Comienzo a escribir estas líneas tras conocer la sentencia que condena a Pedro Pacheco a cinco años y medio de prisión. Es curioso, pero tras la noticia se me vienen inmediatamente muchísimas imágenes que pueden ser como esos documentales que hacen un recorrido por años de tu vida, de tus entornos más cercanos, en este caso de tu ciudad, de nuestra ciudad de Jerez. Quizás a usted que lee esto le ocurra lo mismo. Y es que el que les escribe fue un niño en aquella joven Democracia; que creció y se hizo adulto conociendo y observando a una persona que sacrificó su juventud empeñado en transformar ese Jerez oscuro que salía de la Dictadura, acomplejado en sus modos de pueblo grande, para empujarlo hacia la modernidad y convertirla en una de las ciudades más importantes y pujantes del sur de Europa. Con sus errores pero también con muchas virtudes.
Me cuenta un amigo psicólogo que en el pensamiento, la psicología llama al último ramalazo de la memoria, o al más reciente de los recuerdos, con el nombre de “memoria pez”. Otros, y con razón, dicen que la historia pone a cada uno en su lugar, aunque para ello tengan que pasar muchos años. Desgraciadamente la sociedad en la que vivimos, tan veloz en su vida diaria, tan atolondrada, no deja mucho lugar al análisis sosegado y objetivo. Si a todo esto le sumamos la necesidad en esta sociedad desesperada y ansiosa de buscar, y cómo no, de encontrar, culpables a tanta penuria, hallaremos la excusa perfecta para obtener un perfecto potaje que se nos sirve en forma de sentencia judicial absolutamente desproporcionada en su castigo.
Pedro Pacheco ha sido la persona más importante que ha conocido y he conocido en nuestra ciudad en su historia reciente. Él es el responsable, agitador y dinamizador, junto con grandes colaboradores, del Jerez moderno que hoy, y que durante muchos años, disfrutaremos todos los que amamos esta ciudad. Y de amar Jerez él sabe mucho. Esa memoria que algunos, incluso conscientemente, han guardado o enterrado florece y seguirá floreciendo sin remisión en cualquier rincón de Jerez.
A Pedro Pacheco lo condena esta maldita enfermedad que sufrimos en forma de desesperación, crisis, pérdida de creencia o desapego a la política, la corrupción a gran escala y en otras esferas, que hace que la Justicia, esa gran dama que ha de ser ciega, haya buscado con especial dedicación y, con todos los respetos, con especial ahínco un castigo ejemplarísimo a aquel que es el idóneo. El incómodo alcalde de una ciudad que los poderosos no pudieron controlar en un cuarto de siglo… a aquel al cual tras su famosa frase “la justicia es un cachondeo” le tomaron la matrícula y nunca se lo perdonaron.
La contratación de dos asesores en el ámbito de un pacto político de gobierno por el vicepresidente ejecutivo de una sociedad es el pretexto para hacer cargar con la expiación de las corruptelas de años y años en todo un país. Ahí quedan los Bárcenas, la Gürtel, los ERE, Fabra, Urdangarín… No hay color, ¿verdad? Ahora tenemos la sentencia ejemplarizante. Pero eso sí, en el camino elegimos como diana de los males para su eliminación a la persona que con su trabajo y dedicación ha demostrado ser el único y verdadero alcalde al que en tres décadas de democracia realmente le ha importado única y exclusivamente esta bendita ciudad de Jerez. Pero que, qué casualidad, no perteneció nunca a ninguna multinacional de la política.
La memoria seguirá haciendo grande a aquellos que como Pedro Pacheco dedicaron su vida a un sueño, a una pasión. Y ninguna sentencia por desproporcionada que sea podrá borrar mi niñez y mi juventud vinculada a mi Alcalde. A ese que empujó para que entre todos colocásemos a Jerez en el mapa que nos negaban injustamente. A aquel que consiguió que me sintiera orgulloso de ser de esta gran tierra y que me transmitió que merece la pena derrochar pasión y tu vida por Jerez y su gente. ¡Ah! Recuerda siempre Pedro, que sólo defraudan los cobardes y los que no van por derecho y de frente. Ese, amigo mío, y puedes estar orgulloso, no es tu caso. DIARIO Bahía de Cádiz