después de que unas elecciones legislativas hayan tenido la rara virtud de dejarnos sobre el tablero del destino el más insensato y atrabiliario panorama político. Nos resulta casi imposible volver a imaginarnos aquellos años en los que gozábamos de tranquilidad, que la vida no estaba supeditada a sobresaltos constantes y que la única gran preocupación de los españoles era seguir las vicisitudes de su equipo de fútbol preferido. Pero, como ya sabemos por triste experiencia los españoles, vayan ustedes a saber por qué extraños genes discordantes, siempre hemos sabido escoger el camino tortuoso y lleno de espinos, cuando hubiéramos podido seguir nuestro itinerario por las carreteras asfaltadas de la sensatez y la unidad.
El pasado sábado, día 9 de Enero, se ha producido en España uno de estos hechos trascendentales capaces de trastornar la marcha de la historia de un país y de crear un estado de permanente preocupación para sus habitantes, máxime, si se encuentran en el preciso punto candente en el que tiene lugar tal ataque a la unidad y convivencia por parte de una de las autonomías que forman parte de la nación española. Era evidente que, cualquiera de las posibles alternativas que se presentaban en Cataluña, para la investidura de un nuevo presidente de la Generalitat, entrañaba en si el peligro de un salto al vacío y un nuevo desafío a la unidad de España. O se celebraban unas nuevas elecciones para constituir un nuevo parlamento autonómico para el día 6 de marzo o se lograba un acuerdo entre la agrupación de partidos Junts pel Sí y la CUP para encontrar una candidato adecuado. Han pasado tres meses en los que Cataluña ha estado en manos de un gobierno provisional y ha tenido que ser, precisamente, en apenas 24 horas antes de que expirara el plazo legal cuando se ha producido el nombramiento del nuevo presidente.
Debemos decir que, poca o ninguna diferencia existía, en cuanto a las intenciones separatistas del nuevo gobierno si, como ha sucedido, se encontraba un candidato de consenso por acuerdo entre la CUP y Junts pel Sí o, por el contrario, se llevaban a cabo unas nuevas elecciones en las que, con toda probabilidad, los más favorecidos hubieran sido los de Podemos representados por las huestes de Ada Colau y la ERC del señor Junqueras, que puede ser que haya sido de los más tocados por este acuerdo de última hora para la investidura del señor Carles Puigdemont; porque, como sabemos, tanto Ada Colau como Podemos se habían mostrado decididos al referendo por el “derecho a decidir”, que hubieran aplicado si, como se esperaba, hubieran obtenido un buen resultado en unas supuestas nuevas elecciones.
El caso es que, o mucho nos equivocamos o, por las noticias que hemos tenido del currículo del nuevo candidato a presidir la Generalitat, el hasta ahora alcalde de Gerona señor Puigdemont, es posible que se trate de una nueva edición de Artur Mas, solo que corregida y aumentada; al menos, por lo que respeta a su cerrazón independentista, antiguo militante del sector más extremista de CDC, activista de cuantas organizaciones separatistas hayan existido desde la Crida a la Solidaridad, como contra el idioma español o a favor de la Terra Lliure o al servicio de la ANC. Basta decirles que es el presidente de la Asociación de Municipios por la Independencia. El fue el que quiso declarar a la señora Llanos de Luna, delegada del Gobierno en Cataluña, persona “non grata”, y el fue también quien dijo aquello de que “los invasores serán expulsados de Cataluña”, refiriéndose, no a los franceses de José Napoleón, sino a sus paisanos españoles convertidos, por la locura de este sujeto, en “enemigos” de los catalanes; aunque, vean por donde, hace tiempo que necesitan de ayudas adicionales, a través del FLA, para poder pagar a las farmacias, proveedores varios y los intereses de su mega deuda pública ( más de 68.088 millones de euros en el tercer trimestre del 2015).
