Cincuenta familias hacen guardia a las puertas de un hospital que cambia de dueño, a las puertas de lo que fue para ellos mucho más que un centro de trabajo
Con la esperanza de que alguien en la Administración les tienda una mano, cincuenta trabajadores de empresas auxiliares, subcontratas de la Armada, reclaman una salida digna a su situación de indefensión.
Algunos de estos trabajadores, fueron literalmente abocados al despido antes de que las trasferencias fueran un hecho. Con ellos jugaron al despiste. El nuevo propietario, el SAS, quería “un solar libre de cargas humanas” en lo posible y por eso y hasta que estas condiciones no se dieran, los rumores de que San Carlos se cerraría definitivamente, eran los que interesaba mantener.
El acuerdo era seguro que estaba, pero fue de noche, sin luz ni taquígrafos, solo saldría a la luz cuando hubieran podido desprenderse del lastre humano acordado.
Más tarde y hasta completar los 50, otros trabajadores han corrido la misma suerte valiéndose de resquicios legales y sí, es muy posible que todo se haya hecho como asegura el delegado del Gobierno de la Junta, D. Fernando López Gil, dentro de la legalidad pero también en ausencia de una mínima responsabilidad ética.
Comprador y vendedor tenían datos que los trabajadores ignoraban y maliciosamente ocultaron su acuerdo y en ese momento tampoco los sindicatos hicieron intento alguno de mediar en esta situación injusta.
Desde 1809, cuando se fundó el hospital viejo, el hospital Militar de San Carlos ha sido para San Fernando mucho más que un establecimiento sanitario. Ha sido una arteria que ha latido viva y la Armada tiene una deuda pendiente con el pueblo isleño porque nunca una población adecuó como ésta sus servicios al ejército.
Creo que dentro del lenguaje militar existen palabras con un significado relevante, palabras como el deber y el honor y en base a eso no entiendo como la Armada pudo jugar sucio con el destino de cincuenta familias abandonándolas a su suerte y tampoco entiendo como un Gobierno autonómico que se cataloga como socialista, pudo brindarse a tal farsa.
El viernes 7 de noviembre, ara rematar la faena de pantomima, nuestro alcalde, D. José Loaiza acompañado de todo su séquito, enarboló la bandera de los trabajadores queriendo dejar testimonio fotográfico de un apoyo incondicional a las familias que en el fondo no existe, pues si como reza en su biografía que el mismo publica en la página del Ayuntamiento destaca en su perseverancia en conseguir aquello que considera justo, tendría que denunciar a su propio partido que a nivel estatal ha permitido este fraude de traspaso.
Si, D. José, el mañana de San Fernando será como usted dice, como todos los isleños queramos que sea, pero para eso hay que mojarse y no sólo hacerse una o mil fotos.
Ahora, aun estamos a tiempo de enmendar errores y buscar una salida laboral digna para estos trabajadores. Todavía no son muertos que algunos desearían ocultar. Sus voces aún siguen muy vivas y dispuestas a gritar y su presencia no hará mas que recordar día a día la cobardía de una Administración que pretendía comprar: “libre de cargas”. DIARIO Bahía de Cádiz Podemos San Fernando