Uno de los pocos puentes que nos quedan -no cuento el nuevo puente de Cádiz-, es el de primeros de diciembre, el azar ha querido asociar dos efemérides cada vez con menos, digamos, adscritos.
En la fiesta religiosa celebran la capacidad reproductiva de una mujer y una paloma, al menos eso me explicaban a mí, y yo en su momento ni me lo creía ni intentaba no creérmelo, simplemente lo aceptaba a pies juntillas, ya que si no no podía formar parte de esa familia tan grande que era mi sociedad. Luego ya crecí, y dejé simplemente de cuestionarme el hecho, sin más. Creo que están preparando una versión más acorde con los tiempos, y empiezan a hablar de pureza y virginidad en plan espiritual, intentando “armonizar” deseo y realidad.
Con la Constitución es diferente, algo que en un momento determinado nos sirvió, al menos eso creía yo, para pasar de una dictadura a una democracia, se empeñan en celebrado con tanta desgana, que en vez de una celebración parece un funeral. Y es que, sin entrar a valorar su bondad histórica, después de tantos incumplimientos, violaciones y apaños, ya no admite medicación, esta muerta, ni pequeños retoques de cirugía estética,
El sábado en Cádiz, después de depositar una corona a las garras del pajarraco-jaula, izar la bandera roja y güalda más grande del mundo mundial -mira que están obsesionados estos del PP con los mástiles y banderas grandes, y creo que unas (únicas) – van en petite comitiva a la puerta de Ayuntamiento, les esperan unas pocas sillas, desde donde la autoridad local, acompañada de concejales del PSOE, entre mensajes por móvil y bostezos, como en los velatorios, miran con cara de circunstancia a su alrededor.
Camino al paseo marítimo -¡qué sol hacía el sábado!-, pensaba, como un amigo, que qué solos estaban en la celebración, solo ellos, poniendo coronas, izando banderas y bostezando. Sin la gente, sin la ciudadanía, son como las atracciones callejeras que se encuentran los cruceristas al llegar a San Juan de Dios. Parece como si con el voto, a la vez de delegar la voluntad política, se delegara celebraciones y funerales, o quizás sea que en una sociedad virtual, de pantallas Leds, páginas webs, etc., las efemérides son virtuales también.
Los puentes también ahora son virtuales, me han dicho de buena tinta, que a través de la web bien pagada entre todos los gaditanos, podemos ver al calor del hogar los avances de tan magna obra -la mas grande de Europa, dicen-, vamos que Teofila, Jorge Moreno, o el cuñado, nos ha puesto un Gran Hermano local, y de aquí a incluirlo en una ruta turística, un paso.
Mientras tanto, nada como un aperitivo un día soleado a orillas del mar, en compañía de buenas amigas y más de una risa. DIARIO Bahía de Cádiz Fermín Aparicio