Cataluña, señores, ha sido la guinda que faltaba sobre este pastel de desconcierto, ingobernabilidad, atomización de partidos y desconcierto que se ha apoderado de todos los que han sacado los peores resultados desde hace muchos años y, no obstante, parece que han sido los vencedores si es que queremos escuchar a señores como P.Sánchez, del PSOE, que se expresa como si no hubiera tenido los peores resultado de la historia de su partido, desde que se produjo la transición a la muerte del general Franco. La democracia se ha convertido en un hazme reír cuando, para darle mayoría a la nueva CDC ahora conocida como Democracia y Libertad, los de la CUB les “prestan” a dos de sus parlamentarios para que, cuando precise mayoría el nuevo gobierno del señor Puigdemont, estos dos sujetos voten lo mismo que el grupo del nuevo presidente.
¿Cómo se entiende esta falta de respeto a los votantes de CUP, que se han declarado, mayoritariamente, contrarios al pacto con Convergencia, y ahora, no de forma asamblearia como toman sus decisiones, sino de escondidas y en una reunión a petit comité, hayan decidido, no sólo desprenderse de dos de sus parlamentarios autonómicos, sino que, incomprensiblemente, se han comprometido a apoyar todo lo que el gobierno decida hacer durante este primer periodo? Entendemos que en ello entra los primeros pasos que anunciaron para la iniciación de un periodo constituyente previo a la aprobación de la Constitución que deberá regir la nueva nación, como anunció la presidenta del Parlamento Catalán, Carmen Forcadell, el día en el que fue constituido;.cuando habló de no respetar las leyes españolas ni las resoluciones de los tribunales ni las resoluciones del TC.
La decadencia de la región catalana ha comenzado, el enfrentamiento al Estado de derecho ya es un hecho, y ha quedado evidenciado que todas las consideraciones, conversaciones, subvenciones, y financiaciones que el Gobierno central ha venido consintiendo, esperando una rectificación que nunca ha llegado y que no han sido más que una falta evidente de visión política, información, un mal cálculo de la evolución de este proceso, una errónea interpretación de todos los chantajes, amenazas, algarazas, desobediencias y plantes del nacionalismo secesionista que ahora, cuando todo está en su momento álgido y las pasiones excitadas, vamos a ver cómo, estando España en una situación de interinidad entre gobiernos, van a poder solucionar semejante órdago. Ya no caben más paños calientes, ya no se admiten más prórrogas ni aplazamientos, ha llegado la hora de la verdad y sólo la unidad de los partido tradicionales, tanto de derechas como de izquierdas, va a permitir afrontar, hombro con hombro, este desafío de la amenaza secesionista.
Hubo un tiempo en que se citó el artículo 155 de la Constitución, sin embargo tenemos la impresión de que no se tienen las agallas suficientes para ponerlo en marcha. Claro que, tampoco tenemos la seguridad de que, quienes son los verdaderos garantes de la unidad de España, tengan muy segura cual es su verdadera misión en el caso de que, como ya es evidente que va a ocurrir, los separatistas intenten poner su plan en marcha, tal como han venido amenazando desde hace meses. Y los españoles que residimos en esta parte de España, tampoco vemos con tranquilidad el futuro que nos espera y si, sin comerlo ni beberlo, de pronto nos vamos a encontrar en manos de unos separatistas con todas las características de una comuna comunista, que nos obligue a prescindir de todo aquello que habíamos conseguido; con el peligro de que, como ha ocurrido en Grecia, dejemos de percibir, por falta de solvencia de los nuevos gobernantes, la asistencia sanitaria, las medicinas, las pensiones y todos aquellos beneficios sociales de los que venimos gozando hasta ahora. Lo advertimos y nadie pareció darse cuenta.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la desagradable impresión de que estamos solos en un desierto en el que no hay quienes nos ayuden y a merced de las alimañas dueñas de él, mientras aquellos que tenían la obligación de velar por nosotros parece que no saben, a ciencia cierta, lo que deben hacer, perdidos en discusiones bizantinas sobre quienes deben o no hacerse cargo del poder. DIARIO Bahía de Cádiz