Esto de que se vayan muriendo los famosos que te hicieron feliz es una jodienda de mucha graduación porque esas muertes van anunciando la tuya, te van diciendo que la clase que es la vida se está acabando y no precisamente para salir al recreo sino para dormir eternamente porque se te agotó el crédito en el planeta que te vio nacer y ya no hay sitio para ti.
Es duro el asunto del paso del tiempo. Se muere Peret y uno se queda resignado, no hay más remedio. Hace pocos años, en una Navidad, se nos subieron tanto los humos etílicos que terminé imitando sus pasos inimitables sobre el escenario y su volteo de guitarra, por ahí andan fotos que lo demuestran. Con lo de Peret me pregunto por los grupos musicales que aún me otorgan el privilegio de sentirme muy feliz en este puto mundo y cuando los recuerdo los muertos afloran.
No hace mucho se quitó de en medio Junior, de Los Brincos y de Juan & Junior. La industria discográfica española en época de Franco cuidaba mucho de que tuviéramos nuestros propios productos patrios. Los Brincos eran nuestros Beatles aunque a mí no me convencieron nunca. Ya hace años que murió su auténtica alma, Fernando Arbex, que sí tenía talento musical de sobra. Junior fue de Los Pekenikes pero no en la época de oro de este grupo sino antes, la época de oro fue la de, por ejemplo, Alfonso Sainz que murió también este mismo año 2014. El bajista de Los Relámpagos, Juanjo, nos dijo adiós ahí os quedáis con vuestras miserias que a mí me lleva un cáncer de pulmón.
Los Bravos del Black is black me dieron el susto y el disgusto cuando aún era su fan, de joven. Manolo, el teclista, se suicidó por un desengaño amoroso y ya bastantes años más tarde la cascó Toni, el guitarrista de las gafas de culo de vaso. Gracias a YouTube estoy conociendo ahora, con 60.000 años que tengo, la obra completa de los grupos musicales de mis tiempos y me quedo asombrado con la de Módulos a los que les han jodido su balada Todo tiene su fin metiéndole caña posmoderna. Y oigo a Santabárbara y a Los Ángeles y a Los Puntos y a Canarios y a Lone Starr que cuando los dejaban nos ofrecían un rock fuera de serie y un jazz para chuparse los dedos.
Pero en casi todos hay bajas prematuras desde hace años, se matan o los mata esto o aquello. Cuando Teddy Bautista se vio salpicado por todo el escándalo de la SGAE yo pensé: ni me lo toquen porque al grupo Canarios –del que Teddy era vocalista y compositor- le debo parte del impulso que aún me arde por dentro, parte de mi inconformismo, me gusta ser así, estar vivo a mi manera a pesar de mis 60.000 años, no ser un calientabancos como la mayoría de mis alumnos o como la mayoría de una juventud nueva de un mundo nuevo tal vez mejor que el mío pero que se basta a sí mismo con el idioma de un país inmaduro, mentiroso y asesino, y unas nociones de informática. A mí me gusta la Europa de las pajas mentales y de la experiencia, me gusta la América europeizada y no la Europa agringada.
Aún me atrae aspirar a lo imposible e intentar entender este mundo pero la clase se acaba y yo con estos pocos pelos que me quedan caminando hacia la taberna del infinito donde me tomaré con Peret unas cañas de cerveza porque, diga lo que diga, el rey de la rumba catalana se ha muerto (el de la andaluza es Bambino que también se murió, cojones) como yo me moriré también y al carajo todo, por desgracia o quién sabe si por fortuna. DIARIO Bahía de Cádiz Ramón Reig
Qué grande Peret, qué grande Ramón