A diferencia del lenguaje normal y ordinario, es decir el idioma o la manera de hablar que cada país tiene en el mundo, evidencia fehacientemente la prueba, qué en cada lugar es distinto y a veces bastante complicado, conocerlo, entenderlo y hablarlo.
Y para comunicarnos con ellos, obliga además a estudiar esos idiomas, si pretendemos intercomunicarnos con personas de otras latitudes. Sin embargo la música a través de sus pentagramas y sus signos, lo resuelve y se convierte por así decirlo en un idioma único, exclusivo, universal y maravilloso.
El antecedente lo tenemos en algo tan fácil como pretender leer un libro escrito por un inglés si no se conoce el idioma. Pero si ese mismo autor inglés, escribe una partitura musical, se lee, se interpreta y se toca en cualquier parte del mundo por músicos de distintas nacionalidades, que no necesitan saber ni inglés ni otros idiomas.
Por tanto Los componentes de una orquesta aunque hablen distintas lenguas, pueden entenderse entre sí musicalmente hablando -en este caso- interpretando y coordinando juntos la pieza musical elegida para ser interpretada; porque en realidad, la música es un vehículo que nos transporta más allá de la barrera de nuestros propios sentimientos.
Es así tan maravillosamente sencillo como deleitante y la razón reside en el aprendizaje de su estudio, Igual que para entenderse con un francés, inglés o alemán, hace falta naturalmente saber el correspondiente idioma a través de su estudio.
En cambio en el caso de la música, una vez que se ha pasado por un Conservatorio y se ha aprendido el estudio de sus signos. Éstos no van a variar en ningún lugar, con lo cual, no se necesita más aporte que la lectura de la partitura o de la composición musical al efecto sin importar el idioma particular del músico ejecutor, ni tampoco va a interferir la ciudad o el país del mundo donde se vaya a interpretar tal melodía o cual sinfonía. Pues precisamente por eso y por su encanto, creo que la música es algo genial, que nos lleva a permitirnos decir qué ¡la Música es un maravilloso y armonioso lenguaje universal!
Pilar Márquez, autora del libro: Dios es música, dice que la música es la belleza y la belleza es la sonrisa de Dios entre los hombres. Y el Papa Emérito Benedicto XVI, afirma que el mundo efectivamente es una bella sinfonía, que el hombre, eso sí, muchas veces desafina. He aquí la cuestión, pero no por eso, es menos cierto que la música y Dios no se pueden separar. Y si bien el hombre la desafina, también cabe su reposición. Cuyo símil sería tan válido como si se lo aplicase a su propio arrepentimiento en busca del perdón y de su salvación.
En toda época, la música ha sido uno de los medios que el hombre ha usado para interpretarlas de mil maneras posibles, pero sobre todo y excepcionalmente para ofrecerle culto a Dios y exteriorizar así, sus sentimientos religiosos.
La música es el arte sublime. Es el modo más sutil y bello de auto manifestarse Dios al hombre para donarle su luz, su perfección, su belleza y su amor. Música es belleza. Música es felicidad. Dios es música. Cristo, Música de Dios. Porque sinfonía es música: lenguaje inefable e ilimitado de Dios, el verbo de Dios. Citas de Pilar Márquez tomadas de su libro referido anteriormente.
Otro ilustre músico como Berlioz, decía que la música es el arte de conmover por la combinación de los sonidos a todos los hombres y mujeres en general, pero especialmente a los más inteligentes y dotados de una organización especial. La música, te eleva, te transforma, te calma, te transporta, te enternece. La música es la expresión de la historia del alma. Y tiene la gran virtud de llegar a donde no es capaz de llegar la palabra. DIARIO Bahía de Cádiz