He estado escuchando pacientemente a unos y otros y además me he leído, pacientemente también, todos los programas electorales. He podido comprobar, como todos ustedes, como apelan al miedo para buscar nuestro voto. No es nada nuevo pero es siempre insultante. Al menos así lo percibe mi inteligencia, será que tengo poca.
Dentro de mi relativo optimismo congénito, entiendo que al estar en la UE no habrá ninguna tragedia ganen los unos o los otros. También entiendo que los diversos y espectaculares giros de discurso y programa, tienen que ver con las opciones reales de gobierno de las emergentes formaciones. La realidad se impone y si donde dije digo, digo Diego, pues aquí paz y después gloria.
Lo que a mí me da miedo es otra cosa. Me dan miedo los rescates a las cajas de ahorro y volver a tener banca pública. Me dan miedo las revanchas de los que van a saltar la tapia del barrio y los patriotas que inundan las cuentas de los bancos de Suiza. Terror me dan los que se suben al carro de los excluidos sociales porque no han dado un palo al agua en su vida, y más miedo aun los que piensan que mi país es suyo porque son gente de bien y de toda la vida. Horror de los que se lo merecen todo y de los que todo se les debe. Cansancio de los discursos únicos y de los seguidores acérrimos. Incrédula al leer como todos disculpan las mismas culpas que denuncian en el otro lado. Nadie duda, nadie cuestiona, eso sí que da miedo.
Leí el otro día una frase de alguien en una entrevista que decía que había una tercera España que estaba harta de las otras dos. Ahí he encontrado mi sitio. La tercera España suena bien. Tal vez, a la tercera vaya la vencida. De momento a la que suscribe, que la borren de las otras dos.
Feliz nueva legislatura y no se echen las manos a la cabeza si no hay pactos. Ellos solo son un reflejo de nosotros, sus votantes: intransigentes, cainitas e incapaces de dialogar con un discurso mínimamente lógico y respetuoso. DIARIO Bahía de Cádiz