A mí esta fascinación por lo aristocrático me fascina, valga la redundancia. Me pongo a pensar en todas las cosas que he escuchado y leído estos días sobre la fenecida duquesa y no me recupero. Me pongo a hacerme una idea de lo que son ochenta mil personas (cuatro veces la capacidad del Carranza, más o menos) pasando delante del féretro y en cierta manera me alegro de tener aún intacta la capacidad de asombro. ¡A mí que me parece que el único que tiene aspecto aristocrático de toda la familia es el duque viudo!
Me flipa lo del “pueblo” agradecido por la sencillez y cercanía de la difunta. Perdónenme el exabrupto, pero hay que ser esbirro, soplagaitas, lerdo e iletrado. Lo siento si alguien se siente ofendido, yo también me siento así. Ofendida y avergonzada.
Pero esto no tienen parangón con el otro tema semanal apasionante: La Pantoja y su entrada en chirona. ¡Me encanta! ¡Muero con ella! Esa mujer en el escenario de su último concierto con esa teatralidad, ese gesto de mártir orgullosa y digna me vuelve loca. ¡Es única la jodía!
Todas las reclusas de la trena de Alcalá de Guadaira esperándola, peleándose por compartir celda con ella, comer con ella, ayudarla a ella. La imagino cantándoles mientras cocina un pucherito carcelario, interrumpiéndose de vez en cuando porque las lagrimas asomarán a sus ojos, incontrolables. Ella bajará la mirada y cuando se recomponga alzará la cabeza mirando desafiante al horizonte a la vez que su público carcelario la jalea: -¡Ánimo shosho, que tú eres la más grande! ¡Le vamos a cortar los…Maribel, que yo tengo un primo en Alhaurín tela de apañao!
Horas y horas de televisión, hectolitros de tinta y millones de teclas acompasadas en los noticiosos de la red. Sefies en la entrada de la cárcel restando visitas a la Giralda, llanto en las calles de Sevilla, espacios públicos puestos a disposición de familias privadas. Una y otra vez, mañana, tarde y noche.
Todo esto rematado por la apasionante entrevista al little Nick con que cerramos la semana. The Royal House, Vicepresidencia del Gobierno, Presidencia de la Comunidad de Madrid y el Centro Nacional de Inteligencia de nuestro país, emiten comunicados desmintiendo al rapaz veinteañero.
¡Pablo Iglesias escúchame, déjate de Casta! El problema de esta, nuestra querida España, no es otro que la CASPA. DIARIO Bahía de Cádiz